Domingo, 10 de mayo de 2015 | Hoy
MUSICA. DESDE CALIFORNIA LLEGAN LOS ALLAH-LAS, FANáTICOS DEL MEJOR ROCK CLáSICO.
Por Martín Pérez
Una mujer frente al mar, con un caracol en la oreja. Esa es la imagen que regala la portada del delicioso álbum debut de los Allah-Las, un cuarteto de Los Angeles cuyos temas suenan como recién descubiertos en una cinta perdida de la mejor época del rock de los años sesenta. De la misma manera en que aquella modelo de tapa del disco que los presentó ante el mundo parecía preferir escuchar el símil del ruido del mar pese a estar ante la costa, los cuatro integrantes del grupo –por entonces empleados de la disquería más grande del mundo– decidieron interpretar un sonido hecho a imagen y semejanza de la más maravillosa música, igual a la que parecía sonar todo el tiempo a su alrededor. “Todos fuimos empleados de Amoeba, salvo yo”, aclara Miles Michaud, voz líder de los Allah-Las, que esta noche debutan en Buenos Aires, presentado los temas de aquel debut, titulado simplemente Allah-Las (2012), y de su sucesor, Worship The Sun (2014). “Pero no llegué a trabajar ahí sólo porque me rechazaron. Mis compañeros de grupo llevaron mi solicitud y su jefe les preguntó si yo hacía surf. Le dijeron que sí, y su enigmática respuesta fue: ‘No más surfistas’. Y así fue como me quedé afuera”, se divierte el surfista Michaud, recreando la anécdota que impide la perfección de la historia fundacional de un grupo joven, pero que parece venir de otra época, y que a la vez sólo puede ser hijo de un tiempo como el de hoy, en el que toda la música se encuentra apenas a un click de distancia.
Si Tower Records supo ser el McDonald’s de la época en que las disquerías se multiplicaban en todo el mundo, la mítica Amoeba es la Meca de los coleccionistas en esta nueva era, en la que la música parece estar en todas partes, pero los discos sólo en unos pocos lugares. Suena lógico que un grupo como los Allah-Las haya nacido justamente en uno de esos lugares, compartiendo sus integrantes –por ejemplo– una tarea que todos los empleados de Amoeba han realizado alguna vez: la de ponerles cajitas nuevas a los discos usados que llegan a la disquería. “Así fue como empezamos a escuchar toda clase de música”, han bromeado en más de una entrevista los integrantes de un grupo cuyo fanatismo por un sonido y una época ha devenido en estigmatización. “Es agotador que nos definan siempre de la misma manera”, explica Michaud. “Reconozco que hay una gran influencia de los ’60 en nuestra música, pero eso es simplemente porque escuchamos mucha música de esa época. Pero como dijo alguna vez Quentin Tarantino hablando de su trabajo, si uno ama el cine lo suficiente puede hacer una película buena. Y ésa es la idea que nosotros tenemos de la música.”
Además de Michaud, un apellido que tiene raíces en el Quebec francófono, entre los demás integrantes de los Allah-Las también hay descendentes de Cabo Verde –de allí es el padre del baterista, Matt Correia– y de Irán –los padres del guitarrista Pedrum Siadatian llegaron desde Oriente Medioen los ’70–, pero lejos de ser multicultural, el grupo se considera eminentemente californiano. “Es un sonido cultivado en la mezcla perfecta de arena, mar, calle y ciudades de la cultura de California”, se presentan en su Bandcamp. Lo más exótico tal vez sea su nombre, que homenajea a las Shangri-Las, un grupo clásico de los ’60. “Pero también lo consideramos una nueva forma de usar una palabra como Allah, que a esta altura está demasiado cargada de significados dentro de la cultura occidental”, explica Michaux. “Es importante destacar que no es nuestra intención insultar a nadie con nuestro nombre. Todos cultivamos un interés y una nostalgia por lugares lejanos y tiempos pasados, y la cultura de Medio Oriente es una de las tantas que encontramos fascinantes. Pero nos sonó único y derivativo al mismo tiempo, así que nos lo quedamos.”
Esa sonido que parecía salir de una vieja cinta, característico del primer disco del grupo y que le confiere un encanto muy particular a cada tema, en Worship The Sun pasó a ser más homogéneo, más grupal. Pierde algo de magia, es cierto, pero al mismo tiempo pasan a ser más reales, se diluye la mímesis y gana la musicalidad. “Es algo que simplemente se materializó mientras fue pasando el tiempo tocando juntos –explica el cantante–. Creo que a menudo las decisiones creativas son tomadas de manera subconsciente, y pueden tener una correlación con la experiencia que sólo se hace evidente años después. Lo importante es que tratamos de seguir nuestros instintos, permitiéndoles que ellos nos guíen y no el intelecto, lo que creo que hace que nuestra música suene cada vez más natural.”
Lo que completa el proyecto de los Allah-Las es Reverberation, un programa de radio online que el grupo compila semanalmente, en donde bucean en toda clase de rarezas y perlas musicales, y difunden a través de una sección denominada “mix tapes” en la página oficial de la banda. “Nos hemos pasado años en disquerías, aprendiendo sobre música –vieja, nueva, sin tiempo–, desarrollando nuestro oído para poder percibir lo que hace que una grabación sea interesante. Y por la gracia de esa espada de dos filos que es Internet, podemos compartir estos hallazgos con quienes les interese formar parte”, escribió Michaud en una columna sobre el programa publicada en la revista británica NME, por lo que no se puede menos que sospechar que en el tiempo libre que les quede, los integrantes de los Allah-Las se la pasarán buscando joyas perdidas en las disquerías porteñas. “No puedo decir que estoy familiarizado con el rock argentino, apenas si conozco quiénes son Los Gatos”, confiesa. “Pero voy a tratar sin dudas de visitar las mejores disquerías y llevarme los mejores discos mientras esté en Buenos Aires.”
Allah-Las tocan esta noche junto a The Tormentos e In Corp Sanctis, a las 21, en Niceto Club, Niceto Vega 5510. Entradas: $250.
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