Domingo, 17 de mayo de 2015 | Hoy
TELEVISION Desde que la Televisión Pública estrenó Los siete locos y Los lanzallamas, adaptaciones de las novelas de Roberto Arlt con dirección de Fernando Spiner y Ana Piterbarg, se destacó en un elenco de famosos el marplatense Diego Velázquez, responsable de ponerle el cuerpo al desesperado Erdosain. Y en esta entrevista el actor cuenta cómo es hacer el personaje con el que soñó desde que llegó a Buenos Aires y que se ganó sin siquiera hacer una prueba de cámara.
Por Walter Lezcano
“Suena muy cursi y muy berreta decirlo pero la verdad es que es como un sueño. Si a los veinte años alguien me hubiera preguntado qué personaje quería hacer yo hubiese respondido, sin duda, a Erdosain”, dice el actor Diego Velázquez y sus palabras tienen la fuerza necesaria como para resultar creíbles.
La adaptación de Los siete locos y Los lanzallamas de Robert Arlt llegó al prime time de la Televisión Pública para mostrar la vigencia y la trascendencia puede tener un clásico literario. Y, además, para exhibir un programa de calidad que escapa a las reglas básicas que rigen al mercado televisivo actual donde el descarte, la improvisación y la búsqueda del rating a cualquier costo marcan el camino a seguir.
Con la dirección de Fernando Spiner y Ana Piterbarg, un equipo de guionistas comandados por Ricardo Piglia y un elenco notable, que incluye a Carlos Belloso, Pablo Cedrón, Daniel Hendler, Belén Blanco, Fabio Alberti, Leonor Manso, Pompeyo Audivert, Daniel Fanego, Julieta Zylberberg y Claudio Rissi, entre otros, Los siete locos y Los lanzallamas –que es un trabajo en conjunto entre TV Pública, la Biblioteca Nacional y Nombre Productora–, se perfila como una de las ficciones que van a marcan el calendario del 2015.
Y es en este contexto de elementos sobresalientes que logra destacarse su protagonista.
Remo Augusto Erdosain es uno de los personajes más famosos de la literatura argentina del siglo XX y ahora, en pleno siglo XXI, la televisión argentina le pone un rostro, el del actor Diego Velázquez.
Nacido y criado en Mar del Plata, Velázquez vino a Buenos Aires con la idea de convertirse en director de cine. Pero se terminó anotando en la Escuela Municipal de Arte Dramático y atrás quedaron sus sueños de estar detrás de las cámaras porque lo veía “muy a largo plazo”.
Mientras terminaba sus estudios de actuación atendía mesas en un restorán de Palermo. Y en simultáneo empezó su carrera con la actuación. Cuenta Velázquez: “Desde el comienzo me crucé con gente talentosa que proponía puestas interesantes. No hice laburos por hacerlos nomás o para figurar. Tuve un recorrido constante de encuentros poderosos y atractivos: con Alejandro Tantanian, Ciro Zorzoli, Eugenia Estevez o con gente de la danza como Silvina Grinberg. Son cosas que te estimulan a progresar”.
Fue por esa época también que tuvo el primer contacto con la obra que hoy en día lo tiene al frente. Explica Velázquez: “Los siete locos fue una de las primeras cosas que leí cuando me vine acá, fue una lectura de Buenos Aires. No la leí en Mar del Plata. Mis primeras lecturas acá fueron Arlt y Manuel Puig, otro que adoro. Me había encantado Los siete locos, se me había armado un vínculo. A tal punto que en la Escuela Municipal de Arte Dramático traté de hacer la escena en la que Elsa deja a Erdosain, un momento precioso en el texto. Además, una de las primeras obras que vi cuando me vine a vivir acá fue El pecado que no se puede nombrar, una puesta de Ricardo Bartís a partir de textos de Los siete locos. Y para mí verla fue movilizante porque no era lineal y proponía algo muy nuevo. Eso me había quedado rebotando. Es decir, tenía un vínculo con la novela. Y además había visto la película de Torre Nilsson”.
Tiempo después, con un Velázquez ya experimentado en teatro y con algo de televisión y cine a sus espaldas, se enteró de que se estaba gestando en una adaptación televisiva de Los siete locos y vio una oportunidad: “Yo sabía que se estaba armando la serie y me cruzo a la directora de casting y le digo en chiste: ‘¿Cuándo vengo para la prueba de Erdosain?’. Después de un tiempo, los directores me lo proponen directamente. Yo pregunté si no querían hacer una prueba o algo. Me dijeron que no, que el papel era mío. Yo no me lo podía creer”.
Para la preparación de un personaje tan conocido como Erdosain lo que tuvo que hacer Velázquez, para encontrarse con esa máscara, fue ponerse a releer: “Uno lee el guión y se pregunta: ¿cómo hago? Pero al tener un vínculo previo había algo afectivo con la novela, lo que hace que ya esté más cerca. Y después fue un trabajo divino en cuanto a volver a leerla. La leí hace casi veinte años, muchas de las cosas no me las acordaba. Uno se queda con una impresión fuerte del libro y de Erdosain particularmente: el angustiado, el humillado, el oprimido. Y es un montón de otras cosas en el libro. Tiene unos detalles de humor que son un delirio y que por suerte pudimos meter en la serie. Y a la vez los guiones estaban muy bien. Me leí toda la novela, me hice un desglose exhaustivo. Y la noche anterior a filmar buscaba las escenas en la novela para ver qué estaba quedando afuera y había textos que quería decir: por sus construcciones y un léxico de la época que era fascinante. También eso estaba bueno: no se pretendía aplacar el lenguaje de Arlt si no hacer que esos textos sean escuchados. Era ideal que esas palabras fueran dichas tal cual estaban escritas”.
Los siete locos es un programa que tiene un elenco excelente y en la pantalla esa conjunción de actores logra transmitir cierta intensidad, desolación y oscuridad que tiene la novela. En ese sentido, Velázquez sabe que la interacción entre ellos fue vital para el producto logrado: “Hay un punto en el que para poder hacer el trabajo tenés que aceptar que sos ese personaje o que Belloso es el Astrólogo. Y yo sentí, cuando empezamos con las grabaciones, que la cosa se armaba. Y si bien el elenco es buenísimo, también eran todos muy distintos. Venimos de distintos palos a pesar de que la mayoría viene del teatro. Y como actor, si estás receptivo a eso siempre es una experiencia nueva porque te proponen algo diferente. Y eso te obliga a una gimnasia que está buenísima. Eso era importante también porque Erdosain es muy distinto depende de con quién está. Con el Astrólogo es de una manera, con las mujeres es de otra, por ejemplo. Entonces hay algo de la situación y de lo que está proponiendo el otro actor que ya es un montón. Y si te sabés la letra y para dónde está yendo la escena todo se vuelve muy poderoso”.
El resultado, ya lo reflejaron diversas críticas de medios disímiles, es muy bueno. Y eso convierte al programa en un agente extraño de la televisión abierta. Dice al respecto Velázquez: “Hay muy poco margen para el error en la tele. Y está bueno que esto su pudo hacer: grabando todo, que después salga al aire, que no tenga que ser modificado por estrategias de rating o de cualquier otra cosa, y con una apuesta arriesgada. Me gustaría poder seguir trabajando de esta manera y que si el producto finalmente es algo errado acompaño el error. Prefiero ir por ahí a tener que agarrar otro trabajo”.
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