Domingo, 29 de febrero de 2004 | Hoy
NOTA DE TAPA
Anunciantes que levantan la publicidad. Contratos cancelados. Presentaciones suspendidas. Renuncias sospechosas. Estrenos postergados. Cadenas de mails que llaman a boicotear películas y actores. Enardecidas organizaciones civiles que confeccionan rankings de antipatriotas. Si bien los complejos mecanismos que mueven hoy a la industria del espectáculo impiden hablar de listas negras, las declaraciones y organizaciones antibélicas de un número importante de estrellas de Hollywood han despertado el odio acérrimo de la Norteamérica profunda y desatado una serie de incidentes que evocan el fantasma del macartismo. Quiénes son, qué pasó y qué dijeron: todo sobre el tema del que probablemente nadie hable hoy a la noche durante la transmisión de la entrega de los Oscar.
Por Mariana Enriquez
“Mi viaje a Irak
es para registrar personalmente el rostro de los iraquíes, para que su
sangre, junto a la de los soldados norteamericanos, no se vuelva invisible en
mis manos”. Sean Penn
“Mediante una lógica demente, los hombres, las mujeres y los niños
de Irak son relegados como “daño colateral” mientras los
perros de la guerra avanzan sobre Bagdad”. Martin Sheen
“Estoy en contra de este Bombardemos un país nuevo porque no sigue
nuestra dirección. Me opongo a ese costo de vidas humanas. A poner soldados
norteamericanos en riesgo y cambiar de tema para que los Republicanos mantengan
el control”. Tim Robbins
“Vivimos un tiempo en que un hombre nos manda a la guerra por razones
ficticias. Ya sea la ficción de la mordaza o la ficción de las
alertas naranjas, estamos en contra de esta guerra, señor Bush. ¡Debería
darle vergüenza, señor Bush!”. Michael Moore
“Desprecio al presidente Bush. Son tiempos embarazosos para ser norteamericana.
Realmente lo es. Es humillante”. Jessica Lange
“Camuflado en el patriotismo y en nuestra doctrina de llevar la democracia
a todo el mundo, nuestro fundamentalismo es el negocio, la diseminación
de nuestro sistema económico a lo largo y ancho del globo. Nuestra resistencia
a esta guerra debería ser nuestra resistencia a beneficiarnos a costa
de vidas humanas”. Susan Sarandon
“Creo que el presidente Bush piensa que esta guerra se puede ganar, pero
eso es algo que ya no existe. Ya no podemos vencer a nadie”. George Clooney
Esta noche se entregan los Oscar y, aunque en apariencia se trata del trámite
de siempre, el clima está bastante enrarecido. Sobre todo con el antecedente
de la tensa ceremonia de 2003, cuando Michael Moore dio su ya famoso discurso
anti-Bush, el proscripto Roman Polanski recibió el galardón a
mejor director y el actor Adrien Brody se atrevió a pedir por el fin
de la guerra en Irak. La guerra en especial y la administración Bush
en particular tienen a Hollywood dividido como nunca antes. Mientras el republicano
Arnold Schwarzenegger gobierna California, Sean Penn se va a Bagdad y vuelve
al grito de que EE.UU. está bajo una dictadura. Ambos estarán
sentados muy cerca uno del otro esta noche, si Penn se decide a concurrir. La
sorda guerra contra el gobierno resuena en los vericuetos más inesperados:
mientras Bush clama por una enmienda constitucional que “santifique el
matrimonio como la unión del hombre y la mujer” para detener los
casamientos gays de San Francisco y Massachusetts, los Globos de Oro nominan
a tres películas para TV que tratan la homosexualidad: Normal, sobre
un padre de familia que quiere cambiar de sexo; Soldier’s Girl, sobre
un soldado enamorado de una travesti; y Angels in America, un drama sobre las
víctimas del sida con Al Pacino y Meryl Streep que arrasó con
las nominaciones.
Por supuesto, no se trata de una insurrección. Los actores no son revolucionarios,
y en la mayoría de los casos ni siquiera son de izquierda. Sus comentarios
parecen con frecuencia demasiado ingenuos, y su activismo bastante ligero. Son
demócratas, en el mejor de los casos. Pero la situación en EE.UU.
es tan crítica y el gobierno de George W. Bush tan insensato que las
figuras públicas decidieron manifestarse. Las represalias no son claras.
No se puede hablar de una vuelta del macartismo, ni siquiera de listas negras.
Pero algunos signos son alarmantes. La cadena ABC suspendió una comedia
protagonizada por la actriz Janeane Garofalo –feroz crítica de
Bush– después de verse inundada de mails y presiones de los anunciantes.
Las Dixie Chicks, un grupo de música country femenino de Texas, dijeron
que estaban avergonzadas de Bush, y rápidamente las radios dejaron de
pasar sus canciones, al mismo tiempo que se cancelaba su contrato como rostro
publicitario del té Lipton. La pareja Sarandon/Robbins es “prohibida”
en varias presentaciones públicas. Sean Penn perdió su protagónico
en una comedia de alto presupuesto, según el actor por su posición
contra la guerra en Irak. La periodista de la ultraderecha Ann Coulter acaba
de publicar Treason: Liberal Treachery From the Cold War to the War on Terrorism,
un libro que básicamente niega la existencia del macartismo, y es best-seller.
Miramax suspendió por quinta vez el lanzamiento de la comedia Buffalo
Soldier protagonizada por Joaquin Phoenix, un retrato de soldados norteamericanos
que se drogan y enloquecen en una base militar cercana al muro de Berlín.
Siguen los ejemplos.
Después del escándalo de Janet Jackson y su teta en el Superbowl,
se tomó la decisión de retrasar la ceremonia de los Oscar cinco
segundos, medida preventiva contra algún discurso encendido. Pero, ¿dirán
algo los actores? Es poco probable. Bastante hablaron durante los últimos
dos años. Una arenga desde el escenario del Oscar hasta resultaría
redundante.
El otro presidente
Desde The West Wing, el presidente Bartlett funciona como la contracara de George
W. Bush. Liberal idealizado, Bartlett es todo lo que Martin Sheen desearía
como presidente; él parece orgulloso de bajar línea desde TV.
Cuando el Camelot de Bartlett negoció y no atacó al ficticio país
Qumat, uno de sus colaboradores afirmó: “No lo haremos aun sabiendo
que todo lo que el presidente tiene que hacer para conseguir la reelección
es volarle los sesos al sultán y comerse un hot dog en público”.
La serie, poco a poco, gracias a los guiones cada vez más corrosivos
de Aaron Sorkin (demócrata) perdió rating; cinco millones de personas
dejaron de ver The West Wing después del atentado a las Torres Gemelas.
A Martin Sheen no lo asustó la reacción del público: en
diciembre de 2002 se unió a Artists United to Win Without War (Artistas
Unidos para Ganar sin Guerra), una organización pacifista liderada por
Mike Farrell (actor recordado por su actuación en la película
M*A*S*H), y elevaron una carta a George W. que decía: “La guerra
sólo acrecentará el sufrimiento humano, la posibilidad de nuevos
ataques terroristas, afectará nuestra economía y destruirá
nuestra posición moral frente al mundo”. Poco después participó
de la marcha virtual sobre Washington organizada por el anterior grupo; con
e-mails y faxes taparon las comunicaciones de la Casa Blanca. Otros integrantes
de Artists... son los actores de The West Wing Lily Tomlin, Bradley Whitford
y Janel Moloney, además de Matt Damon, Jessica Lange, Susan Sarandon,
Helen Hunt, Noah Wyle (de E.R.), Tim Robbins, Danny Glover, Ethan Hawke, Laurence
Fishburne y un largo etcétera. Hartos, los ejecutivos de NBC llamaron
a Sheen para que explicara su posición. El actor relató que casi
lo amenazaron con el despido, argumentando que su prédica antibelicista
afectaba a la serie. Recibió cientos de mails del público –todos
insultantes– y los anunciantes amenazaron con levantar las publicidades.
La Screen Actors Guild –el sindicato de actores de EE.UU.– publicó
una carta pidiendo que no se castigue a los actores opositores al gobierno y
la guerra, actitud que sugería temor a posibles listas negras. Sheen
agradeció, pero siguió adelante, y dijo: “Cada vez que me
voy de este país, cuando cruzo la frontera, siento que dejo atrás
una tierra de lunáticos”.
El señor Moore
Después de su discurso en los Oscar el año pasado (“¡Usted
es un farsante y se le está acabando el tiempo!”, le gritó
el documentalista al presidente, con su premio por Bowling for Columbine en
mano), Michael Moore continuó levantando polvareda. En seguida reveló
su pulseada con la editorial Harper Collins que amenazó con tirar a la
basura los ejemplares impresos de su libro Estúpidos hombres blancos
si no reescribía los fragmentos “ofensivos” contra George
W. Los libreros del país, que se perdían un éxito de ventas,
inundaron de mails y cartas a Harper Collins, que finalmente cedió: el
libro va por su edición número 52. Dude, Where’s My Country?,
que se editó en octubre del año pasado, pasó siete semanas
en el puesto número uno de la lista de best-sellers del New York Times.
Está preparando un documental sobre el atentado a las Torres Gemelas
llamado Farenheit 911, y amenaza con revelar las relaciones entre las familias
Bush y Bin Laden, una vez más. En su sitio, publica cartas que le llegan
desde el frente: “He recibido cantidad de correo de nuestras fuerzas armadas
en Irak. Y me dicen algo muy diferente de lo que escuchamos en las noticias.
Me dicen que les han mentido, y que esta guerra no tiene nada que ver con la
seguridad de los Estados Unidos”. En Internet, hay por lo menos diez sitios
anti-Moore, más una solicitada que pide le quiten su galardón
por Bowling for Columbine.
Bagdad Sean
Así lo llama la totalidad de la prensa conservadora, y buena parte de
la otra, después de que visitó Bagdad en diciembre de 2002 como
parte de la delegación del Institute for Public Accuracy que dirige el
periodista Norman Solomon. (Algo parecido le ocurrió a Jane Fonda cuando
viajó a Vietnam; durante años se la conoció como “Hanoi
Jane”.) Antes, en octubre había pagado U$S 65.000 por una solicitada
a página completa en el Washington Post, donde acusaba a Bush de impedir
un debate serio sobre la guerra. Ni bien volvió de Irak, Sean Penn le
dio una rara entrevista a Larry King en la que no dijo una sola palabra a favor
de Saddam Hussein, pero sostuvo que, según lo que los inspectores de
armas le habían indicado, el país no poseía armas de destrucción
masiva ni constituía una amenaza para EE.UU. –cosa que el propio
George W. Bush admitió, más o menos, la semana pasada–.
En esa misma entrevista, Penn se mostró seguro de que, en los próximos
meses, sería objeto de burla. Lo fue, y también fue objeto de
odio. Poco después, fue declarado traidor a la patria por participar
de la colección de cortos 11’9’’01 inspirados en el
atentado a las Torres Gemelas. La película jamás se vio en Estados
Unidos, donde está virtualmente censurada, y Penn fue el único
director norteamericano que se atrevió a formar parte del proyecto. Su
actitud también se ganó la antipatía de los sectores progresistas,
que desestimaron su crítica como pataleos de una celebridad millonaria
e ignorante. Siempre arisco, no participó en ninguna acción colectiva
junto a otros actores y artistas, pero tampoco se llamó a silencio. En
mayo de 2003 pagó U$S 135.000 por una página en el New York Times
que planteaba su posición pacifista y discutía su visita a Irak.
Decía: “Nuestra bandera flamea ahora en Bagdad para posibilitar
no un cambio en las condiciones de vida de sus habitantes, sino una serie de
negocios que benefician claramente a las corporaciones estadounidenses. Donald
Rumsfeld presentó a la ONU y a la opinión pública pruebas
fraguadas de la existencia de armas de destrucción masiva. Ahora que
la ‘guerra’ ha terminado, no vemos armas de destrucción masiva.
Vemos jóvenes estadounidenses y civiles iraquíes muertos”.
En diciembre de 2003 volvió al país árabe junto a Global
Exchange, una organización de derechos humanos de San Francisco, y publicó
la crónica del viaje en el San Francisco Chronicle, un texto bastante
menos incendiario de lo que se esperaba. ¿Se había tranquilizado
Penn? No. Hace quince días, le dijo a Time Out New York: “Estados
Unidos está bajo una dictadura. No tenemos autoridad moral para decirles
a los iraquíes que estarán mejor sin Hussein. El gobierno de Bush
es la mayor amenaza para nuestra gente”. Y agregó: “A diferencia
de él, tuve un padre que leyó la Constitución de los Estados
Unidos”.
Leo Penn, su padre, director de cine y teatro, fue uno de los que se negó
a firmar contra los Hollywood Ten, y por eso entró a las listas negras
del macartismo. En un clima donde pocos se atreven a hablar del tema, Penn desenterró
el fantasma de las listas negras cuando en febrero de 2003 demandó al
productor Steve Bing por diez millones de dólares, acusándolo
de incumplimiento de contrato: según el actor, Bing lo sacó de
la película Why Men Shouldn’t Marry por su opinión contra
la guerra en Irak. Bing refutó, llamó a Penn “loco incontrolable”,
pero agregó: “Si hay un precio que debe ser pagado por las preocupaciones
políticas del señor Penn, lo debe pagar el señor Penn,
no su potencial patrón”. Es muy probable que Sean gane el juicio.
También es muy probable que gane el Oscar esta noche, cuestión
que tiene a los organizadores en vilo.
La realeza en el exilio
Viggo Mortensen no parece tener demasiados problemas por su postura anti-Bush:
consiguió protagonizar la superproducción de Disney Hidalgo y
ya se confirmó que será el villano de la próxima Batman.
Quizá por eso es uno de los más arriesgados cuando abre la boca.
Apareció en el show de Charlie Rose, un talk show muy popular en EE.UU.,
con una remera que llevaba la leyenda “No más sangre por petróleo”.
Fue a la première de El retorno del rey con una remera de Naciones Unidas
–esto es considerado muy radical en EE.UU.–; visitó Cuba
como invitado de la Fototeca de La Habana –además de actor es fotógrafo—;
acaba de lanzar un disco llamado Pandemonium of America con textos contra la
guerra y Bush, dedicado a Noam Chomsky; y su editorial Perceval Press acaba
de editar Twilight of the Empire, con ensayos críticos sobre la ocupación
de Irak; desde su sitio www.percevalpress.com se puede acceder a gran parte
de literatura y sitios críticos de la política internacional de
EE.UU. Firmó el colectivo Not in Our Name. Se peleó con la revista
Time por un artículo que comparaba a El Señor de los Anillos con
la actuación de EE.UU., y cuando su carta de descargo no fue publicada,
la difundió por Internet. Y dice estas cosas:
* “La respuesta al ataque terrorista no puede ser bombardear y matar más
gente de la que murió en las Torres Gemelas”.
* “No conocemos las razones del ataque a Irak. La más obvia es
el petróleo pero también puede ser una vendetta de Bush Sr. En
este país pensar y cuestionar es sinónimo de traición,
una excusa para limitar las libertades civiles. Nuestro gobierno es increíblemente
violento, agresivo y rapaz. La gente afectada en los países periféricos
es invisible: los que no son estadounidenses o europeos son descartables. Ya
no somos los buenos”.
* “Aunque las Naciones Unidas es cuestionable, y en muchos casos hipócrita,
prefiero que esté encargada de la situación de Irak antes que
lo esté nuestro gobierno. Ver al presidente de EE.UU. amenazar a las
Naciones Unidas para que se una a la reconstrucción de Irak después
del desastre que hicieron es un despliegue de arrogancia tan aterrador como
ridículo”.
La pareja presidenciable
Infatigables, Tim Robbins y Susan Sarandon continúan su prédica
progresista, y pocas veces se los vio tan virulentos como ahora. Vistos desde
aquí parecen blandos y demasiado políticamente correctos, pero
en el clima ultraderechista de Estados Unidos, son por poco blancos móviles.
Tim Robbins también se atrevió a hablar de listas negras cuando
en abril de 2003 la ceremonia del Baseball Hall of Fame suspendió la
conmemoración del filme Bull Durham, que protagoniza la pareja, y a la
que estaban invitados. Una semana después, la United Way of Tampa Bay
canceló un evento donde iba a participar Sarandon, después de
toneladas de quejas. “Estos procedimientos son similares a las listas
negras. No hay otra forma de llamar a tan flagrante manera de hacernos callar”,
dijo Robbins.
En abril de 2003, el primer boycott contra la pareja surtió un efecto
claro: CBS puso al aire un telefilm protagonizado por Sarandon, The Ice Bound,
y cadenas de mails llamaron a no verla. Lo consiguieron: la película
perdió con todos, y la estrella del rating esa noche fue... Los Diez
Mandamientos, la película de Cecil B. DeMille protagonizada por Charlton
Heston, el líder de la ultraderechista National Rifle Association.
Los otros
Algunas declaraciones de los artistas más contundentes en su crítica:
George Clooney:
“La guerra fue la cosa más estúpida que pudo haber hecho
mi país. Como actor y hombre público, tengo responsabilidades
y debo decirlo. Y tengo que ser el vocero de todos los que tienen la misma opinión
y no pueden hablar”.
“El problema es que elegimos un gerente, y necesitamos un líder.
Enfrentémoslo: Bush es un tarado”.
“Todos sabemos que no hay ninguna conexión entre Irak y Al-Qaida.
Tratamos de probar que existía, pero no hubo caso. Y vamos a la guerra
a matar un montón de gente inocente”.
“¿Qué hizo Bush el 11 de septiembre? Huyó y se escondió.
Hasta Reagan sabía más sobre liderazgo, y Reagan sigue siendo
el peor símbolo de EE.UU. que se me ocurre. Pero por lo menos había
hecho suficientes películas de cowboys; sabía poner el pecho y
agitar un puño”.
Madonna:
“Es irónico que estemos luchando por la democracia en Irak porque
últimamente no estamos celebrando la democracia aquí. Porque cualquiera
que tenga algo que decir en contra del presidente o la guerra es castigado,
y eso no es democracia, es intolerancia”.
“Si yo fuera presidente, Howard Stern sería echado del país,
y Roman Polanski sería bienvenido”.
“Nuestra mayor amenaza no es el terrorismo ni es Irak ni es el Eje del
Mal. Nuestra mayor amenaza es la falta de liderazgo, la falta de honestidad
y una total falta de conciencia”.
Richard Gere:
“Los planes para la guerra de Bush son un mal sueño bizarro. No
hay base alguna para nada de esto. Me sigo preguntando de dónde viene
toda esta enemistad entre los Bush y Hussein, parece personal, como el capitán
Ahabras Moby Dick. Tenemos que pararlos, no hay razón para esta guerra
y en este momento Hussein no es una amenaza para nadie. Además, es absurdo
que Bush diga que todo se hace por el bien de los iraquíes, porque a
EE.UU. nunca le importó el resto del mundo y su gente. Si EE.UU. va a
la guerra sin el apoyo de las Naciones Unidas, lo está haciendo sin el
apoyo del pueblo americano”.
En campaña
Janeane Garofalo estuvo de gira por el interior de Estados Unidos con un unipersonal
llamado Tell Us The Truth, acompañada por los músicos Tom Morello
(ex Rage Against The Machine y actual guitarrista de Audioslave), el trovador
de izquierdas Billy Bragg, Mike Mills de R.E.M y otros. El show dura dos horas,
y la comediante arremete contra George W. Bush desde todos los ángulos
posibles, y no sólo contra el presidente sino también contra sus
votantes. La suya es apenas una de las giras apoyadas por liberales para atraer
los votos de los más jóvenes, entre 18 y 30 años; también
están las campañas Hip Hop Summit, Rock the Vote, Punkvoter.com
y Declare Yourself. Escribe Damien Cave en Salon.com: “Con las elecciones
del próximo noviembre, la izquierda depende no sólo del dinero
de las celebridades, sino también de la acción. Hoy, la cultura
pop y los políticos demócratas están unidos. Incluso estrellas
complacientes como Jay-Z, Dave Matthews y Drew Barrymore les están dando
su tiempo y su reputación a causas liberales”. Michael Feldman,
ex asesor de Al Gore, declaró: “Estamos confiados en el poder de
las celebridades y su influencia sobre los votantes jóvenes. Creo que
ya comprendieron que esta elección importa, y que sus resultados pueden
afectar el futuro. Con las celebridades dándoles empuje, los jóvenes
pueden convertirse en un grupo importante de votantes; pueden hacer que Bush
pierda la reelección”.
Declare Yourself se define como “una campaña nacional, apartidaria,
sin fines de lucro, para reclutar y estimular a nuevos votantes, con la intención
de que participen en la elección de 2004”. Entre sus actividades
hay tours y shows en campus universitarios, clases en colegios secundarios,
registro de votantes, etc. Aunque se declara “apartidaria”, la tendencia
de la organización es clara: en su página de presentación
en la web se puede encontrar la Declaración de la Independencia leída
por Morgan Freeman, Benicio del Toro (que tiene entre sus planes protagonizar
y producir una película sobre el Che Guevara), Kevin Spacey, Kathy Bates
y muchos más. Entre sus miembros honorarios está el ex presidente
demócrata Jimmy Carter. Pero la organización que provocó
el mayor revuelo hasta el momento es Moveon.org. Con intenciones más
amplias –pretenden “que la gente común vuelva a involucrarse
en política”–, comenzó su actividad durante el gobierno
de Clinton, y se volvió feroz durante esta administración. Tienen
dos millones de afiliados, y una agenda cargada. El músico Moby, uno
de los miembros más activos, dijo: “No es que tenemos que convencer
a la gente de que Bush es un mal tipo. Solamente tenemos que decir la verdad”.
El mes pasado, organizaron un concurso de publicidades contra la administración
republicana llamado “Bush en 30 segundos”; en el jurado se sentaban
Janeane Garofalo, el director Gus Van Sant, el comediante Jack Black, Michael
Moore y Moby. Ganó una publicidad de Charlie Fisher que muestra a niños
trabajando en diversos oficios, con el texto: “¿Sabe usted quién
pagará el enorme déficit de la administración Bush?”.
Pero cuando quisieron que la publicidad fuera emitida durante el Superbowl –evento
visto por 130 millones de personas–, la cadena CBS decidió no sacarla
al aire. Move On lo vivió como censura, y está organizando una
campaña de protesta. Pero ni ellos sabían que el dichoso Superbowl
iniciaría un ataque de puritanismo digno del siglo XVIII.
La teta de Janet
Ya se conocen los detalles de la “falla de vestuario” que dejó
al desnudo un pecho de Janet Jackson cuando bailaba junto a Justin Timberlake.
Hubiera sido un escandelete olvidable sin las consecuencias que vive hoy la
protagonista. Primero, la misma cadena CBS decidió que la hermana de
Michael no participara de la ceremonia de los premios Grammy; después,
“renunció” al papel protagónico en una película
biográfica sobre Lena Horne para ABC. Mientras tanto, la American Family
Association inició un boycott a MTV; su líder Donald Wildmon dijo:
“MTV ataca a nuestros hijos con shows que apoyan un mensaje de promiscuidad
sexual, deshonestidad, alcoholismo, brutalidad, rebelión y lenguaje profano”.
El canal acusó recibo y reprogramó todos sus videos “hot”
para después de las 22 (entre otros, el más bien simpático
Toxic de Britney Spears). La Comisión de Comunicaciones Federal está
haciendo una investigación oficial sobre el show del Superbowl, y otras
tetas son prohibidas. Gracias a las presiones de la American Family Association,
el 5 de febrero pasado lograron que la serie E.R. cortara una escena donde se
veía el pecho de... una mujer de ochenta años. Dijo NBC: “Aunque
creemos que la imagen es apropiada y está en contexto, y a pesar de que
saldría al aire después de las 22.30, desafortunadamente concluimos
que la atmósfera creada por los eventos de esta semana han hecho que
sea muy difícil para nuestros socios poner al aire esa imagen”.
John Wells, el productor ejecutivo de E.R., dijo: “Esto no es por una
teta. Cortamos esa imagen y no le hicimos ningún daño al programa.
Pero el efecto aterrador es que ahora un incidente afecta el contenido de programación
en todas las cadenas. Eso me preocupa”. También le preocupa que
el asunto de la teta sea una excusa para castigar a la serie, que critica con
dureza el sistema de salud de EE.UU.
Los locos de la red
La “radicalización” de Hollywood tiene en un grito a los
patriotas de la red, que han formado veintenas de sitios (muchas veces tienen
su contraparte en asociaciones civiles y grupos lobbistas “reales”,
además de su existencia virtual). El más importante de estos últimos
es Citizens Against Celebrity Pundits (Ciudadanos contra las celebridades traidoras),
cuya presidenta es la muy activa Lori Bardsley. En una de sus últimas
participaciones, manifestó: “Las celebridades eligieron entrar
a esta profesión para entretener al público americano en su totalidad.
Si abren la boca sobre cuestiones políticas, morales o religiosas, tienen
que esperar que se les vuelva en contra”.
El más curioso de los sitios anti-Hollywood es Patriotic Americans Boycotting
Anti-American Hollywood (www.pabaah.com). Venden una remera con “Los diez
más buscados” –usando una estética western–
entre los que están Martin Sheen, Susan Sarandon y Julia Roberts. Suman
cada día un nombre más a su “lista negra”, que va
por más de cien celebridades, y tienen una curiosa –y aterradora–
sección de “arte” donde crean imágenes merced al Photoshop
con el símbolo de Hollywood flanqueado por las banderas de la ex URS,
Francia y Cuba, por ejemplo. Una de las secciones más calientes del foro
de PABAAH! es el de “boycott a películas”. Por ejemplo, la
lista de diciembre de 2003 incluye Big Fish (porque actúa Jessica Lange,
que dijo: “Este es un momento vergonzoso para ser norteamericana”);
El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey por la presencia de Viggo
Mortensen; La sonrisa de Mona Lisa por Julia Roberts, que dijo: “Bush
me avergüenza, no es mi presidente y nunca lo será”; y Cold
Mountain porque Renée Zellweger se preguntó: “¿Por
qué vamos a la guerra? ¡Estoy confundida!”. Esta semana estaban
particularmente indignados porque muchas celebridades van a usar un pin de las
Naciones Unidas en los Oscar (que la ONU sea símbolo de “progresismo”
hoy por hoy revela cuán profundo es el oscurantismo que impera en la
nación). Escribían: “Aunque las tropas americanas siguen
en el campo de batalla, Hollywood elige usar pins que apoyan a las Naciones
Unidas, la misma organización ANTIAMERICANA que abandonó al pueblo
de Irak”.
Otros sitios son foros con información sobre los traidores como Famousidiot.com,
donde la semana pasada un Nick W. de Houston, Texas (¡cuándo no!)
dejó el siguiente mensaje: “Que Sean Penn hable de patriotismo
es como que un leproso se haga un lifting. No funciona. Si es un patriota, ¿por
qué fue a la capital del enemigo? Por supuesto, le van a dar un Oscar
este año. Jamás vi Oscar tan politizados”. March on Hollywood
es un sitio de “humor” e información que se abre con el siguiente
texto: “Las ricas elites de izquierda de Hollywood desprecian los valores
conservadores mucho más que a Hussein. Ésa es la triste verdad
sobre la izquierda”. Y a continuación enloquecen porque Terrence
Malick (La delgada línea roja) dirigirá a Benicio del Toro en
su biografía del Che: “Será una épica sobre el nazi
comunista revolucionario cubano. Guevara, por supuesto, es un bienamado de la
izquierda de Hollywood. Un hombre que ayudó a esclavizar, torturar y
asesinar a millones”. Después se burlan de Michael Moore (“un
hipócrita estúpido”), Madonna (“una puta libertaria
que felicitó a los franceses por no ir a la guerra”), etc. El sitio
también ofrece los e-mails y la dirección (cuando la consiguen)
de todos los actores listados, presumiblemente para que los usuarios manden
cartas de protesta.
El fundador de uno de estos sitios conservadores, Christopher Ruddy, acaba de
lanzar un mazo de cartas llamado “La Baraja de las Comadrejas” inspirado
en “Los Más Buscados” del Pentágono, con 54 celebridades
liberales que critican la administración Bush (George Clooney es el cuatro
de corazones, por ejemplo). Vende muy bien. Estarán locos, pero tienen
cierta legitimidad. Una reciente encuesta del Hollywood Reporter reveló
que el 44 por ciento de los norteamericanos estaba dispuesto a boicotear películas
protagonizadas por celebridades activistas.
Los Oscar atrasados
Quizá nadie diga nada. Pero eso no evita que Joe Roth, el productor de
la ceremonia, no esté un poco nervioso. “¿Cómo les
voy a decir que no a Clint Eastwood o Sean Penn? Son adultos, artistas de un
talento enorme. No me atrevería a cortar sus discursos si quieren hacerlos,
y no lo haré. Pero hablé con ellos, y les pedí que tuvieran
en cuenta lo especial de esta ocasión. Así y todo, quiero que
se sientan libres de hablar desde el corazón. Es todo lo que puedo pedirles”.
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