La noticia rebelde
Incendios, saqueos, agujeros negros de la burocracia... ¿Dónde fueron a parar las miles de horas de programación de los noticieros durante los siete años que duró la dictadura? Radar descubrió que la implementación de ese otro plan sistemático de desapariciones no logró totalmente su cometido y ofrece las primeras pistas para la reconstrucción del archivo de la memoria de los años de plomo, entre ellas imágenes nunca vistas de helicópteros del Ejército descendiendo en un campamento “extremista” en el monte tucumano.
Por Mariano Blejman
Hay una imagen de la represión nunca vista en TV: un grupo de soldados del Ejército desciende en la selva tucumana para combatir la guerrilla. Era la Argentina de 1978. La escena en cuestión debía salir al aire por Canal 12 de Córdoba. Pero nunca fue emitida, hasta el día de hoy. En el fílmico de pocos segundos al que accedió Radar, se observa un helicóptero que baja en plena selva y muestra un precario asentamiento guerrillero del ERP, armado con arbustos y palos y donde se ven rastros de una fogata. “Éstos son sus campamentos”, se alcanza a oír. Después, un grupo de militares se presenta:
–¡Buenos días, mi general! –gritan unos quince hombres.
–Buenos días. A pesar de que ya los conozco, me van a decir su grado, apellido y destino.
Los militares van pasando al frente. Uno de ellos grita:
–¡Sargento Bustos, Compañía de Comunicaciones!
El hombre vestido de combate se coloca el casco e intenta trepar a una rama sin suerte; los hombres desaparecen de la pantalla; vuelven las imágenes de un helicóptero aterrizando; desde un helicóptero se filma a otro en vuelo y a continuación se observa desde arriba un campamento militar donde luego aterrizan las dos máquinas, probablemente en las afueras de Tucumán.
Ante esas imágenes, la teoría sotto voce de la existencia de audiovisual de la época de la dictadura retorna con fuerza: ¿Fueron tomadas por camarógrafos de Télam? ¿Por los mismos militares? ¿Cómo llegaron a Córdoba? Es un misterio. Lo cierto es que hoy están en poder de Roberto Di Chiara, del Archivo Di Films, quien nunca las dio a conocer hasta hoy. Durante el Proceso, la televisión argentina hizo su propia versión de la historia. Con un detalle no menor: poco antes que el locutor Juan Vicente Mentesana leyera el primer comunicado de la Junta, Canal 13 quedó a cargo de la Marina con Carmelo Astesiano Agote; la Fuerza Aérea con Adolfo Pietronave obtuvo Canal 11; el Ejército se llevó Canal 9 y el 7 era compartido por las tres fuerzas, si bien quedó inicialmente al mando del marino D’Angelo. Desde entonces, los noticieros fueron impertérritos house-organs de una dictadura decidida a mostrar su accionar por omisión.
“Daba la sensación de que iban a gobernar para siempre”, dice Miguel Rodríguez Arias, creador de Las patas de la mentira, quien recopila cintas sobre el Proceso desde 1983. “Videla es interesante por lo que dice y por lo que no dice. Tiene una potencia impresionante. Es el opuesto a Massera: Videla es un esquizofrénico y Massera un histérico.” Los discursos que tiene Rodríguez Arias se emitieron en cadena nacional o fueron conseguidos en distintos canales durante la época en que aún eran estatales (1983/1989): “Para hacer documentales o acreditándose como investigador, estaba permitido copiar archivos de la dictadura, si uno tenía autorización del gerente”. Rodríguez Arias muestra a Videla en abril de 1976 en Canal 7. “Con autoridad moral, con desprendimiento y en un nuevo acto de servicio patriótico, se convoca al país para una tarea superior, que no admite deserciones y significa la creación de una vigorosa y renovada democracia pluralista.” Sólo dos años después, Emilio Massera redefinía ese discurso. En junio de 1978 por Canal 9 declaraba: “El país estaba ahogándose en una tempestad de sangre inocente y por eso evitamos lastimarlo más. Cuidamos nuestros actos, cuidamos nuestras palabras, para que no hubiera acusaciones, ni excesos, ni revanchas”.
También “cuidaron” las imágenes. En seis años, los canales emitieron miles de horas de programación documental: conferencias de prensa, notas en Casa de Gobierno, discursos por cadena nacional y reportajes en la calle. Sin embargo, el archivo de muchos noticieros se esfumó, como se esfuma la historia del país que quiere reconstruirse ante el derrumbe. Por desinterés, desorden o robo, los militares lograron desaparecer esascintas también. Con la llegada de la democracia, los canales no se dieron tiempo a mirar hacia atrás, aunque sí lo hiciera la Justicia: esa memoria visual quedó arrumbada en sótanos, a la intemperie o en pasillos oscuros donde las latas apiladas hacían de bandeja para el café. A partir de 1989, la privatización menemista trató de deshacerse del material por “cuestión de costos” y algunas de aquellas cintas terminaron en manos privadas que hoy funcionan como fuente documental única de canales y productores. Radar intentó rastrear el paradero de esas cintas, saber dónde terminaron y qué se hace con esas horas de historia tan poco vistas, tan vigentes.
Argentina Tartera Color
Antes de comenzar, una premisa archivista: aquello que no se sabe que se tiene, no existe. Del Consorcio de Archivos Públicos conformado por el Museo del Cine, el Archivo de la Nación, la Biblioteca Nacional y Canal 7, sorpresivamente casi todos han estado trabajando en los últimos años para intentar romper esa premisa del no existir. Incluso en el Departamento de Cine del Ministerio de Economía dicen off the record que están los discursos grabados de Martínez de Hoz, aunque oficialmente aseguran no disponer de ellos. Aun en la debacle, Memoria Abierta (agrupación de organismos de derechos humanos), intenta implementar una base de datos: “Nuestra intención es reunir y organizar toda la información sobre la época de la dictadura y las víctimas del terrorismo de Estado”, explica Patricia Valdéz, su directora.
Sin embargo, en Canal 7 todavía no se sabe qué se posee. Mónica Salomón maneja el archivo fílmico desde 1997 (videotapes está separado) y confiesa que, al parecer, hubo quienes supieron llevarse las cosas a tiempo. Lo mismo piensa Miguel Pérez, que utilizó material de ATC y Canal 9 (por cesión de Alejandro Romay) para La república perdida II. “Veíamos las planillas de ATC y aparecían títulos prometedores. Pero cuando pedíamos el rollo, no estaba. Y de la represión no había nada de nada. Era desesperante, había cosas que contar y no tenía cómo”, asegura Pérez. “Nos encontramos gente en los pasillos que nos decía: Si usted está buscando tal cosa... yo la tengo. Y aparecían con una latita que habían guardado.”
Los días claves de la historia brillan por su ausencia. Salomón calcula que tienen unas treinta mil horas desde 1956 hasta 1983 pero tan sólo 1600 son del período de la dictadura (vale aclarar que, desde el ‘80 en adelante, se utilizó el formato Umatic y el fílmico tendió a desaparecer). Las cintas de fílmico se guardaron en sótanos, camiones, pasillos y hasta algunos empleados las utilizaron como pizzeras o tarteras.
En 1978, el viejo Canal 7 (ubicado en Viamonte, entre Hornos y Leandro N. Alem) se transformó en Ar 78 y fue mudado a las actuales instalaciones de Figueroa Alcorta y Tagle. La productora Clara Zappettini recuerda cómo cientos de horas de archivo “fueron tiradas a un viejo galpón de Dársena Sur, allí en la Boca y luego se perdieron”. Zappettini agrega que alcanzó a sacar del camión –que se iba con parte del pasado nacional– unos cuarenta minutos fílmicos y mudos de su programa llamado “Memorias de la anciana dama” que versaba sobre los 400 años de Buenos Aires. Todavía guarda en su casa esa reliquia.
“No se puede saber qué se robó porque no se sabe qué había”, confiesa Salomón, quien intenta organizar una base de datos con un software cedido por Unicef. Dentro de las latas, cada nota es una espiral de celuloide, con un rótulo escrito a máquina. Por ejemplo: 25/3/76 Normalidad en Buenos Aires; 25/3/76 Armas en Bienestar Social; 23/3/76 Balbín. Sobre el ERP se encontró hasta ahora una sola nota, pero anterior al Proceso y sin que se nombre a la organización armada: se trata del secuestro del empresario Oberdán Sallustro en 1974. Utilizando una máquina hoy semiderruida se pueden visualizar con esfuerzo las imágenes de esas cintas de celuloide. Así aparece la figura de Ricardo Balbín el 23 de marzo de 1976 diciendo:“Cualquiera sean los acontecimientos, que el pueblo mantenga la serenidad”. Y, a continuación, paneos de la ciudad vacía y “normal”, pantalones pata de elefante caminando por Florida, anteojos psicodélicos y raros peinados viejos, hasta que la cámara muestra el titular del diario La Razón del 25 de marzo: “Las Fuerzas Armadas han asumido hoy el ejercicio del poder”. Tanquetas sobre la Plaza de Mayo; armas en el Ministerio de Bienestar Social; la entrada de YPF con autos cruzados en la calle y camiones destruidos. Estas imágenes fueron vistas una sola vez; no pudieron ser incorporadas a ninguno de los documentales sobre la época realizados hasta ahora.
Desempolvando un poco más, aparece una versión diferente de aquella conocida donde Videla saluda a la Selección Argentina: ésta ocurre en un cuarto cerrado, después de haber ganado la Copa en 1978. El dictador recibe una pelota con la firma de todo el plantel, Menotti incluido. Se saludan y Videla les suelta un largo discurso, aunque empieza diciendo que no tiene intención de abrumarlos con discursos. “Hoy pueden festejar con legítimo orgullo este éxito (...) Su voluntad de lucha ha sido puesta en manifiesto.”
De aquel último abril bélico que anticipó y aceleró la caída militar, no queda casi nada. Salvo el inefable José Gómez Fuentes, otrora cara victoriosa del conflicto, entrevistando a la madre de un soldado a días de comenzar la guerra:
–¿Su hijo está haciendo la patria en ese lugar tan lejano?
–Estamos contentos porque creemos que hace un bien a la Patria.
–Están contentos porque creen..., ¡muy bien! –asiente Gómez Fuentes.
Desaparecido el Trece
El 23 de marzo de 1976 a las 11.30 de la noche, Edgardo Mesa anunció desde Plaza de Mayo –por indicación de Sergio Villarruel, su jefe– que venía el golpe. La primicia fue enviada por escrito con una moto del canal. Pocas horas después, el 13 quedaba en manos de Massera. El actual jefe del archivo de noticieros, Mario Matarucco –que no estuvo durante la dictadura– reflexiona: “El orden evita el robo y la pérdida de información. Pero acá se aplicaron todas las variables posibles: robo, ignorancia, coima, indiferencia, ideología, desorden, presupuestos insuficientes y coleccionistas”. Es sabido que la Junta tenía como objetivo mantener sus acciones en secreto. De ahí el interés por desaparecer las imágenes sobre las Fuerzas Armadas. Matarucco pone un ejemplo: un equipo del noticiero que registraba un hecho policial cerca de una dependencia militar fue detenido-desaparecido durante 24 horas hasta que se confirmó su verdadera misión periodística. “Sólo tenemos algo similar a lo que aparece en La república perdida. De Malvinas sólo está lo político en Buenos Aires y en la ONU”, dice Matarucco.
El grueso del material de Canal 13 –es decir, lo que se salvó del incendio de julio de 1980– está en manos de Roberto Di Chiara, dueño del Archivo Di Film (www.archivodifilm.com.ar). El material del coleccionista no se limita al 13; también tiene algo de Canal 7 y del 11 y unas doce mil latas completas cuya mitad correspondería a canales del interior: el 7 de Mendoza, el 7 de Salta, el 5 de Rosario, el 13 de Santa Fe, el 12 de Córdoba, el 8 de Mar del Plata. Los canales nacionales tenían la hoy extraña costumbre de enviar cintas originales para emitir en el interior. Di Chiara dice haber comprado parte de su material a coleccionistas en España y en “mercados de pulgas” de Inglaterra y Francia a fines del ‘80. “Cuando quería traerlos al país no me dejaban entrarlos en la aduana.” Su archivo está hoy en Florencio Varela y dice tener galpones en Chascomús. En Varela, las latas se acomodan en pilones por todo el recinto. El productor muestra –en exclusiva para Radar– momentos inéditos donde se destaca el descrito al comienzo. Más escenas del naufragio argentino: el general Viola despidiéndose en diciembre de 1979 del “periodismo idóneo, responsable, sin el cual muy poco se podría haber realizado”, con Bernardo Neustadt muy visible a su espalda; imágenes de Canal 11 sobre la protocolar asunción de Jorge Zorreguieta en Economía (abril de ‘79) que en los últimos meses recorrieron el mundo, cortesía de Di Chiara; explicación de un notero del 13 sobre unos cuerpos encontrados en Florencio Varela, el 27/10/80 (“La policía trabaja intensamente para esclarecer este hecho”, dice, aclarando que se trata de “un delito privado”, aunque los cuerpos “lucen quemaduras y golpes en la espalda”); la reflexión de Massera en la renuncia a la Junta en 1980 transmitida por el Canal 5 de Rosario: “La clase obrera estaba fuera de cauce pero organizada y por suerte no volcada al marxismo”. Pasaron veintidós años pero la frase siguiente de Massera resuena con escalofriantes ecos familiares en la Argentina de hoy: “Con el Proceso de Reorganización Nacional queríamos la reactivación del aparato productivo, controlar el déficit presupuestario y la inflación”.
En otro reportaje de Canal 13 (19/9/80), Edgardo Mesa le pregunta a Rafael Llerena Amadeo, ministro de Educación y Cultura sobre la prohibición de Pablo Neruda: “No podemos negar su poesía, pero quien la lea y la utilice tiene que ser plenamente consciente de que Neruda advirtió que era comunista y marxista”. El propio Di Chiara filmó en 1976 una represión policial en el microcentro nocturno. “Lo hice por mi cuenta para ingresar material al archivo.” En la cinta se ven pedidos de documentos, movimientos de tropas, policías que bajan de colectivos y suben a un hombre de pelo corto, bien vestido, al carro de asalto. Unos cuadros más adelante, un cartel advierte: “Policía Federal Argentina. Transporte de explosivos”. Del Canal 12 de Córdoba hay una emisión de julio de 1977 que muestra una búsqueda de “extremistas” en la sierra. Sin sonido se ve un colectivo estrellado al costado de una ruta, armas supuestamente requisadas y un grupo de civiles mirando a pesar del frío; el micro tiene un vidrio baleado y chapa cordobesa; se ven zapatos debajo del volante y, segundos después, a un militar subiendo por la sierra rastrillando “extremistas”.
Hay, finalmente, material “de descarte” de Canal 13. Por ejemplo, Videla en 1977 contestando en Venezuela –a la demanda de un periodista– sobre el paradero de los desaparecidos. Luego de mojarse los labios, mueve las manos temblorosas y dice: “Esas declaraciones pertenecen ante (sic) el Episcopado que representa a nuestra Iglesia (...) No significan colisión. La Iglesia de nuestra Patria, bajo la voz de dos apóstoles, marca una situación que aflige a la opinión pública. El gobierno argentino acepta esas declaraciones porque es una realidad que, si no, carecería de lógica, de ocultar que en nuestro país hay desaparecidos. Pues es una realidad que debemos reconocer. Hay que explicar por qué y por vía de quién han desaparecido. Hay cinco o seis opciones para cada caso. Esa persona que desapareció, porque desapareció a la clandestinidad...”. La cinta se vela en ese momento. El material, repetimos, nunca salió al aire.
Archivo las pelotas
Canal 11 carece de material anterior a 1991, fecha en que se convirtió en Telefé e incorporó su logo de las tres pelotas. Hoy en poder de la española Telefónica Media, responde desde su oficina de prensa: “Aquí no queda nada. Se lo habrá llevado alguien, lo habrán tirado. ‘Siglo XX Cambalache’ se hacía con material externo a Telefé”. Sin embargo, según dice Marisel Flores (responsable junto a Graciela García Romero de la producción del programa conducido por Fernando Bravo y Teté Coustarot) fue realizado con material del canal. Ambas productoras se quedaron luego con ese archivo por donación expresa de Gustavo Yankelevich, “obligado” a desprenderse de él “por falta de espacio”. Después, las productoras se separaron y dividieron el material (Flores se quedó con lo posterior al’74, García Romero con el resto). “Muchas horas de la dictadura han sido eliminadas o se les cambiaron los nombres de los rótulos para conservarlas. Como sea, yo no tengo nada de la represión”, explica Marisel Flores que posee casi mil horas del noticiero del canal del ‘74 al ‘80. Allí están las imágenes que el propio canal ni sabe que una vez fueron suyas: discursos de funcionarios, actos militares, el Mundial, además de informes de plazas sucias, de choques e incendios. Para Flores “lo que enuncian Viola, Videla y Massera es clarísimo. Si bien no hay una sola filmación de la ESMA desde afuera, sí hay actos en el patio”. Flores militó en la JP y durante diez años no se animó a mirar el material. “Me cuesta mucho hacerlo. Creo que me dediqué en esos años a la imagen para no decir lo que pensaba”, asegura quien descubrió imágenes de un Diego Maradona jovencito pero alejado del sumiso estilo que se le recuerda en esa época, discutiendo con los directivos de Argentinos Juniors con el siguiente argumento: “Pedí un dinero que creo que me corresponde y decidí no jugar porque no me lo dan”. En su archivo hay un notable momento de cuando Videla dejó la Junta, donde Massera le propina un voseo que distorsiona la solemnidad del momento: “Vos, Agosti y yo hemos conformado durante dos años de trabajo tesonero en pos de los mismos objetivos, ideales y con la misma franqueza (...) Hemos pasado largas horas cambiando ideas, tomando resoluciones sobre el destino de millones de argentinos”. Videla, visiblemente molesto, le contesta de implacable usted.
Cercana en el tiempo es la declaración de Viola ante pares uniformados, haciendo mención a las desapariciones de personas: “Tremendas heridas están dadas y las bajas, los muertos, los heridos, los detenidos, los ausentes... Porque siempre el Ejército lo sabe, lo sabe y lo asiente, porque tiene sus propias heridas”. Lamentablemente, no hay manera de reconstruir el contexto: también se trata de una secuencia trunca. Lo mismo sucede con otra imagen, esta vez sin sonido, de los miembros de una “célula subversiva”. Rostros escuálidos, con miedo y resignados a la vez, todavía no identificados por Flores, que se propone hacer un largo llamado Dixit con este material.
Azul un ala
“Lo sacan de acá o lo tiramos” amenazaron los nuevos dueños de Azul aludiendo a las 350 bolsas que contenían 12.110 latas con dos mil horas de noticiero desde 1969 hasta 1983. Canal Azul –ex 9, ex Libertad– fue primero en rating durante años cuando el Zar Romay consiguió la privatización en 1984. Catorce años después, en 1998, Romay se deshizo de un problema (el canal) y los australianos querían hacer lo mismo con el archivo fílmico. Pero alguien avisó a Eduardo Fa, del Museo del Cine, quien llegó en un rastrojero a llevarse las bolsas. Hoy, el Museo del Cine, al mando de David “Coco” Blaustein, el director de Cazadores de utopías, ha recuperado, ordenado y digitalizado gran parte del material. “Son las décadas más ricas de la historia argentina”, dice Blaustein. “La dictadura no quiso memoria: encontramos atentados y secuestros pero ninguna situación de represión.” Se calcula que rescataron treinta tortas de 45 minutos cada una, del ‘72 al ‘83. Los noticieros de aquel tiempo salían al aire y se evaporaban como la memoria de un elefante acalorado. “Lo más probable es que muchas cintas estén en el interior del país donde mandaban los originales. La Universidad de Córdoba posee cuantioso material que también está organizando”, informa Fa.
No sólo desapareció lo filmado durante la dictadura. También se detectaron trabajos de “inteligencia” sobre períodos anteriores. La perlita que encontró Fa fue donada por un museólogo de Casa Amarilla (Museo del Servicio de Inteligencia Naval) con una filmación de la Revolución Libertadora que muestra los bombardeos como si el camarógrafo tuviera el libreto de lo que va a suceder. “Pero de esas cintas faltan partes que figuran en el índice. A veces son notas enteras. Evita, por ejemplo, está desaparecida.” Entre las cintas de Canal 9 puede verse a un rozagante Raúl Alfonsín sentado en las primeras sillas del Luna Park el 7 de diciembre de 1983.
–¿Qué espera de esta etapa? –le pregunta el periodista.
–Seguir caminando en el país, por la reconstrucción democrática.
Hay también toques de realismo mágico: Leopoldo Fortunato Galtieri junto a Bussi comentando: “¡Qué rica comida que comen los soldados aquí en Tucumán!”; un sargento Almirón entrevistado por César Mascetti después de la Guerra de Malvinas (“La pena más grande es habernos rendido, pero los superiores lo quisieron así”); Suárez Mason hablando sobre fútbol en época mundialista con el periodista Julio César Caram (“Como representación del pueblo, la Selección es brillante”); Reynaldo Bignone anunciando en diciembre de 1982 –semitapado por un enjambre de micrófonos sin identificación de canal– que las elecciones serán en 1983, “probablemente en el último trimestre”, mientras el inefable Corso Gómez logra alzarse por encima de la muchedumbre, para interrogar si la entrega del poder será en 1984. Bignone evade la respuesta que hoy todos conocemos.
Crónica de
últimos
secuestros
A pesar de la escena descrita en el comienzo (que demuestra que hubo efectivamente camarógrafos filmando operaciones militares con el beneplácito del Ejército) nunca se confirmó oficialmente la existencia de material de esa naturaleza en poder militar. Algunos documentalistas golpearon los cuarteles en la búsqueda. Radar devela una historia oculta al público: en 1999, Bignone dio a préstamo al Archivo General de la Nación unas diez horas de valor testimonial: actos de gobierno, situaciones personales, asunciones, visitas presidenciales. Hoy en detención domiciliaria por apropiación ilegal de menores, Bignone fue el último presidente de facto y, como tal, quemó el botín de guerra de sus secuaces y antecesores con el decreto secreto Nº 2726/83 que ordenaba destruir toda documentación sobre detenciones y desapariciones. Lo que hace doblemente sugestiva su donación de imágenes vivas, aunque triviales, de los tiempos en que supo regir el destino de los argentinos. Claudia Perel, jefa de audiovisuales del Archivo General de la Nación cuando se realizó la “donación”, recuerda que el ex general cedió el material a cambio de una copia en VHS. “Nosotros no teníamos plata para la copia y era muy difícil además conseguir una máquina para ese formato que no empastara los cabezales. En ese momento los productores de ‘Puntodoc’ se ofrecieron a copiarlo a cambio de que se lo prestáramos para su programa.” Radar intentó comunicarse telefónicamente con el ex general; sólo logró llegar hasta su mujer, quien explicó que su esposo “guardó ese material como uno guarda todas las cosas que hace en la vida”.
Perel trabajó en el Archivo desde mayo de 1982 (“en esa época no entraba nada”) hasta hace dos años, cuando pasó a América. Del otrora Canal 2, dice, “se llevaron todo o nunca existió”. Hoy, el AGN tiene una sola hora audiovisual sobre toda esa época. Fue donada por Diego D’Angelo y muestra las siguientes secuencias: la asunción de la Junta, la salida de Isabel, la asunción de Galtieri con el escrachado Roberto Alemann asomando por ahí y una seguidilla de imágenes de las elecciones del ‘83, con Alsogaray, Frondizi, Luder y Frigerio votando, mientras el audio aclara que entre radicales y justicialistas juntan el 82 por ciento de los votos y la 9 de Julio festeja el triunfo de Alfonsín. El AGN tiene también “cintas abiertas” (material que se usaba para grabar los programas de ficción, a diferencia del fílmico que se usaba para lo documental) del Canal 7. Y, a tres años de comenzar el copiado de las 530 horas del Juicio a las Juntas, sigue sin terminarse el trabajo. Esos crudos históricos, tomados por Canal 7, están en la Cámara Federal (hay copia, curiosamente, en el ParlamentoNoruego, donde según Ricardo Gil Lavedra fue ubicada en el archivo junto a la Constitución de dicho país).
De Héctor Ricardo García, dueño de Crónica TV, se dice de todo: que tiene material copiado de su paso por Canal 11 hasta 1973; que no tiene nada y le prestan; que Telefé le compraba material; que se llevó el archivo del Canal 2 y que no presta a nadie lo que tiene. García es reacio a las entrevistas. Prefiere usar sus documentales históricos –que aparecen sorpresivamente en Crónica– para contestar. Su amiga Pinky utilizó algo de ese material en “Parece que fue ayer”, aunque el ciclo nunca revisó la época de la dictadura. Así como el material documental de los noticieros venía en fílmico, y la ficción con cintas abiertas reutilizables desde 1961, los programas en vivo (incluyendo el corpus de los noticieros) no se grababan. Pinky descarga: “Estuve más de veinte mil horas en cámara. Pero cuando me muera, van a tener que ilustrarme con fotos”.
La productora Lowe realizaba en aquellos años los semanales Noticiero Panamericano, Argentina al Día y EPA. Erico Wallfisch, su director técnico, recuerda: “No sufrimos hostigamiento porque hacíamos algo neutro, sin compromiso político”. Pero Lowe sufrió un incendio –otro incendio más– donde se perdió material y al tiempo fue vendido. Sus nuevos dueños ofrecieron el archivo al AGN por cuatro millones de dólares. La venta nunca se concretó. La compañía se fundió y se liquidó. “El material estaba en un depósito que pasó de mano en mano. El que guarda hoy parte de ese archivo es Federico Parrilla, ex compaginador. Tiene algunas imágenes de Videla y notas informativas sobre el Mundial”, dice Wallfisch. Muchos preguntan si el material se vendió afuera. Se sabe que los archivos ingleses cuentan con los discursos completos de Galtieri, así como se dice que la embajada norteamericana también tendría imágenes.
Miguel Pérez devela el misterio de dónde sacó imágenes de la represión para La República Perdida II: “Las inventamos con una propaganda de identificación hecha por Lowe: una ambulancia, un camión celular, una requisa, unos soldados en domicilio particular, un barrio ocupado”. Pérez asegura que Jorge Casal, dueño de una pequeña productora que trabaja para noticieros del exterior, también cedió imágenes: de la rendición de Malvinas y la represión de la marcha de último acto político del Proceso. Eduardo Orenstein, que fue corresponsal de CNN durante la dictadura, donó a TEA Imagen unas horas de la época, rodadas por la televisión alemana (donde trabajó después), que están en NTSC y todavía no han sido revisadas. Pero si alguien investigó la guerra de Malvinas en imagen, es Federico Urioste. Desde 1987 hasta 1996 recorrió cielo, tierra y mar para armar el documental Hundan al Belgrano. Urioste fue desde la BBC a la Independent Television News (que cobra U$S 1000 el minuto) donde no pudo acceder a “material reservado”; tuvo apenas más suerte en Canal 7 donde “mucho desapareció o se lo llevaron los servicios”, y el 13 “que estaba bastante desordenado”. Urioste asegura que había un corresponsal de Télam en las islas, que filmó durante la guerra, de apellido Rotondo. “Él tiene un archivo al que yo no tuve acceso.” Además, Urioste recibió la donación de un extraño archivo particular cuyo dueño se apellidaba Bolla. Como postre visual, revela quién impulsó esa ferviente tradición argentina de deshacerse de la historia al mejor postor: “Durante el conflicto se estableció una oficina en el Sheraton donde remataban públicamente material de Malvinas a las agencias extranjeras”.
La memoria del descarte
Las imágenes construyen identidades, a partir de relatos cotidianos. ¿Y qué relato más fuerte que aquel que puede mirarse? Por eso, el dato es sintomático: a veintiséis años del golpe de Estado –y a veinte de la Guerra de Malvinas–, la memoria argentina sólo tiene para reconstruirse material de descarte. En oscuros sótanos de Florencio Varela y galpones de Chascomús, en archivos públicos y privados, a pulmón, paso a paso y casi sin recursos, siguiendo pistas falsas y conexiones truncas, se reconstruye lentamente la historia audiovisual de este país después de décadas de robos, pérdidas y desaparición sistemática de imágenes. Porque, además del secuestro y desaparición de personas, quedan pruebas sobradas de que la dictadura militar quiso borrar del mapa las imágenes del horror. Mal que les pese, algunos de esos fotogramas se salvaron, y amenazan quedar incrustados como esquirlas de un pasado que, día a día, se hace más presente. De seis años completos, de miles de horas de noticieros, aún intervenidos por el gobierno militar, se salvaron mil seiscientas horas en Canal 7, tres mil de Canal 13, casi mil de Canal 11 y unas 250 horas de Canal 9. La mayoría e