Domingo, 11 de julio de 2004 | Hoy
DROGAS
En un esfuerzo por sus lectores, Radar rastreó la variedad de plantas alucinógenas que proliferan en campos, bosques y paredones ferroviarios desde Humahuaca hasta Malvinas. El resultado: el mapa psicodélico de la Argentina.
por
Marcela Osa Un
viaje sin salir de casa |
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Floripondio Variedades argentinas: Brugmansia arborea, Brugmansia purpurea. Modo de consumo: las semillas se muelen y se mezclan con bebidas fermentadas o como una infusión hecha de hojas. Principio psicoactivo: escopolamina. Contraindicaciones y advertencias: a menudo causa intoxicaciones tan violentas que es necesario sujetar al individuo que lo consume antes de que entre en el profundo sopor de las visiones. Ante cualquier sospecha debe aplicarse un lavado gástrico y tratarse al paciente con carbón activado o con un inhibidor de la colinesterasa como la fisostigmina, por lo que debe considerarse como urgencia médica. |
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Jazmín
del Paraguay Variedades argentinas: Brunfelsia uniflora y Brunfelsia australis. Modo de consumo: se utiliza combinada con ayahuasca, para aumentar las alucinaciones. Principio psicoactivo: escopoletina. Contraindicaciones y advertencias: puede provocar falta de coordinación, temblores, depresión y, en caso de sobredosis, coma. |
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Para volar
por los Andes Las voces de la región cuentan que los espíritus de los guerreros muertos habitan en ellos, y que siguen custodiando por la eternidad el paisaje que se extiende desde Jujuy hasta Mendoza. En otros tiempos, la huachuma o achuma (dos de los nombres originales del San Pedro) fue utilizada en rituales curanderos y de adivinación. Aunque hoy su identificación se complica porque muchos conocen aquella versión nativa (el Trichocereus terscheckii) como cardón, a secas, nombre popular atribuido a varias especies de cactus. Diego J. utiliza el San Pedro como un medio personal de conocimiento y acompaña a personas que experimentan la planta en sesiones grupales. “El San Pedro argentino pega muy fuerte. La experiencia no es alucinatoria sino que expande la conciencia, ves lo mismo, pero de una manera más real y brillante. Te da mucha capacidad de acción, fuerza, te hace experimentar el sentido comunitario verdadero. Es jugar a los indios, pero de verdad.” El uso actual del cactus recibió una fuerte influencia cristiana, empezando por el nombre. De alguna manera, el sincretismo de creencias se tradujo en las visiones, que incorporan a figuras católicas, como la Virgen María o Jesús. El enigma late en los pliegues de la mente humana: al parecer, la información psicoactiva se presenta de acuerdo al sistema cultural de quien consume la planta. “La huachuma es María, es la Pachamama, es los abuelos de los Andes”, continúa Diego. “Trae el recuerdo de los primeros hombres frente a un fogón; uno oye su propia voz cantando. A algunos, el rostro de este ser tan bello les da pavor. Otros atraviesan la experiencia de la muerte, y tienen mucho miedo. Nadie se muere físicamente, pero pueden pasarla mal. Lo que se produce, y eso es lo que asusta, es un desmembramiento de la estructura mental. Tu mente se desespera.” San Pedro |
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Las mensajeras
de los dioses Algunas plantas son conocidas por un nivel de toxicidad que las convierte en peligrosas. A pesar de esto, muchas fueron y son utilizadas por grupos aborígenes. En el estudio Farmacobotánica y Farmacognosia en Argentina, coordinado por Aníbal Amat, que abarca investigaciones de destacados especialistas, realizadas entre 1980 y 1998, se consigna el uso de varias de estas filosas mensajeras de los dioses. “En algunas etnias del Chaco, para que el iniciado adquiera sus poderes, se suele beber ciertos brebajes, que probablemente provoquen intoxicaciones o alucinaciones. Pudimos detectar el uso de plantas muy tóxicas entre los lenguas. Tales son la mandioca brava, la sacha-sandia o el palam-palam. También los ayoreos ingieren el jugo del tabaco macerado, y los chulupíes emplean diversas solanáceas, particularmente algunas especies de Datura y Brugmansia. Una vez experimentados los efectos psicoactivos provocados por su ingestión, nunca más estos iniciados recurren a su uso.” ¿Por qué? “Porque en estas sesiones acceden a un conocimiento profundo que los habilita como especialistas.” |
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El sombrerito
de Dios Los psilocybe, hongos mágicos tan apreciados por los chamanes mexicanos, guían el camino alucinógeno hacia el sur del país, donde crecen amparados por la humedad de las costas argentinas y la penumbra de los bosques andinos patagónicos. Estos pequeños botones vegetales necesitan ser identificados con precisión antes de ingerirse, ya que algunas variedades son peligrosamente venenosas. Para hacerlo, se estudian sus tres partes: la “carita” (el sombrero), el “piecito” (tallo) y su “dentro” (el interior). No hay registro de su utilización en tribus originarias de la zona, pero pocas plantas sagradas recibieron tanta veneración como los hongos en todas partes del mundo. Muchos psiconautas argentinos son fervientes devotos de los psilocybe, y los consumen en sesiones neochamánicas que duran toda una noche. “En las ceremonias se cantan invocaciones curativas, igual que en los ritos tradicionales”, cuenta Julia, asistente habitual de estas reuniones que se organizan tanto en la Capital como en el campo, y en ciertos puntos geográficos de energía mística comprobada. “Los hongos te hablan, como decía la chamana mexicana María Sabina. Al principio te recorre una electricidad por todo el cuerpo, y te llegan mensajes uno tras otro, que tienen que ver con vos, con la vida, con el Todo, porque se experimenta la unidad de todo.” Algunos entendidos combinan psilocybe con sustancias químicas, como LSD o éxtasis, para expandir su conciencia hacia reinos aún más audaces. “Los hongos son perfectos si buscás una experiencia contundente”, confirma Julia. “Siempre te conectan con la Tierra, entonces no hay riesgos de quedarte colgado en la estratosfera. Es importante la intención que tenés en el momento de tomar la planta. Yo la veo como un viaje de autoconocimiento, no como algo lúdico. Además, nunca hay garantías de que te traten amigablemente. A veces la pasás muy mal. Pero es todo por tu bien: ellas saben qué tipo de sacudón necesita cada uno.” Hongo mágico |
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Un sonido alucinante
En los pantanos de Santiago del Estero, Córdoba, Formosa y Salta, crece un arbusto de flores amarillas que, en la medicina folklórica local, fue utilizado como remedio para la “desinteria”. Se trata del quiebra arado, nombre que ganó a fuerza de enganchar sus duras raíces en cualquier maquinaria agrícola que le pase por encima. En el altiplano mexicano es conocida como sinicuichi. En Brasil se la llama abre o sol y herba da vida. Y su peculiaridad, que la distingue de la mayoría de las plantas psicoactivas, es que produce alucinaciones auditivas: los sonidos se deforman, se focalizan y cobran relevancia protagónica. El químico Richard Evans Schultes, en su Libro dorado de los alucinógenos, menciona que “los sonidos parecen venir distorsionados desde muy lejos. Esta planta es un alucinógeno cuyas características son auditivas y no visuales”. En otro informe, firmado con Albert Hoffman, agrega: “Los nativos creen que el sinicuichi tiene propiedades sagradas sobrenaturales; sostienen que ayuda a recordar y rescatar eventos que tuvieron lugar muchos años atrás, como si hubieran pasado ayer. Otros aseguran poder recordar situaciones pre-natales”. ¿Cómo se ingiere? Se consumen sus hojas, de sabor ligeramente cítrico. La planta acondiciona las circunstancias corporales para que la escucha sea una experiencia de lo más acolchonada, provocando un efecto muscular relajante, y una percepción adormecida del espacio y el tiempo. Los testimonios la califican también como onirogénica, es decir, que favorece sueños lúcidos y muy vívidos. Quiebra arado |
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El videogame
de los chamanes En el norte y el noroeste, el aroma de las semillas tostadas del cebil aún sobrevuela por las selvas de Yungas y los ingenios azucareros. Este árbol sagrado iluminó a chamanes wichís, lules, abipones, entre otras tribus de la zona, algunas de las cuales todavía conservan la tradición de su consumo. “El cebil se utiliza en rituales de iniciación y otros ritos chamánicos; el que quiere aprender, primero tiene que aspirar esta sustancia”, cuenta Scarpa, quien está trabajando actualmente en el Chaco, registrando el uso y significación de las plantas en la región. “El objetivo último de esta aspiración es provocar un estado alterno de conciencia, con el fin de volar, viajar y acceder al mundo de lo sobrenatural, que es el mundo de su mitología. El cebil conecta a los chamanes con sus espíritus auxiliares, que lo van a ayudar en su tarea terapéutica, adivinatoria, de brujería, clarividente o de prevención. Así él accede a otros planos de sus mundos con el fin de prever males o curar a la gente.” ¿Por qué es necesario acceder a otros mundos para curar a la gente? Porque, para quienes ven el mundo a través de los ojos del cebil, una de las causas de las enfermedades es que el alma es raptada por deidades maléficas u otros chamanes, que la internan en las profundidades del inframundo o en otros planos de su cosmología. Cuando el chamán ingiere el cebil, es capaz de acceder a esas realidades y rescatar al alma para traerla de nuevo a la Tierra. Como en un videogame, a los cinco o diez minutos de inhalar la sustancia, el timer comienza la cuenta regresiva de veinte minutos tridimensionales, en los cuales el curandero quedará inmerso en el reino del no tiempo. Una vez allí, deberá metamorfosearse en un animal o insecto, hacer contacto con sus aliados y atravesar con éxito los obstáculos que le deparan los mundos geométricos, simétricos y cristalográficos del cebil. Su propio espíritu navegará entre serpientes y gusanos hasta encontrar el nudo donde quedó enredada el alma fugitiva. Luego, el rescate y el viaje de vuelta. El cebil también otorga el poder de la visión, y permite ver el cuerpo del paciente transparentado, dejando al descubierto a las entidades causantes de la enfermedad, seres con forma de alimañas y gusanos, que el chamán succiona y escupe. Es interesante que este ritual de curación, con singularidades, se repite en toda Sudamérica. Los chamanes argentinos gozan de buena salud, a pesar de que muchos trabajan en los ingenios azucareros del noroeste. El cebil es uno de los principales bastiones de resistencia. Los residentes en zonas alejadas aprovechan las migraciones laborales para conseguir provisiones de las semillas sagradas. Cebil |
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Pampita potente Apenas poner un pie en los campos pampeanos se percibe la emanación psicoativa de una especie poderosa de Datura, un género de plantas que acompañó ceremonias ancestrales desde China hasta el Nuevo Mundo. Su relevancia quedó plasmada en mitos y leyendas que la posicionaron como embajadora de extraños universos, que tanto pueden ser iluminatorios y reveladores, como oscuros y mortíferos. Detrás de la más oriental de las murallas, aún se recuerda que sus flores llovieron sobre Buda mientras predicaba. En la India se la conoce como Penacho de Shiva, el dios de la Creación y la Destrucción, quien la sostiene en una de sus cuatro manos. En la Edad Media, las brujas europeas la usaban para volar y como ingrediente principal de ciertos hechizos. Entre los huicholes de México se la asocia a Kieri, un brujo peligroso que puede causar la locura y la muerte. Castaneda hizo famosa una de sus especies al presentarla como toloache, una de las plantas aliadas de su enigmático Don Juan. En la Argentina, la especie se llama Datura ferox, alias chamico. Scarpa la define como “una maleza cosmopolita, presente en nuestras pampas, en las vías, en los márgenes de pueblos y ciudades, en cualquier lado. Sus decocciones son tóxicas, como la mayoría de las preparadas con solanaceas. Hay gente que no se despierta más. También se usa en medicina folk, como en Formosa, donde se recetan cigarrillos de chamico para la sinusitis. Tiene efecto drástico, así que sólo se necesita un toque. “Apenas te destranque, tenés que dejar de fumarlo.” La bibliografía y los reportes de consumidores confirman que la planta comunica con seres que se encuentran en otra dimensión, y pareciera que la persona hablara sola mientras, en realidad, mantiene conversaciones con el aire circundante, o con un árbol. Un comentario frecuente es que en varias ocasiones se tiene la certeza de haber regresado del viaje psicodélico, hasta que un detalle o situación exótica revela que la experiencia aún está ocurriendo. Si a esto se suma que los efectos del consumo pueden durar hasta tres días, es válido etiquetarla como no apta para paranoicos. Datura |
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¡Las
pernettyas son argentinas! Ningún mapa de la Argentina puede considerarse completo si no incluye a las añoradas Islas Malvinas. Y mucho menos éste. La hierba loca, alias Pernettya furens, es un baluarte chamánico que día a día asoma sus pétalos al albiceleste panorama austral. La pernettya crece en muchas áreas de Sudamérica, pero en la Argentina sólo se encuentra en el archipiélago. Algunas tribus la agregan al San Pedro para exacerbar las visiones. Y se dice que esta dama de flores engamadas en blancos y rosas, cuyos efectos son similares a los de la datura, es capaz de causar “confusión mental, locura y hasta demencia crónica”. Hierba loca |
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Las estrellas
del sur Al sur de los micológicos bosques patagónicos, la escena psicoactiva comienza a apagar las luces de brillantes colores. El antropólogo Ernesto Piana, Investigador Principal en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic), es tajante al definir el paisaje botánico que trasluce la ventana de su gabinete, en la blanquísima Ushuaia. “Respecto de alucinógenos o estimulantes, olvídelo. No hay oferta natural en Tierra del Fuego. Los únicos que tienen alcaloide son los berberis (calafate y michay), pero en tan ínfimas cantidades que debería comer un par de cientos de kilos de frutos en una sola sentada. Antes muere en el inodoro. Ninguno de los hongos de acá es alucinógeno. La mayoría se pueden consumir, y fueron consumidos. Hay alguno tóxico, pero ninguno netamente venenoso. El más importante fue el pan de indio.” |
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