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Domingo, 1 de agosto de 2004

BARES Y RESTAURANTES

Las mil y una noches

Por Cecilia Pavón

La pálida luz de la lámpara de papel con forma de estrella que cuelga del techo altísimo termina de completar el carácter de ensueño de esta sesión musical. Tres argentinos vestidos con babuchas y camisolas de lino bordadas hacen sonar instrumentos provenientes del Norte de Africa. De repente, la dulzura de la flauta –esas mismas que se usan para encantar serpientes– es sepultada por la estampida de tumbadoras furiosas que se aceleran como una carrera de elefantes. “Este es un tema de los barrios pobres de El Cairo, algo así como la cumbia villera pero egipcia”, dice el cantante del Douglas Felis Grupo, dedicado hace tiempo a la investigación de la música popular árabe. Si uno cerrara los ojos sería muy fácil olvidar que es jueves a la noche, que se está en Palermo: lo que se escucha suena ciento por ciento auténtico, árabe y lejano. Al entrar a No avestruz, el sitio que permite sacar la cabeza fuera de la tierra y otear el horizonte musical, hay que atravesar un pasillo larguísimo pintado de azul, luego un patiecito con enredadera, y finalmente se llega a un galpón de dimensiones medianas en el que sin conciencia design se esparcen mesitas ratonas, sillas y sillones de todos los estilos. Abre de jueves a domingo y ofrece diversos espectáculos pero su fuerte es la música, no importa el género: jazz, folklore (de todas partes del mundo), jazz fusión, música clásica contemporánea, música sin nombre, pop de autor, etc. También se puede cenar, pero hay que apurarse a pedir antes de que empiece el show porque entonces los camareros dejan circular, lo cual no es un dato menor, ya que gracias a este gesto se crea una intimidad entre el artista y el público que es difícil de encontrar en otros lugares de esta clase. Un clima frágil de escucha cuidadosa, de comunión. Quizás esto se deba también a la falta de escenario, sólo la iluminación marca el límite entre el intérprete y los oyentes, que tienen la oportunidad de desparramarse sobre los cómodos sillones con algún vaso en la mano. El ambiente se parece más al de una reunión, un gran living o un loft en el que todos hacen silencio para escuchar los hallazgos musicales del amigo. Entre algunos de los shows memorables que tuvieron lugar en estos casi dos años de vida, están los conciertos del Mono Fontana con Santiago Vázquez, los ciclos de cuatro meses de Puente Celeste, a Juan Quinteiro y Luna Monti sonando acústicos y en ronda para veinte personas, los shows mutantes de la Orquesta del Gato Cabezón, Ernesto Snajer, para nombrar sólo algunos. Por ahí se rumorea que No Avestruz se volvió el escenario favorito de muchos músicos que a veces cancelan fechas en algún teatro importante para tocar acá, aunque se pierdan un cachet más importante. Quizá por esta razón los organizadores puedan permitirse cobrar una entrada accesible. Igualmente accesibles son los menús preparados por la gastrónoma Cecilia Albano. Sus platos que no superan los $5 merecen justamente el nombre que ella les dio: “sabores que matan”. Con combinaciones osadas, logra sabores sofisticados a partir de ingredientes simplísimos, por ejemplo la sopa rústica de zanahoria, naranja y jengibre, o el café a las siete especias, un café aromático y especiado que puede sacar el frío de cualquier cuerpo. En julio se podrán ver entre otros los siguientes shows: el Gordo Loco trío presentando su disco Tecnofogón (Jazz experimental), Sebastián Zanetto & Luciano Alonso con Todos por dos pianos (improvisación), Axel Krygier en concierto acústico, Damasia & Navegantes (candombe, tango y folklore). Por la variedad y rotación de espectáculos mucha gente se hace habitué de No avestruz, y ya empieza a ser como parte de la casa, por eso sus organizadores decidieron entregar el título de “Socio Vitalicio” a dos afortunados que concurran con asiduidad. Esta mención honorífica, que se entrega en la fiesta aniversario, les permite el acceso gratuito a todos los espectáculos del espacio, de aquí a la eternidad.

No avestruz-Lugar común está en Humboldt 1857 y abre de jueves a domingos desde las 21.
Entradas desde $7. Reservas al 47 71 11 41 y
[email protected].

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