Domingo, 8 de agosto de 2004 | Hoy
INFORMáTICA
De paso por la Argentina, donde se entrevistó con el ministro de Educación, Daniel Filmus, recibió un Doctorado Honoris Causa en Salta y charló con legiones de nerds fanatizados, el programador y hacker norteamericano Richard Matthew Stallman se hizo un tiempo para contar en qué consiste la revolución del software libre que promueve, cómo piensa liberar el ciberespacio y en qué cambiará la sociedad cuando los usuarios de computadoras se liberen del yugo de Microsoft.
Por Federico Kukso
MISION
POSIBLE
¿Está cansado de que le hagan entrevistas en cada lugar
que visita?
–La verdad que no: nunca me canso de las entrevistas porque forman parte
de mi misión, que es para lo que vivo. Me gusta hablar con la gente
sobre el software libre, dar charlas y conferencias.
Pero, ¿no le hacen siempre las mismas preguntas?
–No las recuerdo tanto como para saber si son siempre iguales. Cuando son
preguntas importantes para comprender el software libre, no me molesta informar
y volver a responder lo mismo. Para mí es una oportunidad de hablar
con la gente.
Acaba de decir que tiene una “misión”. ¿En qué consiste?
–En liberar el ciberespacio y a los habitantes del ciberespacio. Liberar
el uso de computadoras.
¿Y eso cómo se hace?
–Sustituyendo el software privativo por el software libre. La idea del
software libre constituye en sí una filosofía. La idea es
que el usuario de una computadora tiene el derecho ético de saber
qué hace
el programa. Tiene el derecho de cambiar el programa y difundir copias
del programa entre sus prójimos, con o sin cambios. Esta idea ética
es la base del movimiento. Todo lo que hacemos es para garantizar estos
derechos.
¿Cuáles son los valores que están detrás
del software libre?
–Comunidad y libertad. El software privativo mantiene a los usuarios en
estado de división e impotencia porque se les prohíbe compartir
copias con los demás y no tienen el control total sobre lo que hace el
programa. Entonces: impotencia. El software libre reemplaza ese estado de división
e impotencia por una situación de libertad y comunidad: los usuarios
pueden formar las comunidades que quieran, pueden cooperar, pueden compartir
y tienen el control de lo que hace el programa. Pueden hacer cambios individual
o grupalmente.
Suena un poco utópico, ¿no?
–Sí, pero posible.
¿Cómo se imagina que funcionaría el mundo sólo
con el software libre?
–De un modo no muy distinto que el mundo actual, supongo. Habría
un poco menos de concentración de riqueza, porque el software privativo
es un sistema que tiende a que pocos tengan mucho. Quizá también
el software funcione mejor. Si el programa no hiciera lo que uno quiere, el usuario
podría cambiarlo o pagarle a un programador para que lo cambie (que el
software sea libre no quiere decir que sea gratis). La libertad tiene un valor,
y no sólo para programadores. No habría problemas insolubles porque
no habría desarrolladores que estuvieran en desacuerdo con resolverlos.
Con el software privativo, por ejemplo, si el desarrollador no quiere hacer un
cambio, el usuario no tiene recursos. No puede cambiar el programa sin la cooperación
del desarrollador. Este problema no existe en el mundo libre.
¿Cree que con el software libre es posible que los programas evolucionen
más rápidamente?
–Claro que sí, pero para mí eso es un beneficio secundario:
la libertad y la comunidad son los valores principales. Prefiero un programa
que haga menos pero respete mi libertad antes que un programa que funcione mejor
y me quite esa libertad. Por eso lancé el movimiento. En 1983 casi no
había software libre, ningún sistema operativo de software libre.
No había alternativa. Rechacé la vida de usuario de software privativo
porque no es una vida ética.
¿Y eso qué significa?
–Eso: que decidí no usar más software privativo.
¿Ni uno solo?
–Ni uno. Para ser un usuario legal de programas privativos comunes primero
uno tiene que firmar un contrato de no cooperación con los demás.
Para mí firmar eso no es ético. Para poder usar una computadora
sin firmar ese tipo de contratos he desarrollado otra opción, un sistema
libre, el GNU (que ahora se corre junto a Linux, o sea GNU/Linux), que se puede
usar sin asumir el compromiso de no cooperar con los demás. Fue un gran
trabajo construirlo. Pero tenía que hacerlo para vivir una vida ética.
¿Cumplió con los objetivos con los que empezó el
movimiento?
–No, seguro que no, porque el objetivo es la liberación del ciberespacio
y todavía no lo hemos hecho por completo. Pero al menos hemos dado muchos
pasos hacia la liberación. Hay algo así como 30 millones de personas
que usan sistemas operativos libres. Es mucho. En 1983 no había ningún
programa alternativo; ahora hay dos o más. Sí, creo que hemos avanzado
mucho en dirección a la libertad, aunque no la hemos alcanzado.
Hay mucho por hacer.
¿Se puede usar el software libre con intereses negativos?
–Sí, es posible, como los grabadores, las tazas y los coches. La
culpa no es del software libre. Cuando la herramienta es muy general, sin
duda se puede usar con fines malos. Pero no tener esas herramientas generales
no es mejor.
¿Por qué cree que la palabra “hacker” se asocia
con criminal?
–Fue un error de los periodistas de la década del ‘80. Para
nosotros, un hacker es el que usa una computadora para divertirse con la inteligencia.
Es divertido cambiar los programas. El espíritu hacker es precisamente
el de un bromista. Los periodistas sólo prestaban atención a la
cuestión de romper las reglas y hacían caso omiso de lo lúdico
del hacking. Pensaban que ser hacker era burlar la seguridad, nada más.
Pero hay y había hackers que nunca o rara vez burlaban la seguridad. Nosotros,
los hackers, ya en los ‘70 teníamos una comunidad con una cultura
local. Entre los motivos para lanzar el movimiento del software libre estaba
el de reconstruir esa comunidad. Para participar de ella sólo se
necesitan una computadora y el sistema GNU/Linux.
Usted dijo que los programas son como recetas de cocina que deberían
poder intercambiarse. ¿La solución sería dejar que
circulen libremente?
–Sí y no. La solución es no usar el software de Microsoft.
El uso del software privativo siempre te pone en peligro de quedar sujeto al
que desarrolla el programa, porque él es el que tiene el poder. Ser libre
es no tener amo. Microsoft y los que desarrollan softwares privativos quieren
convertirse en los amos del ciberespacio, y vivir bajo su poder no es tener una
vida libre. Así que hemos construido otro continente en el ciberespacio,
donde no hay amos, para vivir en libertad. No había indígenas a
los cuales robarles el continente porque no existía antes de que nosotros
lo construyéramos. Y tiene espacio para todos.
LA
COMPUTADORA, EL GURÚ Y
UN ESCAPE
¿Se acuerda de su primera computadora?
–Nunca he tenido computadora.
¿Cómo que no? ¿Y
esa que tiene al lado suyo?
–No es mía: pertenece a la Fundación Software Libre.
¿Pero cuál fue la primera que usó?
–Una IBM modelo 370. Una antigüedad. Yo tenía 12 años.
¿En qué está trabajando ahora?
–En promover la filosofía del software libre, no en programar. A
veces programo porque me gusta, pero no tengo mucho tiempo. Si no tuviera este
trabajo, me gustaría programar más. Supongo que no podría
hacer los programas como antes porque estoy viejo y mi mente ya no funciona como
antes. Todavía podría escribir programas, pero hay trabajo por
hacer. Tengo una misión. Hoy en día hay cerca de un millón
de personas que desarrollan software libre. No me necesitan como programador:
me necesitan como líder del movimiento.
Hablando de eso, ¿le molesta que lo consideren un gurú, un icono,
un mesías de la informática?
–No tanto, porque me gusta mucho ser el centro de la atención. Pero
me parece más sabio prestar atención sobre todo a la libertad y
a la comunidad, y no tanto a mí. Mejor que admirarme es seguirme para
luchar por la libertad.
¿Qué opina del voto electrónico?
–No estoy en contra de la idea, pero según parece encierra un peligro
de fraude. Y para evitarlo prefiero usar papeles. Hay bastantes problemas con
la votación electrónica. Como se sabe, Bush fue presidente gracias
al fraude de Florida. Cincuenta mil votantes quedaron excluidos por un “error” deliberado.
Espero que esta vez no suceda la mismo, aunque no creo que vaya a verlo: estaré fuera
del país después de septiembre. Sí: creo que será mejor
quedarme afuera.
Si le nombro a Bill Gates, ¿qué me dice?
–Mmmm. Es alguien que desarrolla software privativo, como muchos otros.
No es el peor. Es verdad que Microsoft ha sometido a más usuarios que
cualquier otra empresa, pero no es que las otras sean mejores. El malo es malo
más allá de quién sea.
¿Como es un día standard para usted?
–No tengo un día standard: vivo sin rutina. Lo que no cambia es
que trabajo mucho contestando mis correos electrónicos (en www.stallman.org).
Pero, ¿podría vivir sin computadoras?
–¿Quién: yo o la gente?
Usted.
–La gente sí, seguro que sí, pero para mí sería
una vida triste. No podría realizar mi misión. Y sin mi misión, ¿qué meta
tengo en mi vida? Éste es mi campo, y dejarlo todo sería la derrota.
El que vive sin usar computadoras evita el problema del software privativo.
No me opongo a que haya gente que lo evite así; es una buena manera de hacerlo,
pero no ayuda a los demás a escapar. Desarrollar software libre, en cambio,
sí: ayuda a todo el mundo a escapar del software privativo.
Desde aquí se puede descargar
la charla
"casi" completa dada por Richard Stallman el sábado 31
de julio de 2004,
en el "Aula Magna" de la Facultad de Derecho de Ciudad de Mar
del Plata. El encuentro fue organizado por el GLUG Mar
del Plata "El
Movimiento del Software libre y el Sistema Operativo GNU/Linux". El
audio se encuentra en formato ogg,
aunque también es posible escucharlo
con el winamp...
richard_stallman.ogg [duración:
57 min] (12,4 Mb)
Desde aquí se puede ver/descargar un archivo en formato PDF con
la transcripción
de la conferencia dada por Richard M. Stallman en la Honorable Cámara
de Diputados de la ciudad de La Plata, el 4 de agosto de 2004. El documento
es un trabajo de SOLAR, Asociación Civil Software Libre Argentina.
http://www.solar.org.ar/download/copyright-stallman-3-8-2004.pdf
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