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Domingo, 8 de agosto de 2004

MúSICA 2

Otra cosa

Es incomprensible que una escena tan cholula y voraz como la argentina todavía no se haya abalanzado sobre ellos: su líder tiene reputación de genio entre los músicos locales, sus discos son tan elegantes como originales y entre sus filas toca el hijo de Charly García. Sin embargo, Tirador Láser es mucho más que el secreto mejor guardado: es casi una especie única.

 Por Mariana Enriquez

Lucas Martí no sabe cómo ni quiere definir su música. Si tiene que elegir un término abarcador prefiere el pop, sólo por su amplitud. Entiende que Tirador Láser (hace poco le sacaron “A” del nombre) es un grupo extrañamente desconocido, y por eso ya no se enoja cuando lo comparan con Luis Alberto Spinetta. “Reconozco su influencia en mi música, y sé que es el ejemplo más claro para explicarle a la gente lo que hacemos. Además está la cuestión familiar, digamos, que amplifica el parentesco musical” (Lucas es el hermano de Emmanuel Horvilleur, hijo de Eduardo Martí). Lo desconcierta un poco más que llamen a la música de Tirador Láser progresiva. “Muchas de las canciones no tienen la estructura clásica del pop, pero de ahí a que sea progresivo... No sé. Yo pienso sólo en canciones.”
Si se imagina el rock nacional como un mapa, Tirador Láser sería un paraje que nunca se destaca con marca roja, ni está cerca de avenidas o recorridos turísticos. Pero todos hablan de él, y lo llaman delicioso, extraño, único. Lo realmente raro es que Tirador Láser no tenga un lugar sobresaliente. Por un lado, en una escena cholula, es desconcertante que el grupo de Lucas Martí en el que toca Miguel García –el hijo de Charly– no tenga aunque sea una enorme exposición. Tirador Láser no está “inflado”, cuando tiene todos los ingredientes para estarlo: sigue siendo un secreto después de nada menos que cinco discos. Por lo menos tres de ellos (Braiatan, Otro Rosa y el flamante El título es secreto) se cuentan entre lo mejor que puede escucharse actualmente, y aún más, entre casi lo único personal, cuidado, desprovisto de lugares comunes y planes maestros para la obviedad. Un tema de Otro Rosa, “Rasante oscuridad”, es un clásico romántico por donde se lo mire, y sin embargo tuvo una difusión mínima, acariciada por pocos descubridores. ¿Qué pasa, entonces? ¿La música de Tirador Láser es compleja, elitista? En absoluto. Cierto, la enmarañada búsqueda de acordes y armonías de Martí, sumada a estructuras libres, lejanas a la canción pop, pueden sonar recargadas en una primera escucha, pero basta dedicarle atención para encontrar esos recodos que convierten a Tirador Láser en ese paraje que deslumbra cuando uno se acostumbra a la atmósfera.
Lucas le encuentra explicaciones a la condición relativamente marginal de Tirador Láser: “Es el resultado de haberse manejado estratégica y comercialmente de forma muy desorganizada. Hice lo que quise todo el tiempo. También creo que es difícil porque hasta que no cumplís cierta edad, la gente no te toma en serio. Yo tengo 25 años, y toco desde los 15. Por un lado fue una suerte poder grabar desde chico, y por otro no tanto. Está registrada mi evolución como músico. Recién en Braiatan tenía las ideas más claras, es el tercer disco y lo hice a los 20. Imaginate lo que hacía Cerati cuando tenía 17, y no es que me compare con él. El grupo cambió mucho porque yo me estaba definiendo. Todavía estoy en eso. Nunca le dimos algo parejo a la gente: cuando alguien engancha, vamos para otro lado. La gente aprende a decir A-Tirador Láser y le sacamos la ‘A’. También tiene que ver con que la música que se escucha hoy en día es otra. Cuando trabajás para algo serio, lleva mucho tiempo ganarte el reconocimiento de la gente. Tal vez no se da nunca”.
¿Y nunca intentaron jugar la carta de parientes-hijos-de? “La gente no puede creer que un grupo que tiene relación con músicos tan conocidos no sea famoso. A mí me parece genial. Nos manejamos por el camino real. Siempre trabajamos de forma independiente, y nunca fuimos a tocar ninguna puerta para decir ‘acá toca el hijo de Charly’. Un contrato con un sello grande no te garantiza nada, y además para mí es muy importante lo que hago. Prefiero seguir dando primeros pasos.”El título es secreto es, otra vez, un disco muy difícil de poner en palabras. Lucas asegura que tiene algo vintage, una búsqueda de que aparezcan las influencias de Serge Gainsbourg o Burt Bacharach. “Quisimos meter un poco la música que no es de rock. Si escuchás Sandro –que no me gusta, pero sirve como ejemplo– tiene la batería baja, la voz fuerte, un concepto de música apuntada a un público que no es de rock, pero sin embargo las canciones podrían ser de Los Beatles; la producción es diferente. En este disco, eso se nota mucho en las voces, que son lo que la gente relaciona más con Spinetta. Pero a mí me suenan muy Beach Boys.”
“Futuro”, el tema que abre El título es secreto, arranca con una guitarra acústica y sonidos pastorales; parece un tema hippie de fogón. Pero a los veinte segundos arrancan las melodías intrincadas y se convierte en una canción pop de los ‘60, aunque desfigurada. La música tierna apenas oculta una letra que habla duplicidades y confusión: “Hace de lobo al revés cuando está el sol y hace de todo cuando está solo”. Más tarde, aparecen la-la-las ingenuos, y al final, la sensación es de sorpresa y placer por haber encontrado algo tan genuinamente diferente. Hay oscuridad psicodélica en “Te sedo” (“Doble espejado sobre mi perfil/ siempre clavado mirándome a mí/ Me estoy turnando con otro dolor/ dueño de alguien que está peor que yo”), canción acústica despojada y coros celestiales en “Algo nuevo” y rarezas electrónicas en “Lounge”, pero ninguna de estas definiciones es completa, porque las canciones mutan permanentemente sobre sí mismas, de modo que una sola canción puede contener todos los matices anteriores sin que nunca suene forzado.
Mucho tiene que ver en estas decisiones la visión de Lucas Martí. Tiene fama de genio entre los músicos, y a pesar de que en los discos aparecen muchos invitados, él graba casi todos los instrumentos (guitarra, bajo, teclados, pianos, percusión), compone todas las canciones, participa en el arte. Habla de “nosotros” cuando se refiere a Tirador Láser, pero ante los hechos parece que se refiriera a varios alter egos. “Tengo una dinámica tremenda, estoy en el estudio todos los días a la noche, voy a un ritmo diferente, y las cosas de la vida real hacen que no sea tan fácil juntarse conmigo. En un punto, Tirador Láser es un proyecto solista porque los conceptos y los temas son míos. Pero no quiero que el grupo se convierta en algo lejano.” Tirador Láser es muy diferente en vivo, cuando entra en acción la increíble banda; puede pasar de lo apacible a lo brutal en un instante. Todos son talentosos: el impecable gusto de Miguel García en el Wurlitzers, la enorme capacidad de adaptación de Marcelo Baraj en batería, el bajo de Francisco Arancibia, y los teclados de Darío Calequi. En el disco, es central la participación de Yul Acri en voces, cuerdas, percusión digital y otros detalles. “El grupo pasó y puede seguir pasando por un montón de etapas. Pueden salir estructuras más simples: yo estoy abierto a todo. Sólo quiero que las canciones suenen lindas y me convenzan.” Pero después de decir “lindas”, se queda pensando un segundo y agrega: “Lo primordial es la belleza, pero no al precio de mirar todo con anteojeras. Tiene que estar acompañada de la oscuridad total. Como una película de David Lynch: puede ser lo más hermoso y lo más siniestro. Eso desconcierta a la gente. Pero para mí es una misión. Tengo que sacar todo lo que tengo adentro. Como sea”.

Tirador Láser presenta El título es secreto en el Teatro Presidente Alvear (Corrientes 1659) el martes 24 de agosto a las 20.30. Entrada $ 2.

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