MúSICA 1
El rock es mi forma de ser
Bowie, Rolling Stones y suburbio: la mezcla puede dar rolinga o puede dar algo más raro, glamoroso e inesperado: puede dar Fantasmagoria. Con boas, plataformas, peinados y canciones que mezclan sin prejuicio y con sorprendente talento el punk y el glam, los Rolling Stones y la psicodelia hippie, viene dando una lección de desprejuicio desde los escenarios. Y para algunos, además, es la mejor banda de rock argentino.
Por Mariana Enriquez
Si Fantasmagoria no es la mejor banda del rock nacional, seguro que es la más desprejuiciada. Su último disco empieza con “Suerte rara”, una canción infecciosa, de un entusiasmo y alegría que no se asocia en lo más mínimo con la habitual festividad rioplatense de candombe, murga y alguna bajada de línea política. La letra tiene un raro humor que no es distancia irónica: “Otra vez me caí/ Me pasa seguido, todas las mañanas/ Salieron frutillas en mis rodillas/ Estuve pensando horas que sería bueno no pararme/ Hasta que se aleje un poco o cambie mi suerte rara”. Fantasmagoria celebra el rock, y recuerda lo divertido que es mezclar a los Rolling Stones con el punk, el glam con la psicodelia, tocar la guitarra acústica con desenfreno y vestirse para el escenario con plataformas, boas de pluma en los micrófonos y peinados que están entre los New York Dolls y nuevamente los Stones, pero de fines de los ‘60. “Acá siempre hubo un prejuicio del rock para vestirse bien”, dice Gori, líder y alma mater de Fantasmagoria. “Es rarísimo lo del jardinerito y las Topper. Es una creación criolla. Horrible, pero auténtica. Los rolingas no existen en ningún lugar del mundo. No tiene nada que ver con los Stones: basta verlos en la película de Godard. Todo lo que tienen puesto es impresionante. Así hay que vestir al rock.”
Gori es el ex guitarrista de Fun People, la banda de hardcore –crudo en los primeros años, melódico hacia el final– que gestó una legión de seguidores y renovó la escena. Pero la banda se separó, su líder Nekro se convirtió en Boom Boom Kid y Gori se quedó con bastante plata después de una gira por Estados Unidos, la suficiente para grabar esas “canciones hippies” que estaba escribiendo por su cuenta desde los trece años. El primer disco salió en abril de 2001, y llevó el nombre de la banda. Tenía influencias de la psicodelia, el punk, el glam, pero tocado con guitarra acústica, lo que terminó siendo una marca de originalidad por lo menos curiosa. “Es raro que sorprenda. Es algo muy obvio, pero nadie lo estaba haciendo. No somos un power trío, no me interesa eso, pero como me gusta el punk rock, toco medio bruto la guitarra, como si fuera eléctrica, y eso hace que le dé una energía especial, pero muy distinta de la que puede aportar la distorsión, que no me gusta nada.”
Atravesando el camino (Que nos lleva a los otros caminos), el último disco, tiene un título ambicioso, pero es el único gesto ampuloso: las canciones tienen la gracia del hit inmediato, y al mismo tiempo la inteligencia de darles una vuelta de tuerca a todos los lugares comunes. El mejor ejemplo es “El Sheriff”, que remite a todo el imaginario del rock barrial para desbaratarlo en un western-folk, que reinventa lo de hacer rondas, fuertes apaches, tribus, trenes del oeste. Dura menos de tres minutos. Le sigue “Caballos negros atravesando el desierto de noche”, una canción tensa, onírica, que estalla en un pasaje épico y desbordante. Es difícil que alguien escriba una canción mejor que ésta en los próximos años, porque sintonizar así con una melodía que suena conocida y distante no es tarea fácil. Y después, la balada “Pamela e Isabelle”, pura psicodelia acústica inglesa, cuenta el romance de dos chicas que “caminan de la mano con clasificados bajo el brazo” con un romanticismo y una empatía desvergonzados. Otro golpe de timón y “Los años no vienen solos, Dr.”, una burla en clave de blues al reviente propio: “Y bueno acá estoy/ Es la última vez, creeme o reventá/ Y yo me lo creo, soy un sapo fumando/ Dejá, la casa invita hoy/ Pensá que ahora estás así y que mañana se te va a pasar/ Mi disciplina guiñándome un ojo, y a la vez me dice ‘Sos medio tarado’”. Hay caprichos: en “Sentado junto al diablo” los tres Fanstamagoria cantan a capella, acompañados por chasquidos de dedos, en una canción muy stone. “Es un blues rolinga. Al principio nos daba vergüenza, pensamos que íbamos a parecer unos boludos. Pero quedó bien, creo.” Dura un minuto y segundos. “La mosca blanca”, otro capricho stone, dura aún menos. Y todo cambia con “Yoli Shopping”, pop psicodélico que continúa en la declarada psicodelia hippie de “Arboles altísimos” que habla de seres que se esconden entre los árboles. No es todo: hay rockabilly en “Barrio Bajo”, una mirada distinta al suburbio. Y el final, la balada “Ahí voy otra vez”, justamente abre los caminos del título; es una canción flotante que, como todas, exhibe todas las influencias con alegre descaro. “El disco es una mixtura, porque yo soy una mixtura, hago una mescolanza de géneros y al filtrarlos con la acústica tienen una unidad.” Gori dice que nunca sintió prejuicio alguno por acercarse a géneros que su formación como músico de punk rock por lo menos distanciaba: “Sé que es una barbaridad decir esto, pero yo encuentro muchos puntos en común entre la música de los ‘60 y el punk. No le tengo fobia a nada. Me gusta mezclar las ideas, soy un collage, hasta en mi ropa. Hay gente que se espanta porque vengo de tocar hardcore y se me da por hacer música hippie. Muchos dicen que me ablandé, me emputecí, esas pavadas. Seguir tocando hardcore era lo que más me convenía, porque iba a agarrar al público de Fun People. Yo hago lo que no me conviene, siempre. Es un autoboicot, supongo. Pero no me preocupa en lo más mínimo.”
Algunos fans de Fun People se dejan caer por los shows de Fantasmagoria. Pero son pocos. “Vienen los más abiertos, y los más grandes. Acá, el punk con los Rolling Stones o el glam es una mezcla rara, que hasta tiene antecedentes de violencia. Pero los New York Dolls eran eso: conceptualmente es mi banda favorita. ‘Jumpin Jack flash’ de los Rolling Stones tiene un sonido muy punk, muy garage. Las melodías de Beach Boys son las de Ramones. X es rockabilly. Y así. Me interesan las continuidades, mucho más que las rupturas.”
Y también le interesa el escenario. Los shows de Fantasmagoria (que se completa con Ignacio Brizuela y Gustavo Loncharich) tienen tanto para ver como para escuchar. “Yo me hago la ropa desde hace años”, explica Gori. “Empecé a chupinar pantalones, aprendí a coser con la máquina y hacerlos solo, pero no sé hacer moldes, entonces me quedan con la costura corrida. Por suerte encontré a Cristina, la costurera oficial. Voy a Once, compro la tela, y ella me entiende perfectamente. Viste a toda la banda. Los chicos se copan con la música que hago y se dejan poner cualquier cosa. Si no, sería un problema, porque no quiero tocar con gente de jean y alpargatas.” Glamour suburbano y casero, hecho de retazos, como la música de la banda; se les nota que miran atentamente fotos de Patti Smith hasta poder copiar la pose, que pasaron la adolescencia escuchando los entonces raros discos de T-Rex y Birthday Party y copiando con dos videocaseteras shows de Bowie, mientras desenterraban los discos de Kiss –la banda favorita de Gori en la infancia– y hasta de los Bee Gees.
Cuando no está tocando con Fantasmagoria, Gori es dj. Desde hace varios años organiza Sympathy for the party, fiestas donde se escucha y se baila rock. “Mi socio dice que somos pioneros en esto, pero en realidad es lógico. A mucha gente que le gusta la música electrónica también le gusta el rock, y no tiene dónde bailarlo. Tal vez las fiestas podrían ser más masivas, pero por ahora prefiero el perfil bajo. Con mínima difusión se llena. La última vez, a las cuatro de la mañana un lunes, me quedé mirando a la gente y le dije a un amigo: ¡Qué hijos de puta! ¿Ninguno de estos guachos labura?”
Esta noche y el domingo 22 de agosto, Gori y su socio dj Rollinguez invitan a Sympathy for the party, en The Shamrock, Rodríguez Peña 1220, entrada $ 5. Para averiguar sobre próximos shows y cómo conseguir CDs, visitar www.fantasmagoria.47.com