HUMOR
La historieta oficial
Desde hace 12 años, las F. Mérides Truchas son una de las joyas que depara este diario: grandes eventos de la historia argentina y/o mundial revisitados a la luz de una verdad oculta por la historia oficial, astutos personajes que tuercen el rumbo de los acontecimientos con una tontería supina, vivillos colados en los grandes acontecimientos, vaticinios sobre lo que el destino nos depara por alabar demasiado al cine iraní. A continuación, y a la espera de ese libro que haga justicia, Daniel Paz habla de esa hilarante historieta vertical que hoy presenta en forma de CD rom.
Por Mariano Kairuz
El tiempo, se sabe, es materia prima central de ese género periodístico, enciclopédico y didáctico que son las efemérides. El tiempo transcurrido desde que, en determinada fecha, ocurrió tal cosa; el tiempo que convirtió determinado evento en un asunto digno de recordar. De “efemerizar”, por así decirlo. Pero si se trata de las F. Mérides Truchas que Daniel Paz publica en el suplemento No de este diario desde 1992, también puede tratarse del tiempo que falta para que tenga lugar un suceso, un evento, que tal vez se parezca mucho a tantos otros sucesos y eventos ya efemerizados anteriormente, como perpertuando algunas de las situaciones y tradiciones sociales, culturales y políticas más absurdas y valoradas de la Argentina y del mundo. Así son la F. Mérides de Paz: algunas nos alcanzan desde un futuro y otras desde un pasado perturbadoramente parecidos a nuestro perturbador presente. Las del futuro, quién sabe, tal vez no resulten ser tan truchas, con el tiempo. Hoy –hoy mismo, domingo 29 de agosto– habrá una oportunidad de asomarse a varias de las “efeméricas” tiras de estos doce primeros años, recopiladas por su autor en un cd interactivo, ya que se expondrán en una pantalla de 50 pulgadas emplazada en el stand del Centro Metropolitano de Diseño, en el marco del Festival de Diseño Interactivo Buenos Aires (DIBA 04), un evento que se realiza año a año como vidriera para el desarrollo del arte digital, el diseño multimedia, los videojuegos y la animación.
Con absoluta seriedad pero sin gravedad, con una serenidad que hace honor a su apellido, Daniel Paz cuenta que aquella enciclopedia Sopena, que aún conserva en su estudio en el barrio de Chacarita, fue para él, de chico, una “fuente inagotable: siempre había algo para sorprenderse. No había televisión en casa, pero sí había muchos libros y estaban estos tres tomos fascinantes. Me pasaba horas leyéndolos; tenía muchas biografías y muchas descripciones de cuestiones científicas: cómo funcionaba un motor; cómo funcionaba un submarino”. A esas infinitas entradas enciclopédicas habría que sumarles otras fuentes invalorables de inspiración, dice Paz: “Siempre me gustaron las historias de la ciencia, de inventos; las series de divulgación tipo el Créase o no de Ripley, y ese cuadrito que había en La Razón que se llamaba Sépalo, que hablaba de cosas raras del tipo ‘Una hormiga es capaz de cargar varias veces su peso’. Esas historias andaban siempre en una zona fronteriza en la cual yo no sabía si lo que me estaban diciendo era cierto o no, pero sí resultaba verosímil; había cosas que resultan creíbles, pero son totalmente falsas y cosas que sí ocurrieron, pero suenan increíbles. Siempre me gustó trabajar en esa frontera”. Así, alguna vez Paz llegó a dibujar la historia de ese pobre pibe que para suicidarse no tuvo mejor idea que zambullirse en un recital de Los Redonditos de Ricota y gritar: “El Indio se la come, Cerati se la da”. No parece haber nadie para atestiguar la veracidad de la anécdota, pero como maniobra suicida suena perfectamente válida.
Nacido en 1958, cuando alcanzó la edad en que se vio obligado a definirse vocacionalmente, Paz ya había descubierto que lo suyo era el humor gráfico, pero comenzaba la última dictadura militar y no era, dice, el momento más propicio para ejercerlo. “El estallido vocacional me llegó hacia 1973, con Satiricón y Mafalda”, recuerda. Pero poco después, superpuestos el comienzo del Proceso y el llamado al servicio militar, “como lo que yo hacía por ese entonces era humor de actualidad, no tenía mucho espacio donde publicar”. Fue durante ese alto en su trabajo como humorista que ingresaría a la carrera de Medicina, etapa que duraría hasta que, hacia tercer año, descubrió “cómo era en realidad la profesión” y empezó “a tener contacto con pacientes de verdad, vivos”. “No era para mí”, reconoce. “A partir del regreso democrático hubo más publicaciones y empecé a definir mi situación en el humor gráfico y a publicar más”. Fue en la revista Humor que Paz afianzó su estilo de chistes de actualidad en un solo cuadrito, como los que hace todos los
días en colaboración con Rudy para la tapa de este diario.
Las F. Mérides Truchas compiladas en CD rom son una muestra pequeña pero variada de los temas abordados por la tira, donde puede confirmarse que buena parte de su humor funciona a partir de las leyendas, los mitos, los personajes “consagrados”, aquellos que ya han sido oficialmente “efemerizados” y a los que la tira de Paz los baja a un nivel más terrenal. Con el tiempo el humorista fue definiendo ciertos límites sobre qué personajes –y fundamentalmente, qué “próceres”– pueden ser parodiados. “Hay un caso de los primeros tiempos de la F. Mérides Truchas en el que había una escena íntima entre el General Perón y Evita, y eso generó mucha bronca, mucha protesta: hubo movilizaciones frente al diario, me esperaban a la salida. Esa situación me hizo comprender lo poderosos que son ciertos mitos y lo importante que es que esos mitos sigan estando ahí, porque cumplen una función de contención social. En aquel entonces yo estaba en una actitud más de tirar abajo todos los mitos, como una especie de militancia. Pero ahora ya no tengo esa necesidad y esa tira forma parte de las cosas que no volvería a hacer. Es un recurso fácil; ya las hice y quiero probar algo nuevo, un poquito más elaborado.”
Paz asegura que siempre tuvo la suerte de trabajar en lugares donde se le dio bastante libertad, y que por lo tanto sus únicos límites reales eran “internos, personales”. Hoy, esos límites están configurados por “unas cuatro, cinco, seis personas que para mí son muy importantes y a las que tengo en cuenta quizás inconscientemente; son personas a las que quiero, que me importa que ese chiste les guste. Por ahí hace veinte o veinticinco años era un poco más salvaje y no me importaban las mismas cosas que me importan ahora, estaba más cerca de la adolescencia, de probar, de hacer barbaridades hasta que me digan pará, pará. Yo creo que ya incorporé esos límites, los hice propios y llego hasta donde yo me siento cómodo”. Con el tiempo, también, fue oponiendo a la parodia de los poderosos, “chistes sobre los que no tienen el poder, sobre los que lo otorgan, no sólo sobre el tipo que se eligió sino también sobre los que lo pusieron ahí y sobre las expectativas, sobre cómo la gente a veces vota cualquier cosa”.
El CD rom que se presentará hoy incluye también “Una noche en la librería”, una animación inédita que Paz hizo para Quino como regalo de su último cumpleaños, en julio pasado, además de dos juegos interactivos: La Lata (en el que hay que evitar que el Dr. Rocho, siniestro habitante de los cuadritos de las F. Mérides, meta la mano en la ídem) y La paloma de la Paz (objetivo: convertir a Bush y a Bin Laden en buenas personas). Sus efemérides siguen reclamando un libro donde concentrar algunas de esas “salvajadas” provenientes del universo interior de su autor que encontraron en la tira una vía de salida hacia el exterior. Una vía de escape para este hombre tranquilo que asegura que para él el humor es y ha sido una forma de sobrevivir. Desde siempre, desde que era ese “chico poco extrovertido, con dificultades de comunicación, al que no le gustaba el fútbol y que tampoco era un estudiante extraordinario, y que encontró en el humor y en los dibujos una manera de paliar esas dificultades de comunicación”, dice. “Desde que descubrí, para mi alivio, que podía decir esas cosas que sentía que sólo yo veía, a través del humor, y que era aceptado. Para mí fue la salvación.”
El CD rom se presenta hoy
en El Dorrego (Zapiola y Dorrego),
de 15 a 21 hs.