MúSICA - UNA ANDANADA DE DISCOS ANTI BUSH
Bajen el volumen
Bruce Springsteen, R.E.M., Tom Waits, Joni Mitchell, Steve Earle, Mark Eitzel y su American Music Club, Pearl Jam, Jackson Browne, James Taylor, Ben Harper, Bonnie Raitt, John Cougar Mellencamp: discos nuevos y gira nacional para sacar a Bush de la Casa Blanca.
Por Rodrigo Fresán
Lo dijo Leonard Cohen: “La democracia viene a los Estados Unidos”. Y ahora, una vez más, otra vez, lo mismo: la posibilidad de cambiar para peor o para... ¿quién se atreve a decir mejor? Pero lo mismo se reinaugura el gran circo democrático 2004 donde los jóvenes no votan pero sí compran discos y, entonces, la verdadera campaña se electrifica y se instala en las canciones más que en los slogans. Lo dice American Music Club en una canción titulada “Ladies and Gentlemen” abriendo Love Songs for Patriots y lo dice R.E.M. en “The Last Straw”, que ya hace tiempo flotaba en su site y que ahora encuentra sitio y compañía en el recién aparecido álbum Around the Sun: “Damas y caballeros, es la hora/ para que brille todo lo bueno que tengan dentro / Para que todas las luces pierdan su sombra / Para que se esfume todo el odio que llevan en su interior / Damas y caballeros, es hora para hacer sonar las maracas y las panderetas / hasta que se rompan o rompa el amanecer / No se escondan más, es la hora de mentir” y “Al alzar mi rostro para emitir mi desacuerdo / Mientras tu último triunfo elige la última pajita que queda / ¿Quién murió para elevarte a la perfección? / Ya que aquello que me silenció ahora es ley escrita / No puedo creer hacia dónde me llevaron las circunstancias / Mientras te doy vuelta la cara / Porque si te mirara no estoy seguro de poder soportarlo / No otra vez, hoy no, hoy no”.
UNO
Y esto es nada más que la punta del más caliente de los icebergs. Recuerden, las primeras que se atrevieron a abrir el pico contra Bush y su pandilla fueron las campesinas Dixie Chicks cuando dijeron que “se sentían avergonzadas de ser texanas”, y eso casi les cuesta el puesto en el rodeo. Ahora son muchos otros los que se han subido a la caravana cantarina para expulsar a los republicanos de una Casa Blanca cada vez más oscura. Y así, lo que antes era salir a dar vueltas por el mundo bajo el estandarte de Amnesty para denunciar los atropellos de un Tercer Mundo de tercera, ahora se ha convertido en un furibundo paseo por las tripas del imperio para instar a los jóvenes a meter la mano en la urna y cambiar el estado de esas cosas que, ay, no suelen cambiar demasiado.
DOS
En cualquier caso, allí va la gira Vote For Change: caravana comandada por Bruce Springsteen y R.E.M. –Pearl Jam, Jackson Browne, James Taylor, Ben Harper, Bonnie Raitt, John Cougar Mellencamp, y las ya mencionadas Dixie Chicks también se subieron a los vagones– y ayer vi una foto de uno de los conciertos. Una foto rara donde el cuello pura vena blue collar de Springsteen comulga con la pelada lírica y under de Michael Stipe. Y la cosa tiene su gracia. La salida al ruedo de The Boss coincide con los veinte años y los veinticinco millones de copias vendidas de su Born in the U.S.A. (que ahora se relanza en edición especial) y que en su momento Ronald Reagan malinterpretó para su segunda campaña confundiendo lo que era un desencantado himno con una orgullosa oda a la grandeza de la primera potencia. Aquí y ahora, días atrás, John Kerry dijo que “No Surrender” –otra canción del mismo disco– es su favorita. Springsteen no hizo comentarios al respecto y se limitó a afirmar que: “Sentí que no podía haber escrito la música que he escrito y cantar las cosas que he cantado durante el último cuarto de siglo y no implicarme en estas elecciones”.
Lo mismo R.E.M. Y si bien sus canciones están dotadas de una imaginería más sutil y sinuosa que las de Springsteen, la banda indie más exitosa de toda la historia del rock americano desde siempre tuvo un ojo bien clavado en lo político. Títulos como “Exhuming McCarthy”, “Orange Crush”, “World Leader Pretend” y “Stand” pueden ser consideradas las más elegantes canciones de protesta jamás escritas, y a no olvidar que la banda de Stipe/Mills/Buck hizo abierta y entusiasta campaña por la fórmula Clinton/Gore y por el recambio. Dijo entonces Mike Mills algo que bien podría repetir ahora: “No creo que el candidato demócrata sea perfecto porque para el momento en que llegas a luchar por la presidencia de este país ya te han comprado y vendido tantas veces que se ha perdido todo sentido de la pureza. Pero está claro que luego de doce años de gobierno republicano ya es hora de un cambio”.
En este 2004, los tiempos se han reducido y cuatro años del Hijo de Bush son más que suficientes para R.E.M. y aquí llega ahora Around the Sun, el disco más político y turbulento de toda su carrera. También, el más literalmente compacto en mucho tiempo. Musicalmente –más allá de su título soleado y finalmente esperanzador que le hubiera quedado mejor a Reveal, y Reveal le hubiera quedado mejor a éste–, Around the Sun es una mezcla de Automatic for the People y Up. Pero las letras son cosa diferente: aquí el intimismo críptico y siempre privé de los versos de Stipe aparece bordado de frases y mensajes e instrucciones y así –apenas subliminalmente– en el melancólico single “Leaving New York” se repite una y otra vez, como un mantra, el verbo change. Semanas atrás, en Madrid, Peter Buck explicó los porqués para dar un –otro– paso al frente: “El terror de lo que sucede en Irak va a ser parte de mi memoria para siempre. Lo mismo sucede con la escalada de Bush. Cualquier país debería estar en contra de esta invasión. Nada me cuesta afirmar que todo esto convierte a nuestro planeta en un sitio todavía más miserable de lo que siempre fue. Los ataques terroristas al World Trade Center acabaron generando una reacción rara: los Estados Unidos se rindieron a la política de la catástrofe y ahora parecen ir reclamando una suerte de justicia revanchista por todo Medio Oriente. Una política de ‘no habrá perdón’. Bush tenía perfectamente claro lo que quería conseguir y así ahora hay más terrorismo que antes. Y los Estados Unidos y los americanos, por supuesto, siempre son los últimos en enterarse... Por eso pusimos la canción ‘Around the Sun’ al final del disco. Una canción optimista. Una invitación a que las cosas cambien”.
TRES
Y, esperando que eso suceda, siguen los nombres y los gestos y los discos. El combativo Steve Earle –quien ya había calentado la cosa en su anterior Jerusalem, con esa canción dedicada a John Walker, el talibán americano– saca ahora un disco de título/puño en alto: The Revolution Starts Now y ahí adentro hay desde los blues de un camionero americano en Bagdad haciendo la ruta Bagdad/Nayah hasta una burlón y saltarín lovereggae con el título “Condi, Condi” y dedicado a Condoleezza o un himno de batalla donde se advierte que: “La revolución empieza ahora / Cuando te eleves por encima de tu miedo / Y derribes las paredes que te rodean”. Proclama Earle: “No es que con estas canciones esté llamando a las armas. Pero no nos olvidemos de que la Constitución es un documento de naturaleza revolucionaria. Así que, de algún modo, estamos autorizados”. Y la retirada Joni Mitchell reúne sus canciones más activistas en Beginning of Survival. Y John “Credence Clearwater Revival” Fogerty –quien ya había luchado contra el admirado por Neil Young Reagan con “The Old Man Down the Road”– revisita el clima de su “Fortunate Son” con el recién aparecido Deja Vu All Over Again, donde se advierte sobre un nuevo Vietnam: “Día a día escucho las voces cada vez más fuertes / Comenzó con un susurro, como la vez pasada / Día a día contamos los muertos y los moribundos / Manden los cuerpos de regreso a casa mientras los noticieros llevan la cuenta”. Y Tom Waits gruñe y patea tachos en “The Day After Tomorrow” –incluida en el flamante Real Gone– contra esa ideíta de Bush de volver a poner en marcha el servicio militar obligatorio: “Es lo último que quieres oír cuando tienes hijos de cierta edad”, dice; y canta: “No lucho por la justicia / No lucho por la libertad / Lucho por mi vida / Y por otro día en este mundo”.
CUATRO
Y, cuando nadie lo esperaba, Mark Eitzel reúne luego de una década a su American Music Club –banda secreta pero célebre entre músicos, banda que se separó cansada de morirse de hambre– para armar un álbum perfecto donde la política se funde con los temas habituales de la banda: el alcohol sin fronteras y el amor no correspondido y, por esta vez, cierta esperanza en la salvación final a partir de buenos sentimientos. Pero lo que prima es el estruendo ácido y el paseo por un país carnavalesco encandilado por el panfleto paranoico y belicista. Desde la apertura cabaretera de “Ladies and Gentlemen”, pasando por “Patriot’s Heart” (“Si quieres ver algo verdaderamente patriótico / Ahí tienes a ese stripper masculino / No luce muy bien pero tiene una de esas sonrisas tan americanas”), “America Loves the Minstrel Show”, “Myopic Books” (donde Eitzel busca el santuario y el consuelo de una librería), “The Devil Needs You”, hasta la muy personal y educada carta abierta a Bush titulada “Song of the Rats Leaving the Sinking Ship” (ver recuadro), Eitzel ajusta cuentas con el poder que te hace sentir, siempre, tan impotente.
No es casual que, por estos días, en las noches cortas de su larga gira, Bob Dylan haya rescatado de su repertorio esa canción de finales de los ‘80 titulada “Political World” donde se dice y se sintetiza y se advierte que, al final, las canciones pasan, los candidatos se esfuman, y el estigma permanece porque “Vivimos en un mundo político/ El amor no tiene sitio alguno / Vivimos en tiempo en que los hombres cometen crímenes / Pero el crimen no tiene rostro”. Y después –quizá por las dudas, por cábala, por expresión de deseo– canta “The Times They Are A-Changin’”.