Dom 06.03.2005
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CINE > UNA GUíA PARA EL FESTIVAL DE MAR DEL PLATA

Arena en las butacas

El Festival de Mar del Plata se inaugura el fin de semana y viene con verdaderos pesos pesado en su competencia oficial, como Downfall (la película que narra descarnadamente los últimos días de Hitler) y A Hole In My Heart (un virulento making off de una película porno). Corriendo el foco de lo que tendrá amplia cobertura en los próximos días, Radar ofrece una guía de lo que sería bueno no perderse en las diferentes secciones que no compiten por el codiciado Astor de Oro.

De Asia con amor

Asia Argento o cómo hacer punk con un nene.

A Asia Argento la tildaron de narcisista, hedonista salvaje y amoral por negarse a exhibir una condena más o menos explícita sobre los personajes protagónicos, que ella misma se ha reservado en sus dos películas como directora hasta el momento: Scarlet Diva y la más reciente The Heart Is Deceitful Above All Things, que la sección “La mujer y el cine” estrellará contra las pantallas marplatenses este año. Pero la Argento, hija y actriz del director Darío y de la actrice Daria Nicolodi, hoy una madre de 29 años, supo laburar bajo las órdenes de Abel Ferrara y salió a contestarles a sus críticos: “Sólo alimentan mi fuego; aquello que critican es la fortaleza de mi película: ¿de qué otra cosa se puede hablar si no es de uno mismo?”. Y si la chica también ha dicho que hacer una película tiene cierto valor terapéutico, por lo que está a la vista en la enérgica, vital, desbordada, caótica y potente The Heart... el rodaje debe haber sido como una sesión de electroshock. Asia se pone en la piel de Sarah –morocha, rubia, stripper, drogona, puta, siempre hermosa y fatal– y sigue sus idas y vueltas, llevando a la rastra a su hijo pequeño, pone en manos de sus actores invitados algunos de los momentos más tenebrosos y –como para que quede claro que ésta es una película punk, si las hay– filma al nene cantando, como poseído, “Anarchy in the UK”, de los Sex Pistols.

Otra de las promesas de “La mujer y el cine” es In The Land of Milk and Money, sátira social de bajísimo presupuesto (y debut como realizadora de la directora de arte Susan Emshwiller), contada en clave de película de ciencia ficción de los años ‘50.

La mala educacion (fisica)

Chicos, profesores y abuso: ¿Almodóvar? No, Gregg Araki.

Dice Gregg Araki –director norteamericano independiente que supo ganarse sus cultores en los ‘90 con películas como The Living End, Totally Fxxxed Up y The Doom Generaction, entre otras– que Mysterious Skin, su último opus, se veía mucho más duro en el guión que como resultó ser al verlo proyectado por primera vez. Es cierto que es una de sus películas más accesibles, a pesar de estar protagonizada por dos adolescentes que fueron seducidos y sometidos sexualmente por su entrenador de béisbol cuando eran chicos. La clave de esta historia que se inicia en Kansas a principios de los ‘80 y se extiende hasta comienzos de la década siguiente estaría, dice, en cierta textura “onírica, elegante, un lenguaje bello que trasciende su tema”, aunque también es cierto que no le faltan momentos perturbadores. Los destinos de los dos chicos fueron diversos: Neil (Joseph Gordon Levitt, de la serie Third Rock From the Sun) se prostituye, principalmente con hombres mayores, pero Brian (Brady Corbett) ha borrado todo el episodio sexual de su memoria y en su lugar está convencido de haber sido abducido por los extraterrestres. Pero todo tiende, lo sabemos, hacia un reencuentro inevitable, como determinado por un factor cósmico. Hacia un final terso, sin sermones, donde Araki dice haber encontrado “una imbricación perfecta de luz y de oscuridad”.

Mysterious Skin forma parte de la programación de Heterodoxia, que incluye algunos de los títulos más raros de este festival, entre ellos, la pesadillesca Innocence, de Lucile Hadzihalilovic; The Raspberry Reich, lo último del canadiense Bruce LaBruce; y la japonesa y surrealista The Taste of Tea, de Katsuhito Ishii.

El tiempo vuela

Porro y adolescentes: lo mejor del cine mexicano.

Puede que Temporada de patos, la ópera prima de Fernando Eimbcke, ayude a ampliar la limitadísima percepción sobre el cine mexicano que existe por estas pampas –adonde, con la excepción de Amores perros y algunos títulos de Ripstein sólo han llegado especímenes vergonzosos de esa procedencia. Por varias razones –de tema, de tratamiento visual, de tempo y de tono– el film de Eimbcke (un realizador fogueado en la dirección de videoclips de grupos como Molotov y Plastilina Mosh) parece emparentada con una zona del cine rioplatense más reciente, incluyendo las uruguayas 25 watts y Whisky. Filmada enteramente en blanco y negro, Temporada de patos transcurre a lo largo de un solo día, un tedioso domingo, en un único lugar (un departamento en una “unidad habitacional de Tlatelolco”) y entre cuatro personajes únicos: los adolescentes Moko y Flama –que quedaron a solas y se disponen a jugar con la PlayStation, comer comida chatarra y ver porno–, una vecina que les pide prestado el horno, y un repartidor de pizza que se atrinchera con los chicos, obstinado en que le paguen el pedido ya que no, no ha llegado medio minuto más tarde de lo prometido. A lo largo de esta única jornada con contratiempos –un corte de luz cuando todo parece depender del televisor, puede ser fatal– se sucederán confesiones de soledades, deseos y frustraciones, la insinuación de una historia de iniciación sexual, y una fumata, con un saludable espíritu lúdico y una pátina de tristeza que permanece.

Otra mexicana, más experimental, sórdida y erótica, llamada Adán y Eva (todavía), de Iván Avila Dueñas, integra también el seleccionado de las más recomendadas de la sección América latina.

Buenos muchachos

La trilogía sobre la mafia de Hong Kong que Scorsese va a refilmar con DiCaprio, Jack Nicholson y Matt Damon.

La premisa de Infernal Affairs, la primera película de una exitosísima trilogía de thrillers hongkoneses estrenada entre el 2002 y el 2003, sí que tenía potencial: Tony Leung (Con ánimo de amar) como un policía infiltrado entre los matones de la camorra china (la “tríada”), y Andy Lau como uno de los malos trabajando undercover en las filas de la ley. Ambos llevan demasiado tiempo en esta farsa: uno devino hombre de confianza del jefe de la mafia; el otro, oficial de alto rango; y ya comienzan a tener serios problemas de identidad. Cuando un golpe con un cargamento de drogas sale mal, las sospechas se extienden a ambos lados sin retorno; los dos antagonistas cruzados no habrán de encontrarse muchas veces, pero cuando ocurra, sucederán eventos explosivos.

Apoyada en la asfixiante situación de estos dos personajes atrapados por sus dobles roles más que en el despliegue de escenas de acción, este film de los directores Wai Keung Law y Siu Fai Mak fue tan taquillero que dio lugar a dos continuaciones instantáneas. Obra “de culto” para los consumidores de bizarradas orientales de toda calaña, la trilogía circula desde hace tiempo en circuitos piratas, pero ésta será la primera vez que podrá vérsela completa, en fílmico, en Argentina. Y un año antes del estreno previsto para su inevitable remake norteamericana, que MartinScorsese se apresta a rodar con DiCaprio, Jack Nicholson y Matt Damon, trocando chinos por pandilleros irlandeses entre policías bostonianos.

Además de Infernal Affairs I, II y III, la sección Cerca de lo oscuro promete uno de los productos más recientes de la febril mente de Takashi Miike –un clásico cultivado por el Bafici– y una rareza llamada El maquinista, con una actuación increíble de Christian Bale (American Psycho).

Nuestra hospitalidad

Un extraordinario documental sobre los inmigrantes en la Argentina.

Uno de los hallazgos de la sección Vitrina Argentina (con más de sesenta películas vernáculas) será Habitación Disponible. El largo proyecto de los directores Diego Gachassin, Eva Poncet y Marcelo Burd comenzó en 1999 con frecuentes visitas a los hoteles de inmigrantes de Buenos Aires. Originalmente inspiraron una película de ficción (Vladimir en Buenos Aires, del 2001) y les permitieron acercarse a las vidas de algunos de los extranjeros que llegaron al país durante el menemato y que desde fines del 2001 se encontraron con unas condiciones de vida especialmente hostiles. Decididos entonces a hacer un documental de –en palabras de Gachassin– “observación, sin entrevistas ni voces explicativas en off, que no fuera un estudio sobre los inmigrantes sino que contara un par de vidas”, siguieron de cerca a algunos de los personajes que habían conocido (de Perú, Paraguay y Ucrania), a lo largo de tres años. El resultado es sorprendente: no sólo funciona como un documento de época –arranca con un cacerolazo en la Plaza, y va puntuando el paso del tiempo con el sonido casi incidental de los noticieros televisivos y fragmentos de diálogos sobre búsquedas laborales, convertibilidad, Lecops y Patacones– sino que realmente se adentra en las vidas de estas personas, llegando a captar situaciones de gran pudor e intimidad. La conversación telefónica efectuada desde un locutorio por una de las protagonistas consigue, en tres minutos, mucho más poder dramático que todo el cine de ficción actualmente en cartel.

Otras imperdibles de la sección: los programadores desaconsejan dejar pasar Vera Váldor (rarísima oda a una diva secreta del teatro y del cine nacional) o Bosques, ficción villera bonaerense en clave Caetano.

Hay un gallego en la luna

Astronautas: un heroinómano que intenta volver a la Tierra.

Todo parece andar de cabeza en la vida de Daniel, heroinómano en proceso de desintoxicación, que se encuentra hundido en una depresión sin fondo, habitando un departamento destartalado y alimentándose a base de un menú fijo de yogur y postrecitos. Es justo en esa fase de su no existencia que entra en escena Laura, una quinceañera que dice ser hermana de su vecino, aunque –Daniel lo sabe bien– en el departamento de al lado no vive nadie desde hace bastante tiempo. Ella, sin embargo, puede ayudarlo a seguir al pie de la letra el “decálogo” de recuperación que le fue asignado por un psiquiatra; es decir, a poner algo de “normalidad” en su vida. Debut solista del director andaluz Santi Amodeo, Astronautas encuentra momentos verdaderamente brillantes sin hacer una tragedia ni una comedieta de la triste historia de Daniel (el gran actor gallego Nancho Novo, poco visto por aquí, más allá de su participación en Los amantes del círculo polar). Momentos de su relación con Laura, momentos musicales –que llegan en la forma de discos de vinilo que parecen estar ahí para rescatarlo a cada momento– y en los clips animados con los que vamos siguiendo cada paso del decálogo. Y que se componen de animaciones de fotomontajes y collage de dibujos como de cartulinas recortadas y diseños que remiten al mundo de la publicidad comercial en el que, dice Amodeo, nos hacen sentir a todos como si fuéramos de otro planeta. De ahí, por supuesto, el título de esta película salida de la órbita del mejor cine español reciente.

Los que quieran seguir la ruta propuesta por la sección “España en foco” no podrán dejar de ver la guarrada rockera y metalera de la temporada, con Santiago Segura y un título tentador: Isi+Disi: amor a lo bestia.

Mi vida como hijo

Madre esquizofrénica y adolescencia gay en Texas: la autobiografía hecha arte.

Fueron Gus Van Sant y John Cameron Mitchell quienes estimularon –casi obligaron– a Jona-than Caouette a terminar de convertir su conjunto de retazos de álbum familiar y filmaciones domésticas en Tarnation, la película descarnada y salvajemente autobiográfica que presentó el año pasado en Cannes. Munido de fotos, grabaciones en video y super ocho (que Caoaouette hizo de sí mismo desde los once años de edad) y de la increíble fuente dramática que le proveyeron su madre esquizofrénica y sus abuelos desde pequeño, Caouette realizó un experimento de un peligroso nivel de exposición personal. Diagnosticado con un desorden de personalidades, el director se muestra y se mira a sí mismo con la crudeza de una tercera persona; el montaje de los materiales que registran las historias de ambos (la de él y la de su madre) consigue un efecto enérgico, feroz, que salta a la yugular del espectador desde los primeros minutos. Aspirante a actor (y con ganas de dirigir algo a lo David Lynch), gay asumido desde la infancia (“ser un adolescente homosexual en Texas es una experiencia que no recomiendo: múdense de Estado”), Caouette dice haber completado su collage por algo más de 200 dólares en su computadora personal. Puede que sea uno de esos muchos mitos que fabrica el cine independiente; lo que es indudable es que consiguió hacer arte puliendo la pesada piedra con la que le tocó nacer.

Otros imperdibles de la programación de Ventana documental: “Iván Z”, reveladora entrevista con el español I. Zulueta, director de la mítica Arrebato, y una retrospectiva con cuatro asombrosas películas experimentales de la directora Barbara Hammer.

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