Domingo, 17 de julio de 2005 | Hoy
INéDITOS > UNA ENTREVISTA A MANUEL PUIG
En 1973, Felisa Pinto le propuso a Manuel Puig protagonizar el piloto de un programa de entrevistas que tenía como objetivo difundir la obra de diferentes autores por boca de ellos mismos. Coincidiendo con la aparición de The Buenos Aires Affair y el comienzo del rodaje de Boquitas pintadas, Puig aceptó muerto de miedo aparecer en cámara. Lo que sigue son las respuestas que dio a la voz en off que lo entrevistaba. Y como yapa, la aparición de Leopoldo Torre Nilsson.
Manuel Puig, ¿por qué el nombre de su primera novela: La traición de Rita Hayworth?
–Yo voy a las pedir disculpas y voy a leer la respuesta. Porque creo que justamente una de las causas por las que escribo es que no tengo ninguna de facilidad de palabra. Sabiendo que me iba a resultar imposible reducir a unas pocas palabras el significado de la novela, le pedí permiso al director y me traje escrita la respuesta: “Entonces, ¿por qué La traición de Rita Hayworth? La novela cuenta la historia de una familia de clase media que vive en un pueblo de La Pampa en los años ‘40. El paisaje de La Pampa, que en realidad es la ausencia de todo paisaje, resulta una pantalla en blanco donde cada uno proyecta las fantasías que quiere. Ahí un chico que no puede aceptar la realidad por sentirla hostil cambia los términos y toma como realidad a la ficción, ya sea la ficción del cine o la que le dicta su propia imaginación. En esa pantalla suya, la bondad es siempre premiada y la gente buena es hermosa. Hasta que Rita Hayworth en Sangre y arena prueba ser hermosa, la más hermosa tal vez, pero también pérfida. Y ahí comienza el drama, que del sueño pasa a la más cruda realidad”.
Su segundo libro, Boquitas pintadas, ¿por qué ese título?
–Este título está sacado de esa canción de Gardel que dice “Deliciosas criaturas perfumadas, quiero el beso de sus boquitas pintadas”. La acción de esta novela transcurre entre 1935 y el presente, y yo sentía que esos personajes, también de un pueblo en La Pampa, estaban inmersos en una atmósfera gardeliana. Personajes que creían en las letras de los tangos, sin atreverse a vivir como en un tango.
En 1973 aparece su tercera novela: The Buenos Aires Affair. ¿Por qué ese título?
–Esta novela, a diferencia de las dos anteriores que son historias de pueblo chico, se desarrolla en Buenos Aires. Es la historia de un crimen, oculto durante años, que finalmente se descubre y se paga. Ante el criminal se encuentra la protagonista en la misma situación que ha visto presentarse en tantas películas. La novela cuenta todo el dolor de pasar de espectadora a protagonista. Por eso su historia tiene título de película policial hollywoodense. Y cada capítulo está encabezado por una escena de película, una de esas películas admiradas por la protagonista, en las que ya vagamente está prefigurado su destino.
¿Por qué Rita Hayworth está tan presente en su obra?
–Creo que para mí una danza de Rita Hayworth significa, expresa la alegría de tener un cuerpo. Expresa el triunfo de la vida sobre la muerte, el triunfo de la sexualidad vivida sin culpa, vivida con toda la alegría que el mundo ha ido olvidando a través de siglos de represión.
La larga historia de un corto
Por Felisa Pinto
Con la presentación del libro Querida Familia:, una compilación de 172 cartas europeas de Manuel Puig a su familia entre los años ‘56 y ‘62, realizada por Graciela Goldchluk para la editorial Entropía, comenzó un ciclo de homenajes en el Centro Cultural Borges, que continuará hasta fin de mes, para conmemorar el decimoquinto aniversario de la muerte del escritor, ocurrida en una clínica de Cuernavaca, cerca de su casa, en la calle Orquídea, su última morada. Mesas redondas con escritores, intelectuales y amigos, coordinadas por Patricio Lóizaga y la proyección de un documental, Puig, 95% de humedad, de Mausi Martínez, y la de los films Boquitas pintadas, Pubis angelical y El beso de la mujer araña completan el programa.
Ya en la Feria del Libro de este año se habían realizado interesantes homenajes diversos y, entre ellos, uno del cual soy autora. Se trata de un corto (cortísimo) filmado en 16 milímetros blanco y negro, en 1973. Está basado en una idea y guión original míos y puesta en pantalla por Armando Sánchez, dirigido por César Paternosto. El corto era en realidad un piloto que imaginamos para televisión y bautizamos Identikit, cuyo primer programa sería una entrevista a Manuel Puig, antes que se fuera del país. Y coincidiendo con el inmenso éxito de su obra y el comienzo de la filmación de Boquitas pintadas, dirigida por Leopoldo Torre Nilsson, en esos días.
Yo había conocido a Manuel tiempo atrás y, coup de foudre mediante y mutuo, inmediatamente después de la primera edición de La traición de Rita Hayworth, publicada por Jorge Alvarez en su editorial y librería de la calle Talcahuano al 400, rincón favorito de los jóvenes intelectuales y de la vanguardia porteña. Sus principales referentes, para mí, en ese grupo eran Piri Lugones y Carlos Peralta, quienes me presentaron a Manuel. Yo era periodista entonces de Primera Plana, revista que blandía en esos días la bandera de la nueva narrativa latinoamericana, venerando a García Márquez, Vargas Llosa, los cubanos Lezama Lima y Vigilio Piñera. Además de Marechal, entre nosotros. Ese fervor fue extensivo a Puig, años después, cuando descubrieron que les parecía audaz y nueva su escritura “de folletín”, absolutamente inédita. Para ese entonces, mi amistad y complicidad intelectual con Manuel había alcanzado picos de euforia creativa, así habláramos de literatura, cine, ópera o moda. Los tiempos dedicados a gozar de todos sus puntos de vista eran propicios para mí. Fue entonces que, en esa atmósfera y contexto, tuve la audacia de inventar un programa de media hora, que fuera “culto o de culto” en blanco y negro, para que algún canal comprara la idea de transmitir algo que difundiera la cultura a través de las obras de un autor y sus conceptos emitidos por él mismo, como protagonista y actor, sin mostrar al reportero o periodista y contestando en profundidad preguntas sobre su hacer. Algo que Manuel aprobó con entusiasmo no bien vio mis guiones borroneados en lápiz sobre bloc cuadriculado. Lo que más aplaudió, sin embargo, fue la idea de llamar al ídolo del radioteatro Oscar Casco, para que con su tono de galán de folletín de antes hiciera la voz en off. En cuanto a Manuel, su participación en vivo y en directo para la filmación ofreció una resistencia tenaz hasta que lo convencí, luchando con su timidez empedernida. “No soy amigo de las cámaras y no doy bien con las luces.” O: “Mi voz es horrible”. O: “En todo caso lo haré si leo el texto en cámara”, decía. Hasta que Identikit finalmente se hizo, justo antes de que Babsy Torre Nilsson empezara el rodaje de Boquitas pintadas, como él mismo lo cuenta en el corto, explicando su alegría de filmar un guión conjunto con Manuel, “un hombre de cine”. Sin mencionar que el propio Puig le había agregado una mínima parte que no existe en el libro original. Era una escena corta destinada a favorecer la aparición de Mecha Ortiz, su actriz argentina favorita, haciendo de adivina que lee en la bola de cristal la muerte segura al protagonista Juan Carlos, metido en la piel de Alfredo Alcón. Identikit reúne, además de las entrevistas a Puig y a Torre Nilsson, flashes de escenas de Rita Hayworth en las películas Gilda y Sangre y arena, en tomas que hacían delirar a Manuel y que imitaba a la perfección para todos sus amigos en momentos de euforia. Recortes y tapas de sus libros se entremezclan a sus respuestas en esta suerte de piloto que fue pensado para televisión y, a pesar de corretearlo por los tres únicos canales de aquella época, nunca se estrenó. Solamente lo pasaron una vez, el 22 de julio de 1990, día de la muerte del escritor, por Canal 7, en un programa de Carlos Morelli.
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