Domingo, 24 de julio de 2005 | Hoy
INTERNET > LA LIBRERíA VIRTUAL CUMPLIó 10 AñOS
Mientras el mundo estalla de conflictos, la aldea virtual está de fiesta: amazon.com cumplió diez años y festejó a lo grande su facturación multimillonaria con un recital gratuito que se vio en su página y famosos entregando envíos en persona. Y pensar que todo empezó con tres amigos en un garaje dispuestos a perder plata por un buen tiempo...
Por Rodrigo Fresán
UNO Amazon.com cumplió diez años. Parece que fuera un siglo. Porque el tiempo –el tiempo de los últimos tiempos– y, especialmente, de las tiendas virtuales es, también, virtual. El tiempo ya no es lo que era. El tiempo es y punto. Presente constante que se conjuga así: Yo ahora, tú, ahora, él ahora...
DOS Y pensar ahora en Amazon.com no como en una casa embrujada sino como en algo mucho más inquietante: un shopping-center fantasma. Amazon.com es –al mismo tiempo– el territorio a hechizar y el espectro en cuestión. Una entidad fuera del tiempo. Y en el espacio. Magia. No es casual que, originalmente, Amazon.com fuera a llamarse Cadabra. Hasta que alguien le comentó a su creador, Jeff Bezos, que “sonaba demasiado a cadáver”.
TRES El megaimperio on-line festejó su primera década a lo grande. El pasado sábado 16 de julio tiró la computadora por la venta. Concierto de un Bob Dylan cada vez más feliz y despreocupadamente for rent cuando de corporaciones se trata (lo próximo será un CD que se venderá exclusivamente en la cadena cafetera Strabucks) y con Norah Jones como telonera. El concierto pudo verse en vivo y en directo en el mismísimo site. También se ofrecieron cosas más prácticas como descuentos varios. Y hasta la posibilidad retronostálgica de “visitar” la réplica de lo que fue la primera página del primer día in-line. Yo la vi: comparada con lo que es ahora, el origen gráfico de Amazon.com parece algo así como decoración de interiores de una cueva en Altamira, España. Pero feo. Nada envejece más rápido que lo moderno.
CUATRO En lo personal, yo demoré en llegar a Amazon.com Demoré en tener e-mail; y mi computadora de entonces era tan primitiva que no tenía capacidad chip-neuronal para procesar la data de Amazon.com Así que compraba a través de amigos que, cuando llegaba la caja en cuestión, me llamaban por teléfono, yo iba a sus casas y, previo intercambio de billetes, yo liberaba al rehén.
La computadora –el correo electrónico– mató la carta pero resucitó la encomienda.
CINCO Y ese olor a nuevo llegando desde tan lejos. Y qué lindas que son las cajas y los acolchados de Amazon.com Recibirlas es volver a ser niño navideño pero mucho mejor, mejorado. Porque nunca creímos en Santa Claus; pero es tan sencillo creer en Amazon.com Santa Claus, lo supimos entonces, sólo cree en nuestra tarjeta de crédito.
SEIS Y, al principio, la verdad que yo no le di mucho crédito a Amazon.com No entendía, por más que el Citizen Jeff Bezos hubiera sido elegido Man –perdón– Person of the Year por Time Magazine, cómo era eso de que la empresa diera pérdidas durante muchos largos años y recién hace muy poco empezara a dar ganancias.
Y sigo sin entenderlo. Tal vez debería comprar alguno de los muchos libros sobre Jeff Bezos y el fenómeno Amazon.com que se consiguen, claro, en Amazon.com Estos son los títulos de algunos de ellos ordenados –según el cerebro central de Amazon.com– por importancia: Amazon.com: Get Big Fast, Big Shots, Business the Amazon.com Way: Secrets of the Worlds Most Astonishing Web Business, Amazonia: Five Years at the Epicenter of the dot.com Juggernaut, Amazon.com for Dummies, 21 Dog Years: Doing Time@ Amazon.com, Jeff Bezos: Business Executive And Founder Of Amazon.com, Other People’s Treasures: Selling on Amazon.com, Jeff Bezos: Business Genius of Amazon.com, How to Sell Your Book or eBook Through Amazon.com, Jeff Bezos: King Of Amazon.com...
SIETE Pero una de las mejores ideas de Amazon.com para autocelebrarse ha sido la de convocar a astros y estrellas para que –en tándem con el repartidor de UPS– entreguen en persona algunos envíos. Estos momentos dorados pueden verse por estos días –a modo de cortometrajes– en el site de la empresa. Allí el aburrido Harrison Ford entrega un DVD de La guerra de las galaxias y el sublime Jeff Bridges uno de El gran Lebowski. Emmylou Harris y John Hiatt llaman a puertas y reparten sus respectivos compacts. Daniel Handler –representante del invisible Lemony Snicket– llega con varios libros de los sufridos huérfanos Baudelaire y le pregunta a un niño que no entiende nada de lo que está ocurriendo si necesita ayuda para fugarse de su casa, lo interroga sobre una lastimadura en la nariz de su hermanita y, finalmente, luego de retarlo por permitir entrar en su hogar a un completo desconocido, lo ata a la silla de la cocina y se va de lo más campante. Efren Ramírez –el nerd-mex Pedro de Napoleon Dynamite– se presenta, como en su película, con película, flores y torta dedicada. Michael J. Fox le alcanza a alguien su autobiografía. Jasón Alexander entrega cuatro temporadas de Seinfeld, les pregunta a los destinatarios cuál es su personaje favorito de la serie, y ante la incómoda y larga duda a la hora de elegir exclama “¡Hey! Estoy frente a ti”. Anna Kournikova aparece con unos pares de Adidas bajo el brazo, pero a quién le puede interesar eso. También estaban Moby, un rapper, actores que no actúan demasiado bien... y desde ahí mismo todos apoyan a su entidad benéfica favorita. Pero lo cierto es que –más allá de la gracia y del ingenio– hay algo muy perverso en esto: aquí se juega con la idea de que, por un ratito, los famosos trabajen para los anónimos. Y, sabiéndolo, me pregunto cuántos ingenuos de USA no habrán comprado en estos días productos amazonianos fantaseando con la idea de que el cartero que sólo llama una vez sería mucho más que un cartero.
OCHO Ejemplo de infinita fe e ingenuidad sin límites: comprarse las obras completas de Salinger –esos cuatro inmensos libritos– y sentarse a esperar a que Jerry llame a la puerta.
NUEVE Y pregunta: si uno compra Jeff Bezos: King Of Amazon.com... ¿Te lo lleva Jeff Bezos?
DIEZ Experimento metaficcional: comprarse el propio libro o película o disco y entregárselo a uno mismo.
ONCE Desde un punto de vista adictivo, está claro que Amazon.com es un peligro, una droga eléctrica y dura, un trip del que cuesta mucho desenchufarse. El primero te lo vendo y el segundo también y un viaje de ida o, por lo menos, un viaje sin hora de retorno; porque meterse ahí equivale a abandonar toda esperanza y perderse en todos esos íconos y clicks y, ay, lo más terrible de todo es el apartado new and future releases donde uno acaba comprando... ¡¡¡cosas que todavía no existen!!! Y lo del principio: fantasmas...
DOCE Y también se sabe que el avance de la epidemia Amazon.com ha significado el fin de cientos o miles de pequeñas y acústicas librerías; porque imposible competir con su omnipresencia de Matrix y descuentos –si se vive en Estados Unidos o en algún país amazonizado como Alemania, Francia, China, Reino Unido, Canadá o Japón el correo sale barato y rápido– y con la emoción tan infantil del knock knock, quién es... Y, aunque parezca extraño, hay gente a la que no le gusta entrar a librerías. Recuerden: It was ten years ago today, Sgt. Bezos taught the gang to buy y en un principio fue nada más que libros (que desde hace un tiempo se pueden hojear desde nuestras pantallas); pero ahora, gracias a cada vezmás numerosas alianzas con otras empresas, también hay –nuevo y usado– DVD, compact-discs, accesorios, artículos de belleza, electrodomésticos (lo que más se vende por estos días), relojes y joyería, zapatos, automóviles, instrumentos musicales, sales de baño y comida gourmet, suscripción a revistas, juguetes para bebés y mascotas, muebles para interiores y jardín, herramientas para lo que venga, listas de bodas, entradas para cine y teatro, pasajes y turismo, teléfonos móviles y, por supuesto, computadoras.
TRECE Teoría paranoica conspirativa: el verdadero dueño y creador de Amazon.com –Jeff Bezos es apenas una fachada; sepan que el primer título que se vendió on-line fue Fluid Concepts and Creative Analogies: Computer Models of the Fundamental Mechanisms of Thoughts, de Douglas Hofstadter– se llama HAL 9000.
CATORCE Y todo esto comenzó en el sótano del garaje de Jeff Bezos en 1994. Tres amigos y tres computadoras en red. En 1995 fue el salto a Internet. El primer pedido demoró tres semanas en llegar, pero a los cinco meses ya recibían tres mil visitas diarias. Y después, enseguida, ya saben: Earth’s Biggest Selection.
Y, de acuerdo, algunos podemos estar ahora casados con Alibris.com; pero la insaciable Amazon.com siempre será nuestro primer amor. Y uno es apenas uno de sus 49.000.000 de amantes en actividad que, a lo largo del 2004, se gastaron en ella 7.000.000.000 de dólares. Signo inevitable de los tiempos: la Aldea Global no ha demorado en generar el Mercado Global. Comprar de todo, a cualquier hora, sin moverse de casa.
Falta menos para el día en que Amazon.com nos venda el alma que nunca tuvimos, que siempre tuvo el Diablo. Entonces, usarla. Y después –muy usada, casi rota– revenderla en Amazon.com
QUINCE Alguna vez escribí que en “El Aleph”, Jorge Luis Borges anticipaba el concepto de Internet: el universo entero brotando de un disco duro. Amazon.com, entonces, es la seductora y realizada pesadilla de otro cuento: “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”. Otro mundo que está en éste –yo no hago caso, yo sigo buscando la fecha exacta de salida de la nueva novela de Brett Easton Ellis– y que, sin pausa y cada vez con más prisa, va comiendo y digiriendo todo lo que se le pone a tiro y a tecla.
Y el mundo será Amazon.com
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