Domingo, 9 de julio de 2006 | Hoy
CINE 2 > DOMICILIO PRIVADO, LA PELíCULA QUE UNE A ACTORES PALESTINOS E ISRAELíES
Un grupo de soldados israelíes ocupa la casa de una familia palestina. Pero el padre, pacifista, se niega a abandonar el hogar y entonces se produce una insólita convivencia que le sirve al joven director italiano Saverio Costanzo como alegoría del conflicto mayor. Con los actores más famosos y queridos tanto de Israel como de Palestina, Domicilio privado no sólo logró proyectarse en Tel Aviv y conmover al público, sino que su voluntad pacifista convirtió al elenco en una verdadera familia.
Por Cecilia Sosa
La idea parecía imposible, cuando no descabellada. Filmar una película sobre el conflicto árabe-israelí, protagonizada por los actores más festejados de ambos países, con música de un grupo indie barcelonés, proyectarla en el centro mismo de Tel Aviv y conmover a los ocupantes israelíes hasta las lágrimas. Pero el joven y debutante director italiano Saverio Costanzo lo logró. Y sin (muchos) golpes bajos, mostrando poco y sugiriendo lo demás. Tal vez por eso Domicilio privado, su primer largometraje, sea tan inquietante. Tanto en sus 90 minutos como en las condiciones que lo inspiraron.
Mientras el conflicto acaso más imposible del planeta muestra cada día ribetes más desesperantes, Domicilio privado espía en sus bordes más íntimos, literalmente privados. La historia es desde el vamos simbólica: un grupo de soldados israelíes ocupa la casa de una educada familia palestina (un matrimonio y cinco hijos de distintas edades), que lleva su vida a mitad de camino entre una colonia israelí y un asentamiento árabe. El padre es director de una escuela secundaria, aficionado a la literatura inglesa y furiosamente pacifista, al punto de que se resistirá a abandonar el hogar, sometiendo a los suyos a una extraña y absurda convivencia con los ocupantes. La casa se convertirá en el territorio de una disputa alegórica donde las reglas se cumplirán (o no) bajo amenaza de muerte: planta baja para los propietarios originales, segundo piso para los ocupantes, cocina, territorio neutral y, por las noches, toda la familia a dormir al living y bajo llave. Pero arriba y abajo habrá movimientos, choques, vacilaciones, tironeos, tentaciones violentas (y no tanto), partidos de fútbol y miradas.
Domicilio privado es el primer largometraje de Costanzo. Que ya desde su tesis como sociólogo mostró inclinación por los conflictos interculturales: vivió dos años en Nueva York donde dirigió Caffe’ Mille Luci, un documental en episodios sobre la comunidad italoamericana de Brooklyn, y en 2000 regresó para dirigir Sala Rossa, una suerte de reality filmado en una sala de emergencias de un hospital de Roma, premiado por la crítica del Festival Internacional de Turín.
Constanzo también planeó Domicilio privado como un documental con actores no profesionales y en el territorio en disputa. Para el guión (coescrito con Sayed Qashua) contaba con una curiosa historia real de su lado: el caso de un profesor de escuela palestino que desde 1992 (y hasta hoy) tiene ocupada su terraza por un cuerpo de elite israelí. Protegido por la prensa y el Corán, no deja de saludarlos cuando abre la puerta de su cocina cada mañana.
Sólo que para el film, Constanzo tuvo que recurrir a varios artilugios. La declaración de guerra en los territorios ocupados obligó a mudar el set de Israel al sur de Italia, específicamente a Riace, Calabria, donde las construcciones bajas y a medio terminar le recordaban bastante a las poblaciones árabes. Y además, optó por convocar a un elenco repleto de celebridades y encantadores e inexpertos niños palestino-napolitanos. Notable si se tiene en cuenta que actores palestinos e israelíes nunca habían trabajado juntos desde el comienzo de la Segunda Intifada, y menos que menos en una película que pusiera en escena el mismísimo drama.
Por eso, las cinco semanas de filmación en Calabria se transformaron en una especie de tour de force que espejó la tensa convivencia de la ficción. “Al final de la filmación éramos una gran familia”, dijo Mohammad Barki (el padre en la película), el actor de culto más respetado de Palestina y ganador del premio al Mejor Actor en Bafici 2005. Lior Miller (el comandante israelí), modelo, DJ y símbolo sexual adorado por adolescentes y fotógrafos, fue algo más cauto: “No sé cómo reaccionará la audiencia israelí. No siento temor por mi carrera, porque hice algo en lo que creo”, dijo la estrella que sirvió tres años a su ejército.
Con todo, la voluntad pacifista de Domicilio privado pasó la prueba: se proyectó en la cinemateca de Tel Aviv frente a un público joven que formó parte de las Unidades Especiales. Aunque la idea es distribuir la película por todo Israel, hay quienes creen que el país todavía no está preparado para la experiencia.
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