Domingo, 30 de noviembre de 2008 | Hoy
FAN > UNA ARTISTA ELIGE SU OBRA DE ARTE FAVORITA
Por Flavia Da Rin
Corría el año 1998, o algún momento entre ese año y el 2000. Caminaba por la avenida Santa Fe, llegando a la calle Armenia, cuando un chico muy simpático, rapado y con trencita, me ofreció unos libros de tapa blanda.
No me acuerdo bien qué me dijo pero me dio ternura y compré dos.
Elegí uno de comida Hare Krishna vegetariana que se llamaba Un gusto superior, y otro que era una entrevista que tenía también unas ilustraciones preciosas. Me dijo que le pagara con lo que pudiera o quisiera, y traté de calcular mentalmente cuánto podía costar eso. Creo que le di 15 pesos (¡ojo! ¡peso dólar!) y el chico me invitó a comer un domingo a un comedor de comida naturista. No fui porque me daba vergüenza.
Ultimamente me mudé y entre los libros apareció Un gusto superior. ¡Qué increíble la tapa! Nunca la olvidé. Fue la primera vez que veía ese tipo de ilustraciones y quedé fascinada por el sincretismo entre la imaginería Hare Krishna y las formas de representación de Occidente clásico.
Unos años después, cuando Internet se volvió algo accesible, bajé muchísimas de esas imágenes. Pero, ¿quiénes eran los autores de estos cuadros? “Los artistas de la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna (Iskcon) combinan conceptos devocionales de Oriente con técnicas clásicas de Occidente, creando así una singular fusión artística. Estas pinturas sirven de ilustración para los más de cien millones de libros (impresos en cincuenta idiomas y distribuidos en diversos países) que explican la filosofía de la conciencia de Krishna.” Esto fue lo único que encontré hasta ahora sobre los artistas de esos libros.
Hace poco, al volver de la India, un amigo me trajo dos comics de los ‘70 en los que se recreaban las aventuras de deidades hindúes en un estilo Marvel o DC Comics. Shiva, súper musculoso y azul, junto a Ganesha, una bella mujer, que creo que era su hija, viajaban por los aires y hablaban con hombres barbudos. No pude entender mucho más de lo que pasaba. Supuse que era como esa colección de mi infancia Erase una vez la Biblia, sólo que esta última no me parecía tan interesante.
Vuelvo a la imagen de tapa de Un gusto superior. Un krishna infante rodeado de otros niños. Una especie de pájaro que surca el cielo, una luz dorada baña la imagen. Hay frutas, flores y oro. En otras imágenes del interior, el bebé krishna aparece tocando un instrumento de viento, y se le ve parte de la palma de una mano, que no es azul como el resto de su cuerpo, sino color piel. Como si se hubiera desteñido. Estas imágenes me llenan de preguntas, no poder decodificarlas me hace fascinarme cada vez más por la superficie: los brillos, lo rosa de las mejillas, lo delicado de cada dedito, esa luz ámbar sobre la piel celeste. Parecen cientos de cupidos rococó con rasgos orientales, los ojos grandes y almendrados, rodeados de lo que parecen capullos de loto.
Así fue como encontré cientos de estas imágenes que parecían un blend de Hollywood (esas pelis indias medio musicales que hacen en Mumbai) con Watteau, con la sensualidad de una publicidad de perfume. Es esa mezcla, esa traducción desfachatada, lo que me llama la atención de las imágenes. Un lugar donde las cosas se mezclan como en un sueño y se trastocan contenidos, superficies y sensaciones para generar algo nuevo.
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