TEATRO
El Sub 20
La cartelera 2002 cerró con tres obras creadas, montadas y protagonizadas por tres grupos de chicos que apenas llegan a los 20 años: Marea, Bésame un poco y Vibra. Trabajan en grupo, cruzan disciplinas, escriben a partir de sus propias improvisaciones y salen a escena con la sala llena. Radar habló con ellos sobre el año que se hicieron profesionales.
Por Carolina Prieto
Un chico y una chica se buscan, giran y nadan en una mini-pileta. Otro canta “Sellado con un beso”, conteniendo, a pesar de él, una emoción que lo desborda. Una troupe de artistas de circo saltan y se envuelven con sogas creando prodigios. Son escenas de Marea, Bésame un poco y Vibra, espectáculos de elencos veinteañeros que asumen riesgos creativos y económicos que muchos grupos de adultos envidiarían. Tienen la cabeza abierta como para animarse al cruce de disciplinas (cantan, bailan y tocan instrumentos sin desentonar) y sumergirse en un humor absurdo y delirante que coquetea con estereotipos del cine, la televisión y la vida real.
Comenzaron como un juego o con las ganas de mejorar una muestra de fin de año que los entusiasmaba mucho más de lo que podían disfrutar en una noche de función. Y hoy encaran el teatro en forma profesional con todas las dificultades del caso: encontrar sala, pelear por el cachet o el porcentaje, o confiar en la generosidad de las manos que se acercan a la gorra. Sin esperar la ayuda de un benefactor y, en algunos casos, optando por organizarse en comisiones para enfrentar mejor las asperezas.
Los Susodichos nacieron hace diez años, cuando unos nenes inquietos incursionaron en la escuela de Hugo Midón y se encontraron con Nora Moseinco, una profesora joven y desprejuiciada. Este encuentro fue el embrión de un proceso que pronto comenzó a dar frutos. Con sólo doce, trece o quince años de edad mostraron un primer trabajo en El Callejón de los Deseos; con la experiencia de tres años más saltaron al Recoleta con Cosa de varios y acaban de cerrar la temporada con Marea en el Teatro Lorange. Siempre con un humor que se mete con el ridículo y nace de la fuerza de las improvisaciones. Las dos primeras obras tocaron el tema del amor: la primera centrada en una pareja y la segunda en un encuentro de solos y solas. “La idea es llegar a lugares verdaderos, vivos, que salgan de uno –cuenta Lucas Mirvois, uno de los Susodichos más jóvenes, que hoy tiene 21–. Confiamos mucho en nuestra intuición. Estrenamos Marea a fines del 2000 pero no tuvimos la oportunidad de hacer una temporada larga. Y ahora, como fuimos a la gorra, llegamos a mucha gente”. Es cierto. Cerca de quinientas personas se acercaron por fin de semana al Lorange para ver una propuesta ambientada en una playa con mucho swing y escenas desenfadadas sobre la relación hombre-mujer, madre-hijo, docente-alumno.
“En principio pensábamos hacer un mes de funciones solamente, pero cada fin de mes nos preguntábamos: ‘¿Por qué no seguir si la gente viene y la pasa bien?’”, recuerda Paula Gluzman. “Fue pasar de la felicidad de una función a sostener una obra durante medio año en el Espacio Aguirre. Lo cual exige otro compromiso y tener una verdadera experiencia como actor”, agrega Alan Sabbagh. Son dos de los protagonistas de Bésame un poco, una creación colectiva (con sólo un actor mayor) que tuvo un origen parecido. Seis alumnos también de Moseinco, a punto de egresar de la escuela, aceptaron la idea de la profesora de ahondar en una muestra de fin de año. Así surgió la historia de Los Chester, una familia ‘muy normal’, con sentimientos a punto de estallar, que se debaten entre la búsqueda del amor, el crecimiento y el sentido de sus vidas. Los personajes son extremos: adolescentes sensibles, idealistas (una tiene lista la valija para irse a Cuba), que se tiran de cabeza ante el posible candidato o posponen el momento. “Son como ineficientes –acota Paula–. Todo se les complica hasta quedar pegoteados en un auto descompuesto en la ruta”. En la obra, hay algo de un naturalismo enrarecido, con guiños a las telenovelas locales de los años ‘70. Sorprendidos de permanecer seis meses en cartel y tener ofertas de salas para re-estrenar en marzo, los chicos viven con asombro el bautismo profesional y, sin grandes aspiraciones monetarias (“salimos empatados”), los entusiasma la posibilidad de producir a pesar de las dificultades externas. En el grupo Asul, con ese, se juntaron quince alumnos que se conocieron en un curso intensivo de circo de la escuela de Gerardo Hochman. Hacen de todo: acrobacia, trapecio, cuerdas, clown, malabares y danza contemporánea, envueltos en la estética del nuevo circo, que supone imágenes poéticas, humor y juegos teatrales. Primero arremetieron con un espectáculo más tímido que llevó el nombre del grupo, y después decidieron salir de los límites de los números de circo. Así nació Vibra, una especie de viaje casi mudo pero muy bien musicalizado (se oye jazz y folclore europeo, entre otros ritmos) por las andanzas de un coro circense que sorprende y por momentos emociona, con un colorido despliegue de situaciones de riesgo, ternura y destreza en las que se delinean personajes. “La idea era hacer algo más grande y distinto de lo que fue Asul y, para nuestro asombro, en el 2002 apareció el auditorio del Design Center como posibilidad de lugar”, comenta Carolina Bujas. Para el estreno, tomaron el toro por las astas: se encargaron de la producción, la prensa y la escenografía. “Todo lo que aparece en escena es nuestro. Estamos acostumbrados a laburar así, a ocuparnos de todo divididos en comisiones”, agrega Irene Goldszer. Y no pararon: actuaron en el Centro Cultural San Martín, la Carpa Cultural Itinerante, parques, plazas, clubes y actualmente en la sala Villa Villa del Recoleta, los sábados y domingos a las 18.
Sin dudas, los tres grupos tienen mucho por hacer. En sus trabajos hay momentos más atractivos que otros, un ritmo que por momentos decae y revive por la fuerza de personajes muy bien elaborados o de escenas trabajadas en profundidad. El 2003 los encontrará en movimiento. Los Susodichos ya están ensayando una nueva obra, por primera vez sin la dirección de Nora Moseinco, que piensan estrenar en mayo. Los Chester con ánimo de pulir Bésame un poco para el regreso, y Asul con más Vibra y ganas de algo nuevo que tal vez deriven en una obra. “Al principio nunca sabemos muy bien hacia donde vamos”, coinciden. Lo que seguro prometerá más sorpresas para una cartelera local que sigue pidiendo nuevos aires.