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Domingo, 17 de abril de 2011

ARTE >LUIS SEOANE EN EL MUSEO DE LA UNTREF

Color popular

Grabador, pintor, diseñador gráfico, ilustrador, muralista, ensayista, poeta, dramaturgo, editor de libros y de revistas, gestor cultural: Luis Seoane diversificó tanto su creatividad que abarcar su obra es una tarea vertiginosa. Sin embargo, eso mismo intenta la muestra del Museo de la Universidad de Tres de Febrero llamada sencillamente Seoane, apasionante recorrida por la vasta producción del enorme artista argentino-gallego.

 Por Angel Berlanga

“El color es una necesidad vital. Es una materia prima indispensable para la vida, como el agua y el fuego.” A Luis Seoane lo apasionaban los estudios sobre el color, sus cualidades, sus incitaciones e influencias, y eso puede verse con nitidez en los murales que dejó distribuidos por esta ciudad y también en la mayor parte de su pintura de caballete. La muestra que lleva su nombre y que por estos días puede verse en el Museo de la Universidad de Tres de Febrero permite asomarse a esa noción, porque incluye varios cuadros pintados al óleo entre los años ‘50 y ‘70, pero también propone un recorrido por el vasto abanico de técnicas con las que trabajó este artista argentino-gallego. “Grabador, pintor, diseñador gráfico, ilustrador, muralista, ensayista, poeta, dramaturgo, editor de libros y de revistas, gestor cultural”: el inventario pertenece a la historiadora del arte e investigadora del Conicet Silvia Dolinko, que conoce a fondo la tarea de Seoane y escribió un texto para el catálogo de esta exposición. Alguna causalidad habrá entre la gran producción de este hombre y la decisión del Muntref de habilitar una nueva sala al público, de duplicar el espacio de muestra: hay, así, una galería dedicada a la producción pictórica de Seoane y un gran salón destinado a exhibir sus ilustraciones para libros y revistas literarias.

En las vitrinas de esta muestra están las ilustraciones que Seoane hizo para libros de Alejandra Pizarnik, Miguel de Unamuno, Franz Kafka, Federico García Lorca y Rafael Alberti, por citar a un puñado de autores. También hay un ejemplar de Tres hojas de ruda y un ajo verde, un libro que escribió sobre antiguas leyendas gallegas, publicado en una editorial que él mismo fundó en 1948, Botella al Mar. También hay ejemplares de revistas editadas por exiliados españoles antifranquistas que él dirigió o en las que colaboró activamente, como De mar a mar, Correo literario o Cabalgata. Seoane nació en Buenos Aires en 1910 y seis años después sus padres, emigrantes, retornaron y se instalaron en La Coruña. Militó por la República desde diversas vertientes y a poco de comenzada la Guerra Civil volvió exiliado a su ciudad natal, donde desplegó una actividad de un caudal increíble: el video que corre en la muestra sobre su tarea como muralista, por caso, es apenas el indicio de una vertiente que incluye Nacimiento del teatro argentino (en el segundo subsuelo del Teatro General San Martín) y también el vitral del auditorio de la Sociedad Hebraica, por nombrar un par de ejemplos entre la treintena de obras de este tipo que hizo.

Dolinko destaca de su obra “la relación dialógica de ejes aparentemente contradictorios, lo local y lo universal, la innovación y la conservación cultural, lo modernista y lo clasicista, lo erudito y lo popular”. Su producción, sigue, “apuntó a reformular desde el lenguaje de la modernidad los criterios de realización y de representación del imaginario localista gallego y argentino, manteniendo una mirada sobre la tradición cultural occidental en tanto matriz simbólica”. “El tema más importante en toda mi obra es precisamente el estatismo de la figura humana, convirtiéndola en intemporal –escribió Seoane–. Esas campesinas sentadas esperando uno no sabe qué, o sabiéndolo sin tiempo y para siempre.” Enfoques modernos, temas ancestrales: el hombre y la mujer, los animales, los alimentos, la naturaleza, el quehacer, el juego, la violencia, el sol y la luna, son algunos de los asuntos que predominan en la muestra. Ahí está la oscura serie de grabados de La represión, siluetas abatidas y militares armados. Y está la serie de xilografías para retratos de artistas impares: Kafka, Paul Klee, Antonio Machado, Miguel Hernández. Los opresores, en Señora autoritaria con lazo negro y en Homúnculo con lengua viperina (que en yunta con Cabeza de Huaco da cuenta de la llegada de Onganía al poder), y los laburantes en la serie de cuadros de campesinos. Y están, por ir cerrando este incompleto recorrido, las serigrafías del circo, tema que convoca otra vez la palabra de Seoane respecto del origen de su pasión por el color: “Me inspiré –decía– en los colores populares, los de los naipes, los de las lonas pintadas de los circos.”

A esta muestra asisten, diariamente, además del público visitante, un centenar de alumnos de escuelas primarias y secundarias: a los docentes se les entrega material de contextualización, a los pibes se les propone participar de actividades vinculadas con la exposición. “Hay una fuerte impronta por acercar el arte a la comunidad, por interesarla”, dice Helène Andjell, coordinadora operativa del museo. Pablo Guardia, becario y parte del programa educativo, recuerda el ejercicio de un curso: “La idea era que armaran algo, lo que quisieran, con unas piezas sueltas –cuenta mientras empieza a recoger los elementos usados un rato atrás por el último grupo de alumnos–. El punto de partida era Marisqueras, un grupo de mujeres que levantan mariscos del suelo. Y luego de la recorrida, de escuchar quién era y qué hacía Seoane, estos pibes armaron la figura de un pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo”.

Asuntos, éstos, que a Seoane, se sospecha, le habrían gustado.

Seoane puede verse de lunes a sábados de 11 a 20 con entrada libre y gratuita. Museo de la Universidad de Tres de Febrero, Valentín Gómez 4828 (frente a la estación Caseros). 4759-0040 / [email protected] / Hasta el 30 de abril.

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