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Domingo, 25 de mayo de 2014

MúSICA. LA BREVE E INTENSA VIDA DE SKY FERREIRA, LA ESTRELLA OSCURA DEL POP

CRIATURA DE LA NOCHE

 Por Micaela Ortelli

Su sello discográfico hizo lo posible por impedirlo, pero Sky Ferreira obligó a pegar la etiqueta de advertencia por contenido explícito en el nylon de su postergado disco debut, por el que hay un contrato firmado desde hace seis años. Originalmente Wild at Heart, rebautizado I’m Not Alright, finalmente apareció, el pasado octubre, como Night Time, My Time, con una foto del realizador Gaspar Noé de portada. Está tomada detrás de una mampara mojada –es un baño de azulejos verdes– y Sky, chorreando agua, llega a cubrir sólo uno de sus pechos de belleza americana. Lleva una cadena de oro con un crucifijo, y los labios –el concentrado de toda su sensualidad y tristeza–, todavía pintados de rojo. Mira con perturbación un punto fuera de cuadro. Todo indicaba que las letras iban a ser, al menos, chanchas, pero no, son lo más teen del disco: “¿Porque me conocés o porque me viste en la portada? Da igual, es como hablar con un amigo que quiere acostarse con vos. Me hago cargo de mi reputación”, dice en el estribillo.

En toda zona residencial se mezclan ricos y pobres. Sky nació en 1992 en Venice Beach, California, descendiente de nativos y portugueses e hija de padres adolescentes: ella empleada doméstica y él vendedor de baratijas en la playa. La crió la abuela, y con ella, que era la peluquera personal de Michael Jackson, pasaba el día. El propio Jackson la alentó a unirse al coro gospel de la iglesia cuando tenía siete años; la única regla, le dijo, era cantar siempre con sentimiento.

Más allá de eso no tiene entrenamiento profesional. Tampoco para la actuación, aunque este año se estrena la segunda película en la que participa. Será un film de terror a la vieja usanza, y otra vez una pequeña producción, como el drama ultra sórdido y realista Putty Hill (2010) donde no es la única amateur. Precisamente eso buscaba el director, Matthew Porterfield, que les pidió a los actores que hicieran de sí mismos –el guión fue parcialmente improvisado– en una historia que por momentos toma forma de documental, centrada en Baltimore, Maryland, donde un joven acaba de morir de una sobredosis. Sky –inspirada en Tiny, la joven vagabunda que se prostituye en Streetwise (1984)– interpreta a Jenny, su prima californiana que vuelve después de muchos años a la ciudad para el funeral. Con el pelo largo y sin tintura, atraviesa la película lenta y zaparrastrosa, visita a su abuela adorable y a su padre ausente, con quien le da una agotadora crisis de llanto. En el funeral –que es en un bar karaoke– canta “I Will Always Love You”. Son sus únicos exabruptos; el resto del tiempo habla tan poco, bajo y cerrado que apenas se le entiende, característica típica suya por la que, a los 13 años, habría resultado un blanco fácil para su violador, según el policía al que se lo contó cuando se animó a hablar del ataque sexual, años después.

Los suecos Bloodshy & Avant (el dúo synth pop Miike Snow) la conocieron por MySpace después de que ella misma les escribiera pidiéndoles que la contraten. Dejó el secundario y se fue a Nueva York, donde empezó a trabajar en el disco. Uno de sus primeros singles, “Obsession”, es un pop muy poco interesante que se incluyó en el compilado Now de 2010 y ni siquiera aparece en su EP debut, As If! (2011), que tiene sus canciones menos novedosas. Ganó popularidad de todos modos, y al poco tiempo aparecía en gráficas de Calvin Klein, que vio en ella a la divina reencarnación de Madonna en la época de Like a Prayer.

En 2012, en lugar del álbum apareció un nuevo EP, que hizo en colaboración con los productores de Fiona Apple, Kylie Minogue y Vampire Weekend, entre fricciones con la compañía, que prefería una nueva Britney más que una Cherie Currie. La canción “Red Lips” es de Shirley Manson y suena a Garbage; en el video, que dirigió el cachondo fotógrafo de moda Terry Richardson, Sky aparece en ropa interior, por momentos recostada mientras una tarántula le camina encima, y por otros de pie desparramándose el pintalabios rojo por todo el cuerpo. Richardson también la fotografió junto a su novio rockero Zachary Cole Smith, ambos los nuevos fetiches de Yves Saint Laurent. La del beso con lengua circuló por todas las redes y blogs, aunque menos que las fotos del fichaje policial cuando los agarraron con drogas. Como si hubiera sido guionado, sucedió semanas antes del lanzamiento, por fin, de Night Time, My Time –que se puede traducir como “El tiempo de la noche, mi tiempo”–.

Se puede perder mucho tiempo entre la cantidad de registros que hay de Sky Ferreira en tan poco tiempo, sobre todo con sus fotos casuales, que se encuentran a montones y es donde mejor se impone su sexualidad desaliñada y camaleónica tan cautivante y difícil de digerir. Pero sorprendentemente lo que más lo amerita es el disco, que terminó grabando en dos semanas en un estudio que pagó de su propio bolsillo de modelo publicitaria. Resultó un gran trabajo, con momentos de decidido electropop y trances más cercanos al krautrock que admiten la escucha atenta. “24 Hour” es una perfecta oda al pop ochentoso que recuerda a The Bangles, mientras que “Omanko” es ruidosa y parece improvisada. “I Blame Myself” –retratada con un video donde es la líder de una pandilla que termina siendo arrestada– es un descarado hit radial, y a “Kristine” la podría haber hecho la joven avant garde Micachu. El video de “Night Time, My Time”, dirigido por Gaspar Noé, tiene una atmósfera de antro y melancolía, como si alguien espiara su lado oscuro. Ella dice que la también melancólica imagen de portada no es porno, porque todos venimos al mundo desnudos, y que representa el contenido del disco. Será por lo íntimo e indescifrable de ambas cosas, porque en verdad no hay forma de saber qué sucede fuera de cuadro: hay algo que Sky siempre se guarda, hay un misterio doloroso en su desenfado herido, algo que apenas se intuye en esas fotos que la exponen y la ocultan, y en su música hipnótica que incluso cuando es pop suena como un sueño triste.

Sky Ferreira toca por primera vez en Buenos Aires el próximo 13 de junio, en Niceto.

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