Domingo, 29 de junio de 2014 | Hoy
Son 60 imágenes tomadas entre 1928 y 1959 por tres grandes maestros de la fotografía latinoamericana, Martín Chambi, Pierre Verger y Leo Matiz. Y las fotos de esta muestra en el Fernández Blanco están dedicadas a la música y los músicos, pero no las celebridades, sino los artistas populares del continente. Una mayoría de indígenas y de afroamericanos, y una variedad notable: arpistas en Veracruz; flautistas en Salvador, en México; palenqueros de blanco en Colombia, filhos carnavalescos ataviados para la fiesta en Bahía. Instrumentos olvidados, danzas religiosas y festivas, un mapa de la alegría y el ritual absolutamente fascinante.
La música, en principio, está en las fotos. La sala de exposiciones del Museo Fernández Blanco no tiene ahora más visitante que este cronista y el silencio es una atmósfera que cada tanto se altera por lo que dice por handy una guardia de seguridad. La gente, entonces, está también casi toda en las fotos, con sus instrumentos, con la música. Son 60 imágenes tomadas entre 1928 y 1959 por Martín Chambi, Pierre Verger y Leo Matiz, tres capos de la fotografía latinoamericana que recorrieron el continente, con un recorte que los curadores, Leila Makarius y Jorge Cometti, encuadran así: “Resulta llamativo que los tres hayan dedicado un largo tiempo y esfuerzo a la captura de memorables imágenes de músicos, escenas festivas, ceremonias y rituales en los que sus participantes, la música o los instrumentos alcanzan un protagonismo central”.
–¿Me copiás? –pregunta la guardia.
Si la lectura y la radio ponen a traquetear la imaginación, a complementar sus enunciados con lo que cada quien trae o construye, estas fotos y este sitio atizan la fantasía de que algo se pondrá en movimiento o que empezará a sonar en cualquier momento. YouTube talla en esta suposición absurda de dos modos antagónicos, el click que ahora activa música e imagen así, en cualquier momento, y el pensar estas imágenes, sus condiciones de producción y de circulación durante largo tiempo, como pariente antediluviano, un bisabuelo o por ahí. El Museo ayuda en un par de sentidos: está en una calle mansa de Retiro y es una construcción de casi un siglo que tiene rasgos coloniales hispanos y acusa hoy cierta decadencia de mantenimiento, las cerámicas de un patio andaluz levantadas por la raíz de un palo borracho, los materiales gastados, la vegetación acosada por el invierno. El sitio es contemporáneo de las fotos, y los curadores procuran emparentar su tema, la música, con una faceta propia de Isaac Fernández Blanco: su colección de violas y violines refinados, de entre 250 y 325 años de antigüedad, a la que definen como “la más importante de Latinoamérica”, unas 14 piezas que se exhiben restauradas desde 2007 en el Museo.
–Están en la otra sala, caballero, subiendo –informa la guardia uniformada–. La gran joya es un violín Giuseppe Guarneri del Gesù, hecho en Cremona en 1732. Puede escuchar una grabación de cómo suena.
El tema y la época de este edificio coinciden, pero las fotos, en contraste, transportan a escenarios casi siempre rurales, aldeas, suburbios, con personajes predominantemente populares. Noventa y siete por ciento, hombres: ¿eran tan pocas las mujeres que tocaban, fueron muy pocas las retratadas, ambas cosas? El recorte de La música en la fotografía de grandes maestros latinoamericanos también marca una mayoría de indígenas, afroamericanos, sus descendientes. Arpistas en Veracruz, en Sacsayhuamán, en Guatemala, en Cuzco; flautistas en Salvador, en México; convites de músicos y labriegos en Haití, palenqueros de blanco en Colombia, filhos carnavalescos ataviados para la fiesta en Bahía, qorilasos de Chunbivilcas, una banda de 25 músicos vaqueros andinos en cuyo centro, grave y empilchado impecable, se encuentra el hacendado que los explota. Ejecutantes de instrumentos no muy conocidos por estos días en esta ciudad: pinkuillos, pututus, waka wagras, chirimías, teponaztles. Escenas de capoeira, de candomblé, de una procesión aborigen a la iglesia de Santo Tomás, Chichicastenango, de la ceremonia Cruz Velacuy en Quillabamba, de un baile gitano en Buenos Aires. Marimbas, zampoñas, guitarras, contrabajos. Una chamana araucana con un bombo en Chile, una violinista en un estudio de Cuzco.
Martín Chambi nació hace 123 años en Coaza, al norte del Titicaca, en Perú: de origen indígena, fue buscador de oro antes de montar su estudio en Cuzco, donde se ganó la vida como fotógrafo social, pero hizo en simultáneo un trabajo documental impresionante para registrar un abanico de manifestaciones culturales de los suyos; solía trabajar con una cámara de placas. Pierre Berger vio la luz del mundo en París hace 112 años, trabajó como fotoperiodista y después de recorrer muchos caminos del planeta se instaló en Salvador de Bahía, donde profundizó sus estudios sobre las poblaciones negras a uno y otro lado del Atlántico: en sus archivos hay unas 62 mil imágenes, 3 mil de las cuales están dedicadas a la música. Gustaba usar una Rolleiflex, como su colega Leo Matiz, el más joven de los tres, nacido hace 97 años en Rincón Guapo, una aldea de Aracataca: trabajó también como fotoperiodista en Life y en El Tiempo, de Bogotá, hizo coberturas junto a Gabriel García Márquez, fue amigo de Neruda, de Botero, de Siqueiros (con este último tuvo una pelotera famosa), y era además dibujante y pintor. El trío ya está del otro lado; en éste dejaron un trabajo inmenso, del que aquí se dan unos indicios, unas puertas de entrada que se quieren tentadoras.
–¿Me copiás? En Internet hay mucho material sobre estos tres destacados artistas, infinidad de ensayos, reportajes, páginas con miles de sus fotos. Recomiendo en especial Um menssageiro entre dois mundos, un documental sobre Verger, con narración de Gilberto Gil.
Aunque es en el museo, en su silencio, ante estas copias grandes en blanco y negro, donde pasa otra cosa: se llega a este oasis de Retiro, se cruza el patio de cerámicas azules, se entra en la sala, se sienten las miradas de todos esos músicos, y de a poco se imagina y suena algún viento, pasos, una campana lejana, tambores, murmullos viejos del continente.
La música en la fotografía de grandes maestros latinoamericanos
Martín Chambi, Pierre Verger y Leo Matiz
Museo de Arte Hispanoamericano
Isaac Fernández Blanco
Suipacha 1422
Hasta el 27 de julio
Entrada general: $ 5
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