Domingo, 14 de diciembre de 2014 | Hoy
ENTREVISTA A CHRISTIAN BASSO, JURADO DE LOS CONCURSOS DE K-POP LATINOAMéRICA
Por Mara Laporte
“Un amigo mío me preguntó: ‘¿Qué es esto del K-Pop? ¿Pop oficialista?’”, bromea Christian Basso, a partir de una anécdota personal, al intentar definir en qué consiste todo este asunto. “El K-Pop no es un género musical; es un movimiento, una industria, un fenómeno cultural. Es, casi, ‘tecnología cultural’”. Basso –cofundador de Clap y La Portuaria, miembro de Fricción y creador en su etapa solista de los brillantes Profanía, La Pentalpha, La música cura! y Espiritista– a esta altura no necesita mayor presentación. Pero ¿de dónde viene su vinculación con el K-Pop? Es una larga historia. A partir de su participación en la banda de sonido de Secret Sunshine, del director coreano Lee Chang Dong y ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2007, comenzó a contactarse con la comunidad coreana. “Es un amor mutuo”, reconoce, al referirse a su conexión con esta comunidad. “Conocí a la gente del Centro Cultural Coreano y me propusieron participar del 1er. Concurso K-Pop Latinoamérica, y desde ahí me adentré en todo lo que tiene que ver con este movimiento.” Desde entonces, ha participado como miembro del jurado de este certamen de manera consecutiva en sus cinco ediciones, involucrándose cada año de manera más activa, desde su lugar de músico y productor. Y desde este lugar observa: “El K- Pop es un movimiento que agrupa a todas estas bandas de chicos –jóvenes, muy jóvenes– protegidos por una industria de alta inversión, con un estándar de producción muy elevado. Esto es lo que más me atrajo del pop coreano: su nivel de producción y estética. Todo está llevado a un extremo, hay mucho trabajo detrás. Me asombra al punto de decir: ‘Esto es como lo que se hace en Los Angeles o Londres’”. Y reflexiona, a propósito del rol del Estado coreano en todo este fenómeno: “Hay una convergencia de factores que tienen que ver con la acción de la industria coreana apoyada por el gobierno –que no es un detalle menor– que transformaron al K-Pop en tecnología cultural. El Estado coreano posibilitó que esto ocurriera. Porque supo aprovechar las características propias de su arte, que tiene tradicionalmente un alto nivel de sutileza y de búsqueda de lo bello, y plasmarlo también en todos estos productos comerciales”. Y aunque admite que le agradaría que el pop coreano ahondara un poco más en la cultura tradicional coreana, a la que considera hermosa, no deja de asombrarse ante este movimiento. “No sé a quién se le ocurrió la idea del K-Pop, pero es una idea fantástica”, asume. En este sentido, cabe plantearse si en todo este recorrido de influencias entre Oriente y Occidente, de Estados Unidos a Seúl, pasando por Japón, Medellín y acabando en un concurso en Buenos Aires, el K-Pop no va perdiendo su esencia original o si, por el contrario, es más bien en sí mismo el producto de un recorrido de influencias. “En el material que nos llega de todas partes al concurso esto se ve claramente. Un grupo de chicas de un pueblito de Perú, por ejemplo, vestidas con estética manga y cantando en coreano. En un punto es muy extraño, pero a mí me gusta el reciclaje, la apropiación. La apropiación es importante en el evento artístico. Yo creo que el K-Pop cuando llega acá ya está nutrido –sería algo como un K-L-Pop– de cierta impronta latinoamericana.
Y productor al fin, Basso también se detiene un momento a analizar el fenómeno bestial del Gangnam Style, que con casi 2150 millones de reproducciones acaba de romper literalmente el contador de visitas de YouTube, superando el máximo programado por la plataforma, y se transformó en el video más visto de la historia, convirtiendo al cantante Psy en celebridad mundial. Porque, aunque no lo parezca, Psy no sólo es K-Pop –de hecho es un artista de sólida trayectoria previa en Corea que fue contratado por YG– sino que fue quien llevó, a ritmo de “baile del caballo”, el pop coreano a todos los rincones del planeta. “Psy es un artista impresionante –sostiene Basso– y un outsider en lo que se refiere al K-Pop. Cuando lo vi por primera vez me di cuenta de que era otra cosa. Políticamente incorrecto, no pretende ser lindo ni perfecto, es un creador; lo que hace lo hace con criterio artístico. Incluso, su mensaje para Corea es bastante raro, inquietante, provoca como una tensión. Lo loco es que el artista más emblemático del K- Pop es el que menos tiene de K-Pop.” Y es cierto: “Gangnam Style es una parodia al estilo de vida del barrio de Gangnam, emblema de la nueva clase adinerada de Corea, y la estética de Psy nada tiene que ver con la estética esperable en el K-Pop. Su mensaje dista bastante de la corrección moral y la candidez que se le exige a un Idol, y sin embargo es el mayor referente del movimiento. Será que Corea también sabe reírse de sí misma”.
A esta altura del recorrido en la trayectoria del K-Pop, lo que resta preguntarse es: ¿lo artístico a merced del producto o el producto a merced de lo artístico? Christian Basso lo entiende así: “La opinión sobre esto seguramente me fue cambiando a lo largo de los años. Hoy, como productor de música, entendí que hay que hacer lo que funciona. En lo que uno hace como artista es distinto, cada uno tiene su camino, pero con el tiempo asumí que cuanto más se acerque lo artístico a lo comercial, mejor”. Y, en este sentido, reflexiona: “Como artista, para mí el K-Pop es un fenómeno un poco desconcertante, porque sinceramente me interesa más crear que reversionar, ni siquiera copiar. Pero a partir de mi contacto con el pop coreano me he hecho muchas preguntas, investigué bastante y creo que como productor lo tengo que ver desde diferentes ángulos”. Y aunque reconoce que pueda sonar algo contradictorio con su perfil, cree que se puede aprovechar el impulso del K-Pop para aprender a producir e intentar elevar el nivel de las producciones locales. “Porque el pop coreano y todo lo que genera es un modelo, no sé si completo, pero es un modelo de algo, de una parte de lo que es la producción artístico-musical.” Y lo interesante es que, probablemente, parte del espíritu del K-Pop lo haya influenciado, al menos, en la perspectiva desde la que encara sus futuras producciones: “El año pasado estuve en China y Corea y volví con la cabeza muy renovada, con ganas de proponer algo nuevo. A mí siempre me gustó ir virando en mi carrera. Ahora estoy preparando diez canciones nuevas más bailables, más comerciales –quizá salga un corte de este disco antes de fin de año– y probablemente mi intención como artista sea hoy producir música con un mayor alcance. Quiero empezar a cantar y exponerme desde otro lugar, más riesgoso, más al alcance de los tiros. Porque el tiempo pasa y siento que éste es el momento. Sé que es ahora”.
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