“Poca gente ha tenido una influencia tan grande sobre la cultura gay como Chuck Holmes y sin embargo, fuera de ciertos círculos pocos saben quién fue”, dice el director Michael Stabile. Lo cierto es que, aunque lo desconozcan hasta los cinéflos más curtidos, a lo largo de casi tres décadas los Estudios Falcon –la exitosa empresa fundada por Holmes– fueron una máquina de hacer dinero; el mayor productor mundial de pornografía gay y, se ha dicho por ahí, los responsables de “cambiar la manera en que una generación entera de hombres homosexuales se vieron a sí mismos y a su sexualidad”. El documental –financiado parcialmente por crowdfunding– de Stabile cuenta varias historias: la del pionero y entrepreneur Holmes, la de Falcon, la de un género y una industria. Estrenado apenas un par de meses atrás en el Boston LGBT Film Festival, Seed Money rastrea el camino de Holmes desde que era un joven campesino de Indiana recién llegado a las calles San Francisco en los ’70, para desplegar el relato de cómo fue que dio vuelta lo que se hacía hasta entonces en el porno gay, sacándolo del limitado circuito de los cortos en super 8 para consumo en “peep shows” y pasar a realizar largometrajes vagamente argumentales, de un profesionalismo técnico irreprochable, y protagonizados ya no por los viejos leñadores de mostacho sino por chicos jóvenes, casi siempre blancos y a menudo rubios y atléticos (“tipo el hijo del vecino”, según algunos de los testimonios que presenta el film, aunque cualquiera diría que la mayoría de estos muchachos iban al gimnasio más seguido que el vecino y sus hijos). Con la aparición del video hogareño, Holmes amasó una fortuna, pero cuando se propuso destinar una parte de lo que había ganado a financiar el creciente movimiento de derechos gays de su país, se topó con el prejuicio de los militantes hacia un tipo de cine que, creían, los desprestigiaba y vulneraba sus reclamos. “El porno es una parte importante de la comunidad gay –dice Stabile– Desde chico me ayudó a entender quién era. Mi intención con esta película era contar la historia de cómo la comunidad gay ha cambiado, de ser un grupo de marginales a los pasillos del Poder.” Hablan, entre otros, algunas de las estrellas de sus producciones (como Jeff Stryker, John Rutherford, Chi Chi LaRue) y a varios de los fans de Falcon, entre ellos Jake Shears y John Waters quien, como siempre, con su humor y tranquilo desparpajo levanta la película hasta el infinito.
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