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“La hice subido al techo de una casa en la Comuna Trece, justo antes de irme al aeropuerto. Es mi última foto de Medellín. Vi que se formaba esta ronda de gente alrededor del cuerpo, es como una especie de anfiteatro, un coliseo.”
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“Esta situación me dio mucho miedo. El cadáver estaba pasando una comuna, junto a un río. Llegamos con el chofer, que me acompañaba, antes que los fiscales. Hice la foto del cuerpo que estaba medio escondido, ya estaba oscureciendo, y cuando volvía al auto me encontré con los fiscales que venían con la camilla para llevárselo. Cuando el chofer y yo llegamos al auto, los fiscales nos llamaron por handy y dijeron que el cuerpo ya no estaba, se lo habían llevado. Cinco minutos habrían pasado. Entonces el chofer dijo: ‘¡Nos estaban acechando los que lo mataron!’. Los asesinos estaban mirando mientras sacaba las fotos. El cadáver apareció seis horas después en una ruta, a seis kilómetros”.
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“Están bajando un cuerpo de la morguera. Siempre la inclinan –abajo hay una alcantarilla– para que chorree la sangre, así la limpian más fácil. Le pegan una manguereada, tampoco la lavan con CIF, obvio, además a las tres horas está sucia otra vez. La morgue de Medellín es grande y es muy fea, hay mucho olor, es un lugar jodido. Le saqué muchas fotos, pero ninguna me gustó.”