Domingo, 14 de enero de 2007 | Hoy
Los Weinstein aprovechaban su inestabilidad, la convertían en el número de policía bueno y policía malo que utilizan para mantener a sus subordinados atemorizados y temblando. “Volvían locos a todos”, dice Jeff Lipsky. “Desde que los conocí, su modus operandi consistía en pisotearte; luego te ayudaban a levantarte. Primero te ignoraban y después te pedían disculpas...” Cuando regresó a Los Angeles, Alison Anders volvió a zambullirse en el infierno de Four Rooms (una película en cuatro episodios dirigidos por Tarantino, Robert Rodríguez, Alexandre Rockwell y Anders): “Me llamó Bob Weinstein y con toda la naturalidad del mundo me dijo que habían hecho un corte en mi episodio. Le dije: ‘¿Estás diciendo que han vuelto a compaginar mi episodio? Yo tengo el derecho de montaje definitivo en esa película. Estás bromeando, ¿no?’. Sinceramente, pensé que era una broma. Y Bob me dijo: ‘No, hablo en serio. Nos gustaría mucho que le echaras un vistazo’... Un día me quejé a Quentin, pero creo que allí todo el mundo se miraba a sí mismo... Quentin y yo pasamos una época difícil. Dentro de cincuenta años seguiré queriendo ser su amiga, pero él no crecerá si todo el mundo sigue besándole el culo. Le dije: ‘¿Qué prefieres, que hagamos una película maravillosa o que todos te besen el culo?’ Y me respondió: ‘La verdad, me gustaría que todos me besaran un poquito el culo’”.
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