Domingo, 22 de julio de 2007 | Hoy
La aparición de Todo lo sólido se desvanece en el aire en 1982 fue un acontecimiento en el campo de las discusiones sobre modernidad. El trabajo de Berman analizaba el estremecimiento revolucionario que el espíritu del modernismo había marcado en la literatura, el arte, la política, el urbanismo y la vida cotidiana. Lo hacía desde el examen de autores clásicos como Dostoievski, Goethe, Marx y Baudelaire, y de espacios como el París del siglo XIX, San Petersburgo o su Bronx natal. El libro produjo debates intensos en Occidente. Cuando se editó en Argentina, en 1988, se abrió rápido paso en la universidad y en la prensa especializada.
Con Berman se cumple la regla del profeta: “Nada pasó aquí al salir el libro. Sólo cuando fue bien acogido en algunos países europeos llegó la onda expansiva. Recién ahí aparecieron las críticas, que para mi fortuna fueron elogiosas, en la prensa de Nueva York. El libro entonces se reeditó y tuvo popularidad. Ocurrieron cosas extrañas como que mi editor me llamara para decirme que estaba al tope de los más vendidos en Brasil. Mi cabeza estalló, nunca imaginé que un libro mío podría ser un best-seller”.
Todo lo sólido... recoge veinte años de lecturas y análisis personales. “Fui afortunado de una forma que no imaginé porque se vinculó mucha gente diversa conmigo. No sé a qué se debe. En una crítica del New York Times, John Leonard escribió que el libro conectaba con emociones profundas del lector. De ser cierto, me sentiría encantado. Una vez una mujer se las arregló para conocerme y me dijo que leyendo el libro se había enamorado de mí. Ahora es mi esposa.”
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