Como cita el curador asociado para la sección de música, Omar Corrado, ya en 1983 Manuel Mujica Lainez había trazado un paralelismo entre lo que significó la Asociación Amigos del Arte entre los años 1924 y 1942 (si bien la fecha de cierre es más bien incierta) y el Instituto Di Tella de los ’60, casualmente o no ubicado en la misma cuadra que la primera sede de la Asociación.

Ebullición cultural y espíritu difusor, la muestra que se presenta en estos días pone atención a hacer emerger algo más que lo que pasó concretamente por su espacio. También se trata de recrear la vibración que latía en un lugar de reunión y pensamiento, aspiración que todo centro cultural guarda en sus entrañas.

A pesar de su lugar de peso por esos años, en los que expuso obra de artistas nacionales e internacionales como Antonio Berni y Alvaro David Siqueiros, invitó a dar estimulantes conferencias a Le Corbusier y Federico García Lorca, y mantuvo el apoyo a diversas disciplinas del arte tales como el teatro, el cine, la música y la literatura, la entidad parecería no haber sido tan atendida retrospectivamente.

Las señoras que esencialmente llevaron a cabo la iniciativa fueron en muchos casos esposas de personajes de la alta sociedad terrateniente: Adelia Acevedo (la primera presidenta), Elena Sansinena de Elizalde (quien la sucedió hasta el final), María Rosa Oliver, Victoria Ocampo, Carola Cárcano Martínez de Hoz, Marta Casares de Bioy, Stella Morra de Cárcano fueron algunas de sus personajes.

El reparo frente a la extracción social de sus motores es una de las explicaciones del debilitamiento de su visibilidad décadas después de su cierre. Sin embargo, los curadores se esfuerzan por señalar la apertura de criterio que circulaba por ese círculo que, mirado desde hoy, parece tan cerrado. Dice, en su texto del catálogo, Marcelo Pacheco, curador jefe del Malba y curador de esta muestra: “La población de socios era múltiple y heterogénea. (...) Homologar territorios de referencia y fijar la institución en una identificación cerrada sobre la oligarquía clausura divisiones y negociaciones que la Asociación mantuvo en circulación hacia adentro –entre sus integrantes– y hacia fuera –en lo público–”. En la cronología también señala que “la poca presencia de la Asociación en la historiografía y su visión como simple local receptor posiblemente se explican por la dificultad que presenta su anclaje en el campo de poder. Sus actividades suponen alinearse automáticamente con su origen social. Enfrentar el principio de clase con su programación no es fácil. La Asociación trabajó sin taxonomías que excluyeran disciplinas, ideologías, estilos, orígenes, militancias, generaciones”.

Muchas cosas pasaban interna y externamente. En la década del ’30, el contexto nacional e internacional se mostraba agitado y demandaba posiciones más extremas de los intelectuales. La convivencia de corrientes artísticas opuestas se empezaba a hacer más difícil. Dice Patricia Artundo, co-curadora: “Es cierto que la Asociación mantuvo un posicionamiento que hoy puede ser visto como ambiguo. Y esto fue en parte el resultado del lugar en el que los mismos integrantes se posicionaron”, explica, en relación con las disidencias internas frente a temas como la Guerra Civil Española o el antisemitismo creciente.

En la muestra aparecen Fader, Prilidiano Pueyrredón o Xul Solar, entre otros, además de arte precolombino, signo de heterogeneidad (y acaso de alguna idea de ser nacional). Al mismo tiempo, detalles y objetos respectivos a las diferentes disciplinas artísticas cuya difusión ocupó el quehacer cotidiano de la Asociación. Se dedica especial atención a los libros de arte y podrá verse, por ejemplo, la edición del Martín Fierro ilustrada por Adolfo Bellocq, parte del grupo de los Artistas del Pueblo, elección que no atentó contra el vínculo aceitado que la Asociación tenía con Martín Fierro (publicación) y que también se entiende como parte de su pluralismo.

En resumidas cuentas, echar luz sobre el modo de gestión de la Asociación Amigos del Arte, el escenario cultural y el contexto sociopolítico brinda la posibilidad de dilucidar aspectos desconocidos, ideas novedosas y entramados apasionantes en los que también aparecen los reparos, prejuicios y corrientes de pensamiento de los propios receptores.