Un tesoro perdido
Desde mediados del 2002, Fernando Martín Peña es el programador de los ciclos del Malba. Peña realiza la misma tarea desde hace años al frente de la Filmoteca de Buenos Aires, fundada con el recientemente desaparecido Octavio Fabiano. Entre ambos, y tras la ardua tarea de convencer a desconfiados coleccionistas, lograron armar una filmoteca de más de 4.500 títulos, todos en fílmico. “Un video lo puede ver cualquiera en su casa”, dice Peña. “La finalidad de un ciclo es devolver al espectador la experiencia de ver cine, no un video proyectado. Y la tarea de un programador tiene que ser crear ciclos con un concepto particular, tiene que generar ideas. Eso no suele suceder. Lo que intentamos en el Malba es revisar la historia del cine de acuerdo a este criterio.”
Hace tres años, Peña encontró un tesoro: “Un día, un empleado del Instituto, Daniel Olivera, nos llevó de inspección. Mientras recorríamos los sótanos del edificio, señaló una habitación completamente a oscuras y nos dijo que allí había mucho material olvidado. Buscamos una linterna para iluminar. Cuando entramos no lo podíamos creer: había miles de latas de película, parecía no terminar nunca”. Peña se encontró con 60 mil latas de negativos que fueron salvados del fuego por José Martínez Suárez tras el cierre de los laboratorios Alex, donde, durante años, se procesó casi todo el material fílmico del país. Martínez Suárez trasladó las latas de los negativos a un sótano del Instituto Nacional de Cinematografía donde quedaron olvidadas hasta ahora. “Hace tres años que estamos clasificando el material. Nos encontramos con negativos de Escenas de la vida conyugal, que hace años que no se ve en fílmico, todos los episodios de El amor a los veinte años, incluido el capítulo que filmó Andrej Wajda, copias de Los Amantes, de Alphaville... Con parte de lo que encontramos ahí armamos los tres ciclos de ‘Clásicos en estreno’. Y ahora estamos programando otro más. Tenemos para programar ciclos durante años y nunca repetir un título.”