”Enter the Void no penetra tan profundamente en el vacío; éste es más un experimento visual que uno espiritual”, escribió Stephanie Zacharek, una de las críticas norteamericanas más interesantes (y sensibles a la bizarrada) de la actualidad, en Movieline. “Una fuerte competidora tanto a la película más ‘artie’ de drogas y la más drogona película de arte jamás hecha”, dijo la edición neoyorquina de Time Out. La influyente Variety le tiró con munición gruesa: “La película contiene tan sólo una media docena de planos visualmente llamativos que podrían ayudar a hacerla pasar por avant-garde. Algunos espectadores insistirán en considerarla un ejercicio de cine puro, muchos otros preferirán describirla como pura basura”. Mientras que Peter Bradshaw, en The Guardian, mandó: “A pesar de su quejumbroso melodrama y sus pedanterías alocadamente freudianas, Enter the Void tiene un propósito humano que faltaba en Irreversible, y su pura, desquiciada brillantez es magnífica. Se lo ame o se lo odie (yo he pasado por ambos lugares) Noé es uno de los muy pocos directores que están tratado de hacer algo nuevo con el medio, batallando en los límites de lo posible”.