No me consta, pero debe haber algún estudio de la Universidad de Michigan que asegure que escuchar a CSN estimula la producción de endorfinas y aporta inteligencia emocional a los bebés, o alguno de la NASA que revele que la aparición de estos fenómenos estelares o constelaciones humanas son irrepetibles en un mismo ciclo vital. Aun sin ningún estudio que apoye estas teorías, es parte del mundo fáctico: escucharlos hace bien, es alimento, enseñanza y divertimento.

1974: yo tomaba la mamadera en Floresta. Al Norte, un supergrupo en la cresta de la ola, Crosby, Stills, Nash & Young la rompían en pedazos. 2012: tomo fernet en Almagro y tengo una entrada para CSN en el Luna Park.

“Querido Diario: Después de la pascua vegana en marzo y el año nuevo dylaniano en abril, ahora espero a los reyes magos. Vienen el domingo, llevo pasto en el pelo y florcitas para los camellos.”

“Queridos Reyes Magos: Gracias por seguir de gira en vez de jubilarse en Miami y traer sus canciones, que tan feliz me hacen. Pido ‘Helplessly hoping’ y ‘Marrakesh express’, total...”

“Queridos amigos: Todo lo que pueda decir de estos tipos se retuerce en una mueca amorosa y sonriente que deriva en una chochera irremontable como para encarar un comentario más o menos serio. Sólo sé que vamos a darnos una panzada de canciones increíbles, y estaremos por un rato respirando el mismo aire. Al otro día, lunes, hablemos para ver si no lo soñamos.”

“Música es amor”... y sí, David.