Domingo, 3 de junio de 2012 | Hoy
Por Fernando Bogado
En el medio de una clase en un aula magna del Princeton-Plainsboro, House comienza a proponer casos hipotéticos a los alumnos para revisar los posibles diagnósticos y, de paso, considerar las habilidades particulares de cada uno de ellos para enfrentarse a situaciones límite. Los tres casos parecen motivados sólo por el intelecto del doctor, basándose ligeramente en hechos reales, hasta que el trío de doctores originales que lo acompañaron en el Departamento de Diagnóstico (Cameron, Chase y Foreman) descubren que una de las tres historias corresponde a la propia biografía de House. En el capítulo, descubrimos las razones de su renguera y los funestos acontecimientos que terminaron en esta trágica solución, al mismo tiempo que se indaga en la tendencia del protagonista a las adicciones.
Final de la cuarta temporada, el capítulo comienza con House en un bar stripper preguntándose qué es lo que pasó anoche. Al salir, descubre que es uno de los sobrevivientes de un terrible accidente de tránsito entre un autobús y un automóvil. Pese a estar seriamente lastimado, acude a la sala de emergencias del hospital y empieza a revisar a todas las víctimas: sabe que una de ellas poseía una condición anterior al choque que había advertido antes de la fatalidad. Forzándose a recordar, como casi siempre, House les lleva la contra a todos y se expone a diversos tratamientos para excitar las partes de su cerebro correspondientes a la memoria y averiguar qué es lo que pasó en el autobús, a quién vio antes de que tuviera lugar el accidente. La conclusión del misterio en la segunda parte de este capítulo doble afectará de manera irrevocable su amistad con Wilson.
Al final de la temporada anterior, House decide internarse voluntariamente en un hospital psiquiátrico al sufrir una serie de alucinaciones que comienzan a preocuparlo: ¿hasta qué punto puede el mejor médico del mundo diagnosticar a alguien si su cerebro no está del todo bien? Casi al estilo de Alguien voló sobre el nido del cucú, un Greg House-Jack Nicholson enfrenta a las autoridades del hospital en el medio de una internación que, pese a odiar, sigue considerando necesaria: es raro escucharlo al protagonista decirle al psiquiatra-psicólogo que lo atiende, el Dr. Nolan, que “necesita ayuda”. Capítulo fundamental para muchos, incluso para los propios actores, hasta el punto de que más de una vez Hugh Laurie confesó que le parecía que este episodio era bisagra y permitía entender la verdadera naturaleza del personaje.
Un capítulo extraño que difícilmente esté en la cabeza de los fanáticos, pero que permite entrar en el mundo de House por otra vía que no sea la de la propia vida del personaje. Desde las 5 de la mañana hasta las 9 de la noche, este episodio gira en torno de un día en la vida de la Dra. Cuddy (Lisa Edelstein) con todas sus actividades: ejercitarse por la mañana, cuidar a su hija, asistir al hospital en donde actúa como la decana de medicina y principal representante frente a cualquier tipo de negociación, etc. Cuddy tiene que lidiar con un robo grave dentro de la enfermería que vuelve sospechosa a una de las empleadas de mayor confianza del hospital, negociar con una compañía de seguro médico y, claro, controlar al propio House. Momento cumbre de la serie: cuando House y su grupo comienzan con el diagnóstico diferencial para averiguar qué es lo que le pasa al paciente de turno, las puertas de un ascensor se cierran a la mitad de una frase... Desde el punto de vista de Cuddy, los casos de House son sólo una parte de su ajetreado día de trabajo.
Uno de los mejores capítulos de la última temporada que, lentamente, van preparando las situaciones que convergen en el capítulo final. Tras un terrible suceso en uno de los casos que atendieron House y su grupo –y en donde uno de los personajes más emblemáticos se ve seriamente afectado–, el episodio comienza con una investigación por parte del Dr. Walter Cofield (sí, artista invitado: Jeffrey Wright) para poder averiguar de quién es la culpa por lo sucedido con un paciente con ataques psicóticos atendido, al parecer, de manera incorrecta. House, nuevamente, apela a la razón para establecer que es muy probable que no sea la culpa de nadie: las cosas malas a veces pasan. En el medio de esta investigación, en donde tendremos la oportunidad de ver al nuevo grupo opinar sobre sus compañeros y sobre el propio Greg, Foreman (nuevo decano de Medicina) sufrirá un conflicto interno entre su antiguo mentor de la Universidad Johns Hopkins, Cofield, y su nuevo mentor, el propio Dr. House, mientras medicina, culpa y moral se convierten en el centro de un terrible debate.
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