Conocí a Lucas en el entierro de Pablo, su hermano gemelo, muerto en un accidente. Le avisaron estando en Colombia, pudo regresar a tiempo para la despedida. La tragedia de su vida me tocó de cerca y de alguna forma marcó mi vida también. Fue muy fuerte trabajar juntos las fotos que le había hecho a Pablo durante un año, antes de irse de viaje. Llevó las imágenes a un taller que hice en 2006 en Córdoba. Las tenía latentes en los rollos, que recién pudo revelar cinco años después para llevarlas al taller. Allí las vio por primera vez y fue volver a ver a su amado hermano. Su espejo.

La expresión es siempre genuina cuando se vincula con la vida, cuando es vida, y en las fotos de Lucas es conmovedora la relación. La honestidad de las imágenes, la inmensa carga emotiva, el compromiso de vida, la belleza, la urgencia... Creo que la necesidad es lo que valida toda creación. Y así mirar cura, ayuda a sanar.