Recuperar la muerte
Por Liliana Heker
Debo confesar que, para mí, retomar este proyecto comenzado hace más de dos décadas –y aún más: recuperar a aquella que lo había iniciado– constituyó una experiencia sorprendente. Ante todo, debí preguntarme qué me había llevado, en un tiempo de muerte como fue el de la dictadura militar, a encarar este tema. Una frase, en el prólogo original, me propuso una clave. Entonces había escrito: “Nadie que yo conozca ha regresado de la muerte; y tampoco hay especialistas en muerte. O sí; pero dudo que aceptaran participar en este libro”. No es casual que, en 1980, haya necesitado subrayar –poner bien en relieve– la expresión “especialistas en muerte”. No sólo la vida nos estaban quitando esos “especialistas”: también nos quitaban la muerte, la transformaban en algo sucio, innombrable, algo que ocurría en la oscuridad de algún no-sitio. O peor: ni siquiera ocurría. No había muertos, aun cuando todos sabíamos, o sentíamos, que la muerte nos rodeaba por los cuatro costados. Era necesario entonces sacarla de manos de esos especialistas de la muerte, recuperarla como cuestión existencial, filosófica y biológica que nos concierne; discutir otra vez el sentido que tiene morir por razones ideológicas, hablar otra vez de trascendencia y de angustia y del sueño de inmortalidad y de una muerte digna. Al menos en un terreno que esos asesinos nunca podrían escamotearnos, en el terreno intelectual, debíamos restituir para nosotros la vida y la muerte.
Además de a Borges, Diálogos sobre la vida y la muerte incluye como entrevistados a los escritores Abelardo Castillo, Roberto Fontanarrosa y Ana María Shúa, el médico y dramaturgo Eduardo Pavlovsky, el biólogo Marcelino Cereijido, la médica y psicoanalista María Lucila Pelento, los psiquiatras Alfredo Gazzano, Terencio Gioia y Alvaro Saurí, y el profesor de Historia de las Religiones
y de Religiones Comparadas Severino Croatto.
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