Miércoles, 7 de octubre de 2015 | Hoy
SANTA FE › DOS DE LOS IMPUTADOS EN LA CAUSA TOGNOLI SE DEFENDIERON ANTE EL TRIBUNAL
José Luis Baella y Mauricio Otaduy negaron las acusaciones en su contra, y se quebraron. Baella achacó sus pesares a una "mano negra" y Otaduy se definió como el "último orejón del tarro". La semana próxima empiezan los alegatos.
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
Dos imputados lloraron ayer en el juicio a Hugo Tognoli al negar las acusaciones en su contra. El ex jefe de Inteligencia de Drogas Peligrosas, José Luis Baella achacó sus pesares a una presunta "mano negra que lo ha inculpado", mientras que su ex agente de calle, Mauricio Otaduy, se escudó en su condición de "último orejón del tarro" en la Policía santafesina. Otaduy explicó su "quiebre" ante los jueces "no en una mariconería" sino "en una bronca contenida" desde que fue sometido a proceso, mientras que Baella justificó el lloriqueo porque lo había "tocado lo de Mauricio".
El Tribunal juzga a Tognoli y Baella por supuesto "encubrimiento" a un detenido por narcotráfico, Daniel "Tuerto" Mendoza y a los tres, más Otaduy, por las presuntas "coacciones" a la líder de Madres Solidarias, Norma Castaño, que los denunció. Otaduy admitió haber filmado el video de un encuentro entre Castaño y Mendoza que se utilizó en la maniobra, pero dijo que lo hizo por orden de Baella. "Las órdenes no se discuten", afirmó.
Baella ya había hablado en el juicio, pero Otaduy lo hizo por primera vez. Ninguno aceptó preguntas del fiscal Martín Suárez Faisal y quedó claro que no estaban obligados a decir la verdad.
Las dos indagatorias cerraron la etapa de testimoniales. La ex pareja de Mendoza, Sandra Miranda fue la única que no declaró en el juicio, a pesar de estar notificada, por lo que su testimonio se incorporó por lectura y el Tribunal le abrió una causa ante el juez federal en turno ante quien deberá explicar su ausencia. La justicia ya investiga una maniobra contra esta testigo que el fiscal pidió que se incorpore como prueba en el debate.
La semana que viene comenzarán los alegatos, el martes, a las 8.30, arrancará el fiscal Suárez Faisal y el lunes 19 y martes 20 seguirán las defensas, así que se estima que el veredicto se podría conocer en los últimos días de octubre.
Ayer, Otaduy y después Baella hicieron su descargo ante el Tribunal, pero sin responder preguntas de la acusación. Otaduy repasó su "carrera" en la Policía santafesina, a la que definió como una fuerza "piramidal". "Las ordenes no se discuten". Y contó que su primera lección la recibió de un sargento de la Guardia de Infantería, quien le dijo que el perro que estaba en la puerta "tenía más jerarquía que él", así que después de eso, cada vez que entraba al turno, debía que "hacerle la venia" a la mascota. "Yo era el último orejón del tarro", se quejó.
Reveló que después del episodio del video pidió el pase a Drogas Peligrosas en Rosario, hasta que lo "notificaron" de que "no podía" seguir en el área. "Estuve tres años sin (prestar) servicios hasta la semana pasada que me pasaron a disponibilidad. Se ve que se dieron cuenta de que tenía una causa", ironizó. El 14 de setiembre, en el comienzo del juicio, Otaduy había dicho que estaba "en funciones en el Departamento de Personal de la Unidad Regional I".
Otaduy insistió que la Policía es "piramidal" y "las órdenes se cumplen", aunque intentó despegar a Tognoli. "Jamás tuve contactos con Tognoli ni con los jefes". Pero al toque explicó cómo era el trato con su ex jefe de Inteligencia, después de los operativos de Drogas Peligrosas. "Baella me llevó muchas veces a mi domicilio o me dejaba en la esquina de mi casa", en la cortada donde también vive Norma Castaño. El lunes, la esposa de Otaduy, Romina Sgarbosa, había dicho lo mismo. Que a Tognoli lo conocía "por la televisión" y era "imposible" que hubiera ido hasta su casa como afirmó Castaño, pero que a Baella lo había cruzado en "el casamiento de un compañero".
Baella negó las acusaciones del testigo de identidad reservada que declaró el lunes y lo vinculó con Mendoza y otro detenido por narcotráfico, Raúl Basimiani. Y atribuyó la confesión del arrepentido a un supuesto "enojo" o "resentimiento" contra su apellido. "Hay una mano negra que me ha inculpado. Es la primera vez que me pasa algo así", cerró.
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