Domingo, 31 de julio de 2016 | Hoy
SANTA FE › AGOSTO SERá EL MES CLAVE PARA AVANZAR EN EL PROCESO DE REFORMA DE LA CONSTITUCIóN DE SANTA FE
Con nuevos bríos por el anuncio de obras con el endeudamiento por 500 millones de dólares, Lifschitz impulsa una nueva Carta Magna. Corral y Perotti anunciaron su negativa, pero en el PS dicen tener los votos. ¿Habrá una cláusula transitoria?
Por Pablo Feldman
Con la reglamentación para endeudar a la provincia por 500 millones de dólares, el gobierno de Miguel Lifschitz retomará la iniciatva política y va a encarar decididamente el proceso de la reforma constitucional. Podría decirse que a partir de mañana -con el cambio en el almanaque-, agosto será el mes de la reforma. Más allá de que formalmente las rondas de consultas se inicien recién el lunes 22, la impronta del gobierno irá acompañada de una serie de anuncios sobre obras de infraestructura a ejecutarse con los fondos de los bonos emitidos. La estrategia del gobierno gira en torno a exhibir un frente interno consolidado para avanzar luego en el diálogo con los sectores de la oposición. Ese escenario no aparece definido todavía, ya que la Unión Cívica Radical no tiene una posición unívoca ni mucho menos. Orgánicamente, es probable que haya pronuniciamientos favorables a retocar una de las dos únicas cartas magnas provinciales que no se han modificado desde la recuperación de la democracia, cuando llegó al gobierno Raúl Alfonsín por la UCR. Pero esta semana, uno de sus principales referentes --nada menos que el presidente del Comité Nacional--, José Corral ha considerado inoportuno el momento. Traducido a votos para sancionar la Ley que establezca la necesidad de la reforma sería un no rotundo. Otro que esta semana también fijó posición en contrario fue el senador Omar Perotti, que sostuvo: "A mí en la calle no me dicen 'queremos que se reforme la Constitucion". Si bien el ex-intendente de Rafaela no precisó qué le dice la gente por la calle, sus declaraciones van en el mismo sentido que las del jefe comunal de Santa Fe. "En la Asamblea Legislativa tenemos mayoría", dijo a este cronista un ministro del Poder Ejecutivo, que a mano levantada calculó que serían más los legisladores que darían su apoyo frente a los que lo negarían. Sin embargo, hay un elemento que podría alterar esa ecuación y está centrado en la reelección o no del actual Gobernador. "Eso se salvaría con una clausula transitoria" (que excluiría de tal derecho a actual mandatario), agregó. Técnicamente es así, pero si no sale de boca de Lifschitz, ese punto es tan determinante como la posición que adopten los senadores, fundamentalmente los del PJ, que ya le hicieron sentir a su ex-colega en el período anterior el peso de sus decisiones.
Si se "hila fino" se puede concluir que nunca es tiempo de llevar adelante una reforma constitucional, al menos eso es lo que han considerado a lo largo de tres décadas tanto oficialistas como opositores. Distintos, podría decirse, de sus colegas de una veintena de provincias que en ese mismo lapso han modficado su ley fundamental. Desde ya que ese argumento no se sostiene, del mismo modo que el recurso trillado que apela a "las necesidades y prioridades de la gente" que se usa como escudo para negarle a quién está en el poder la chance de seguir estando en ese lugar un segundo período consecutivo. Ese es el nudo de la historia, y hasta el día de hoy ningún mandatario ha podido deshacerlo, aunque hubo varios intentos. Tal vez el más extravagante -y perdido en el olvido para la mayoría de los ciudadanos- es el de Carlos Alberto Reutemann, quien en su segundo mandato en la Casa Gris presentó un recurso extraodinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que lo habilitara a ir por la reelección. Ni siquiera la corte de los milagros, de Julio Nazareno y la mayoría automática menemista hizo lugar a semejante osadía: 9 a 0 salió la votación, consiguiendo el Lole otro récord: haber cosechado la unanimidad del máximo tribunal. Justo el gobernador más votado de la historia, aun al día de hoy, pasados 20 años. El peronismo tenía mayoría en ambas camaras, pero aun así, y por obra de la promiscua Ley de lemas -entre otras razones- no pudo asegurarse una votación favorable para sancionar la ley de la reforma. Frente a eso, Reutemann se inmoló tomando un atajo que no lo llevó al destino deseado.
El párrafo anterior exime de hacer mayores consideraciones en torno a la oportunidad de este proceso. Es lógico que tanto Corral como Perotti se opongan. Los manuales sostienen que generalmente es mas difícil derrotar a un gobernador en gestión que a otro aspirante de ese espacio. El PRO tampoco tiene una única posición sobre el asunto, y en términos prácticos no necesita tenerla. No obstante, se hará oír a su turno en la ronda de consultas que se incia el mismo día en que la centrales obreras a nivel nacional comiencen su proceso de reunificación.
Los primeros encuentros seran con académicos, ex-constituyentes de la reforma de 1962 y expertos en derecho constitucional. Luego vendrán los partidos. Sin desdeñar las formas, la cuestión de fondo -que es reelección sí o no- merecerá varias reuniones, la mayoría sin trascendencia pública, y especialmente entre dirigentes del oficialismo.
Hay tiempo que corre, plazos que se vences, elecciones nacionales y municipales en 2017. Se debe decidir la fecha, eventualmente la elección en paralelo de convencionales. Mientras tanto, la rueda seguirá andando, la gestión, la economía, la situación social tendrán sus consecuencias. Para bien o para mal, mucho más determinantes que una cláusula transitoria que Lifschitz no descarta, pero que razonablemente tampoco acepta como condicionamiento a la hora de impulsar la tan meneada reforma constitucional.
En cuaquier caso, esa decisión debería quedar en manos de los representantes del pueblo elegidos al efecto.
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