Ya nadie discute en el gobierno que Santa Fe es la ciudad más violenta de la provincia. La ciudad de los ajustes de cuentas. La ola de crímenes de este fin de semana: cinco homicidios en veinticuatro horas y 56 en lo que va del año, volvió a impactar de lleno en la Casa Gris, donde Jorge Obeid mantuvo una seguidilla de reuniones con funcionarios del gabinete y jefes policiales para evaluar la situación y analizar medidas que anunciaría en las próximas horas. Ante la ausencia de su ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, Obeid decidió esperar el regreso desde Buenos Aires del subsecretario de Seguridad Pública, Gustavo Peters, para hacer los anuncios que podría incluir el llamado de fuerzas de seguridad nacionales a la capital de la provincia. La serie sangrienta incluye a dos policías: Mario Santillan que fue ejecutado a sangre fría la semana anterior y el cadete Cristian Enciso de 25 años, que fue encontrado muerto el viernes, con lo cual la fuerza perdió dos de sus hombres en sólo 72 horas.

La alarma oficial por la ola de asesinatos se manifestó en el enojo de Obeid que tuvo destinatarios precisos: el secretario de Gobierno, Walter Gálvez y el ministro coordinador, Rubén Michlig. Gálvez quedó al frente de la cartera desde la internación de Rosúa, aunque Michlig está a cargo de la firma de despacho. Ayer, el subsecretario Peters estaba en Buenos Aires.

Al mediodía, el gobernador se reunió con Gálvez, Michlig y el jefe de la Policía de la provincia, Gabriel Leegstra, para evaluar una respuesta a la crisis que incluiría el desembarco de fuerzas federales como la Gendarmería, en las zonas rojas.

El jefe de la Unidad Regional I, comisario Juan Luis Heck, fue el primero en señalar que Santa Fe era la ciudad más violenta de la provincia. Después, el secretario de Gobierno, Walter Gálvez, salió a desmentirlo. Pero ya no hay desmentidas que valgan. "Santa Fe es una ciudad muy violenta y cada vez se acrecienta más. La mayoría de los crímenes son ajustes de cuentas o cuestiones pasionales o este tipo de circunstancias. Hay un determinado sector de la sociedad que se toma la justicia por sus propios medios, dijo Heck. Y agregó: "Los últimos hechos que hemos tenido han sido personas que han estado purgando condena y que al recuperar la libertad, se tomaron su propia justicia".

Heck consideró también "muy difícil sacar las armas de la calle" y explicó que en lo que va del año se secuestraron 235 armas en cacheos o allanamientos. "Creo que mermaría mucho el delito si no hubiese tantas armas entre la población civil. En determinados sectores de la sociedad, los problemas se resuelven de esta manera, sin justicia, sin acudir a una comisaría a hacer la denuncia. Apelan a hacer justicia por mano propia", dijo Heck ante una consulta de El Litoral.

"Es gente a la que ni siquiera le interesa que haya un sistema judicial o dependencia policial; ellos hacen su propia justicia", insistió. Ni siquiera consideró que un factor determinante sea el fácil acceso a las armas de fuego. "Si no tienen un arma de fuego, usan un arma blanca; muchos homicidios se producen así. De una u otra forma buscan su venganza", advirtió.

Heck negó que se esté en presencia de una saña particular contra la policía. "En el caso del cadete asesinado ayer, ni siquiera estaba uniformado. Hasta que no se esclarezca el caso, no sabremos por qué le dispararon", comentó.

Sobre el estado de ánimo de las fuerzas, no negó el dolor y pesar que provocan estas muertes, pero recordó que también son los riesgos que se asumen. "Como policías sabemos que estamos expuestos; es nuestro trabajo. Y la situación actual nos debe hacer pensar que el peligro está siempre ahí, inminente, porque somos los que llegamos primero al lugar y nos podemos enfrentar a un hecho de este tenor. Pero son cosas que nos golpean porque es un compañero, un empleado, un padre de familia, un ciudadano más. Nos golpea como nos golpean todas las muertes", sentenció.