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Martes, 12 de junio de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS

Una feria americana que cuestiona los límites entre arte y moda

Pantalones transparentes, armaduras para cuerpos imposibles, vestidos inflamables, son algunos de los objetos disfuncionales.

 Por Beatriz Vignoli

¿Obra de arte o prenda de vestir? La pregunta es inevitable ante Feria Americana, la muestra colectiva que puede verse, tocarse y probarse (y por qué no llevarse puesta) hasta el 26 de este mes en el Espacio de Investigación de Arte Contemporáneo La Caverna (Catamarca 1301).

Pantalones transparentes, vestidos inflamables, ortopedia de humor negro, accesorios de pesadilla, joyas ariscas, armaduras para cuerpos imposibles: la moda se vuelve disfuncional para pensarse arte. Hay un algo de indómito y arisco que diferencia de las vestimentas convencionales a estos objetos más o menos inclasificables creados por Belén Monzón, Carlos Villa, Daniel Oberti, Juana Torres y Mabel Temporelli. "Una propuesta en el borde", resume Hugo Masoero, curador de la muestra, realizador de sus dispositivos de exhibición y además docente de Escultura III en la Escuela de Bellas Artes de la UNR. No es casualidad que las obras de Monzón hayan surgido, entre otras, en su cátedra. A la consigna de sacar materiales cotidianos de su contexto habitual y darles otra función respondió Belén transmutando en bellos y sensuales vestidos de fiesta las cintas de audio que ya no escuchaba más. Para redondear la paradoja, un famoso disc jockey usó uno de sus buzos en una noche de trabajo. En el medio hubo horas infinitas de tejido en variaciones de puntos al crochet y una presencia: la de este quinteto rosarino de artistas en la feria Periférica ("arte de base") en el Centro Cultural Borges a fines del año pasado. (Véase Radar, ) La presente muestra tiene por objetivo dar a conocer al público rosarino lo que se expuso en Periférica más algunas obras nuevas, que se benefician de la abundancia de espacio en las dos salas del segundo subsuelo de Catamarca y Entre Ríos.

Las preguntas que rodean esta Feria Americana son distintas a las que suele hacerse el público de arte. "¿Esto lo hace con un sacabocados mecánico, no es cierto?" especuló alguien ante los ovalitos que Daniel Oberti recorta prolijamente de latas de gaseosas. Surge una curiosidad por los procedimientos. "¿La empresa le da las latas vacías?" "¿Y esta gorra de béisbol de Carlos Villa cuanto vale?" (Respuestas: 1. No. 2. No, las junta una por una de los contenedores. 3. Treinta pesos a diciembre de 2006.) El espíritu del reciclaje se apoderó de Masoero a la hora de encontrar cómo colgar o instalar estas obras para que no queden en el lugar convencional de objeto de contemplación. Así, rescató de la calle unos percheros... Sí, ya se habló demasiado del arte trash y residual. Pero este ya es el de la segunda o tercera generación y está ahí soberanamente, proponiendo el casi ridículo casi con elegancia, casi como si nada. Frágil y salvaje a la vez, es como si fuera lo que se ve en los shoppings pero no lo es: es otra cosa. Las joyas de alambre y vidrio de Juana Torres dan un poquito de miedo: parecen insectos agazapados. En cuanto a su llamativo y lujoso "Cuello para traqueotomía", que recicla unas antiguas sedas orientales, no ha nacido aún la poeta o artista fumadora con sentido del humor suficiente para usarlo. Habría que ser Frida Kahlo o Eleonora Carrington. Pero ni entre el elenco de la película Freaks se hallará cuerpo tan diminuto que se ponga la armadura de amazona de Daniel Oberti, donde los toritos de Paso de los Toros brillan como lentejuelas amarillas y negras.

Las obras disparan fantasías, obligan a inventar cuerpos y almas. Carlos Villa cose ropa translúcida en el plástico de embalaje que viene con esas tentadoras burbujitas protectoras que es casi imposible no reventar. "Reventame", se titula su marca de ropa masculina talle S. ¿Existe el varón que se anime a ponerse un pantalón transparente? ¿O la madre, honestísima con su propio inconsciente, que sea capaz de envolver a su hijo como en un paquete? ¿O de comprarle a su bebé los nuevos bolsos de Mabel Temporelli, donde los ojos de los animalitos del estampado se han convertido en agujeros de quemaduras de cigarrillo? Que el sadismo infantil retoce a sus anchas en ciertas encrucijadas entre la indumentaria y el arte ya se ha visto en la obra de otra rosarina, Nicola Costantino. Esto es menos fashion y más cool.

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Los toritos de este vestido o armadura de Daniel Oberti. Provienen de la etiqueta de una conocida gaseosa.
 
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