Martes, 12 de junio de 2007 | Hoy
Los trabajadores docentes e investigadores sabemos que no se trata de declamar que otra universidad es posible, sino de asumir un compromiso con la certeza de concretar otra universidad, que rescate el sentido popular de lo público. Por eso, repensar los fines de la universidad, el para qué y al servicio de qué y de quiénes está la universidad, no es una tarea vana, sino el desafío que tenemos, de denuncia, resistencia y reinvención de esa otra realidad. La reforma del estatuto universitario nos debe convocar a expresarnos en relación a la actual situación de las universidades nacionales, y al mismo tiempo, generar niveles de compromiso más fuertes con su dimensión pública y democrática en el contexto actual, nacional y latinoamericano. Recuperar y reinventar esa dimensión, implica y supone volver a pensar qué significa la vida democrática en nuestra universidad, asumiendo la profunda dimensión de la crisis. Salir del concepto de gestión de lo que existe (administración de lo que ya está dado), a la creación de un proyecto con sentido académicosocial, crítico y transformador. Es necesario profundizar la democracia tanto al interior de la universidad como en la sociedad en su conjunto, pasando de prácticas delegativas a prácticas de participación colectivas. De lo contrario, la democracia, se vuelve un mecanismo más de gestión, escindida de la participación, del debate, de la convivencia crítica, plural, y se vuelve una modalidad formal sin que logre atravesar todas las instancias de la vida académico-institucional. Sabemos que los estudiantes que hoy toman la Facultad de Ingeniería, están siendo abordados por los diferentes candidatos a Rector para ofrecerles acuerdos de Reformas de Estatutos que avancen en sus reivindicaciones, siempre y cuando no toquen intereses claves para la administración del poder que implica estar al frente de una universidad pública. Sería importante que nadie se deje tentar por la salida fácil de pensar que destrabar la elección, y lograr llevar adelante la Asamblea Universitaria, pasa por "arreglar" en conciliábulos a espaldas del conjunto de la comunidad universitaria docente-estudiantil. Sería verdaderamente fundacional para una posibilidad distinta, que toda propuesta llegue a plebiscitarse en la inmensa mayoría ausente de toda esta disputa palaciega. Sería un modo de despejar tanta hipocresía que mientras se vive quejando de las medidas de fuerza por salarios dignos y condiciones de trabajo que repiten una y otra vez afectan a los estudiantes, al mismo tiempo, decretan sin pudor e irresponsablemente, asuetos de cuatro días en tiempos de parciales, convocan a las fuerzas de seguridad al interior de la universidad, y miran para el otro lado frente a las actitudes de matonaje.
Gustavo Brufman
Secretario General COAD
Asociación de Docentes e Investigadores de la UNR
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