Todo a favor por Arroyito. Luego de un 2010 cargado de insatisfacciones, con un descenso todavía latente y con una comisión directiva que daba sus primeros pasos, Central encontró el rumbo, el camino que todo equipo del Nacional B precisa para ascender a la Primera División. Los conflictos recurrentes dentro del plantel, los cambios de entrenador y la pérdida de partidos de manera increíble parecen haber quedado en el pasado ante la solidez, firmeza y oficio con el que se mueve el equipo que dirige Juan Antonio Pizzi.

Con Chacarita, en su último partido del año, el canaya pudo haber caído derrotado. Pero no lo hizo, zafó. No jugó bien, fue menos que su rival, pero tuvo madurez para manejar los tiempos del partido aún con diez jugadores. Esa situación, y otras tantas, demuestran que Central es otro, que cambió su fisonomía futbolística. A esta altura, a fines de 2010, con misma cantidad de fechas disputadas, el canaya sumaba 26 unidades, cinco menos que las que consiguió en este certamen. A priori, parece una diferencia menor, escasa, pero en un torneo tan parejo e irregular como el Nacional B, las distancias son muy grandes. Y hoy Central pelea entre puestos de ascenso y Promoción. Y lo hace con argumentos sólidos, sin dubitaciones como la temporada pasada.

Otro ejemplo que marca el buen presente de Central es que no hay desesperación por incorporar jugadores. Central es un equipo y los jugadores que lleguen serán otra parte del engranaje. Referentes, líderes, y jóvenes inexpertos han conformado un equipo. Lo que no se pudo lograr durante todo un año, Pizzi ya la consiguió en menos de un semestre.