Lunes, 6 de octubre de 2008 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. NUEVO MUNDO, DE EMANUELE CRIALESE, REDESCUBRE HISTORIAS DE INMIGRANTES
En tono pausado, la película recupera memorias de viaje de quienes buscaban una puerta dorada y encontraron otra cosa.
Por Emilio A. Bellon
Nuevo mundo. ("Nuovomondo", Francia/Italia, 2005)
Guión y dirección: Emanuele Crialese
Dirección de Fotografía: Agnes Godard
Montaje: Maryline Monthieux
Intérpretes: Charlotte Gainsbourg, Vincenzo Amato, Aurora Quattrocchi, Francesco Casisa, Filippo Pucillo.
Duración: 110 minutos.
Sala de estreno: Del Siglo.
Calificación: diez (10)
En el tiempo del mito, el de ese escenario arcaico poblado de relatos que reinan sus propios sueños. Es esa tierra que alberga tantos viejos secretos y antiguas leyendas la que ahora, algunos de ellos, están dispuestos, tristemente, a dejar. Son ellos, algunos, los que miran hacia el país del Norte.
Miran, en estos días del inicio del nuevo siglo -Il Novecento hacia la puerta dorada, The Golden Door, título con el que se conoce igualmente este film. Saben, por cartas que han recibido de algún familiar que allí son otras las posibilidades.
La historia, para nosotros, es ampliamente conocida. Y el film de Emanuele Crialese, el director de Respiro, se hace cargo de tantas memorias de viaje, de historias a bordo que tienen las vivencias de quienes la transmitieron.
Narrado en tono pausado, con un acercamiento de tipo documental, desde una visión muy antropológica cercana a la del cine de los hermanos Taviani, Nuevo Mundo acompaña la historia de una épica, la de los que un día partieron. En el origen del film se encuentra aquella situación que se conoce como "Parole di carta", tal como vemos en el primer episodio de Kaos, en la que se manifiesta el dictado de cartas de aquellos italianos a quienes sabían escribir.
Nuevo Mundo tiende un puente entre la literatura de Edmondo D'Amicis y Claudio Magris y ofrece un transcurrir del tiempo desde un relato coral, melancólico, en el que el fuerte protagonismo lo asume una figura femenina, de nombre Lucy, para los hombres que viajan, Luce.
Distintos momentos de esta historia parecen captados en tiempo real, describen situaciones que huyen de lo pintoresco y del espectáculo. El relato propone, creo comprender, un pasaje de un mundo en el que se sostienen ciertas creencias, actitudes espirituales, a otro en el que se afianzan otros valores, de otro orden, con otros intereses. Y aquella mirada que habita la fantasía, plasmada de imágenes surreales, parece sostenerse.
La mirada crítica descubre el hacinamiento y la indiferencia de leyes y funcionarios. Somete al recién llegado a Ellis Island a pruebas de una ferocidad insospechada para ellos, desde un decisivo y contundente sistema de admisión en el orden sanitario y de aptitudes exigidas. Y obligará a las mujeres a un prepotente enlace matrimonial. Algunos deberán volver por ser rechazados; otros, por voluntad propia, como Donna Fortunata.
Emanuele Crialese elige las emociones del extrañamiento y las metamorfosis. Como eligió igualmente rodar la última secuencia en el Hotel de los Inmigrantes de la ciudad portuaria de Buenos Aires.
El film invita a redescubrir las propias historias.
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