Resulta poco probable imaginar que, en un contexto de bolsillos flacos, "Memorable cuerpo" pueda llegar a las disquerías de la ciudad. Porque al carácter limitado del último lanzamiento de Luis Eduardo Aute se le suma el elevado (y merecido) costo de una obra que incluye siete discos, dos Dvd y un libro compuesto por fotografías e imágenes creadas por el compositor, pintor y director cinematográfico. Es que en ese lanzamiento se resumen los cuarenta años de trabajo musical de Aute, que, en una suerte de saludable compensación, recorrerá parte de su inmenso repertorio con el concierto que mañana, a las 20.30, ofrecerá en el Auditorio Fundación (Mitre 754).

Para Aute, repasar sus cuatro décadas de composición resultó un proceso satisfactorio, según dejó entrever en la entrevista concedida a Télam previo a su llegada a la Argentina. "No me arrepiento demasiado ni me encontré con ninguna canción que no asumiera ahora mismo, aunque seguramente las escribiría con más rigor porque a este oficio uno lo aprende con el paso del tiempo", apuntó y, ya en relación al abordaje de sus composiciones, afirmó: "Intento hacerlo con el mejor espíritu posible porque no me gusta nada mirar hacia atrás y revisar lo que se hizo. Para ello intento evitar los momentos ingratos".

De esa manera, el cantautor español sustentará buena parte de su concierto en canciones que se instalaron fuertemente en el público argentino. Allí estarán seguramente "Anda", "Al alba" (dedicada a los fusilados por el régimen franquista), "Las cuatro y diez" o "De alguna manera", también popularizada por Mercedes Sosa. Más allá de la impronta melódica que Aute consolidó a lo largo de los años, esas canciones nuclean una labor poética que puede apelar a la sencillez ("Ay, amor mío,/ qué terriblemente absurdo/ es estar vivo/ sin el alma de tu cuerpo,/ sin tu latido", dispara el estribillo de, precisamente, "Sin tu latido") o al giro propuesto en "No te desnudes todavía", cuando sobre el cierre confiesa: "No quiero aun que me descubras/ toda la verdad,/ que la verdad no es lo evidente/ sino su mitad./ Quiero mirarte con los ojos,/ del amanecer,/ como la noche mira el día/ que tarda en nacer./ Cuando el deseo estalle".

Criado en Filipinas, donde trabajaba su padre de origen catalán, Luis Eduardo Aute llegó a España con ocho años. Ya por ese entonces mostraba algunas dotes como cantante, aunque su tendencia artística estaba más ligada al dibujo y la pintura. De hecho, en su adolescencia la música era más un pasatiempo que una profesión posible, mientras que a los 17 ya comenzaba a exponer individualmente en Madrid. A comienzos de los 60 incursionó además en el mundo del cine, aunque la pintura ya se había convertido en su medio de vida. Ni siquiera el éxito logrado con la publicación de "Aleluya Nº1", "Don Ramón" y "Rosas en el mar", en 1967, convencerían a Aute de focalizarse en la composición. Una tarea que, sin embargo, continuó desarrollando en simultáneo con la creación de poesías, guiones cinematográficos y, claro, pinturas.

Con todo ello, sobre fines de los 70 el nombre de Luis Eduardo Aute ya había trascendido las fronteras de España, lo que lo llevó a relacionarse con la Trova cubana y a volcarse de lleno a la creación musical. Más de una veintena de discos fueron necesarios para plasmar esa obra que mañana será recorrida en el Astengo con el sello indeleble de su propio creador.