Miércoles, 25 de enero de 2006 | Hoy
Su obra cumbre, "La Forestal, tragedia del quebracho colorado",
lo refleja como incansable luchador en la búsqueda de la justicia,
la verdad y la paz. Una vida dedicada a la denuncia del saqueo.
Por Por Gabriel Zuzek
Hace poco más de un año los Reyes de España pisaban suelo santafesino para inaugurar el III Congreso Internacional de la Lengua Española. Ese mismo día, 17 de noviembre de 2004, lejos de las pompas con las que se recibía a escritores e intelectuales participantes del Congreso realizado en Rosario, moría en la ciudad de Esperanza a los 89 años, Gastón Gori. Tal vez el escritor más prolífico y uno de los intelectuales más lúcidos que supo acuñar esta provincia. Como si se tratara de un capricho del destino, había nacido también un 17 de noviembre pero de 1915 y su nombre verdadero era Pedro Raúl Marangoni.
Las aulas de la escuela primaria Nº 315 "Aaron Castellanos" de Esperanza fueron testigo de sus primeros años de estudio. El 30 de noviembre de 2002, cuando fue invitado a inaugurar la Biblioteca Popular de Fisherton que lleva su nombre, brotó un singular recuerdo de aquella época. "Yo repetí segundo grado porque no me daba la cabeza. Quería ser carpintero y todavía tengo el alma del carpintero. Si queremos ser una gran nación tenemos que leer más, tenemos que ser menos ignorantes. Por eso es hermoso inaugurar esta biblioteca porque es como un lazo que ahorca la ignorancia", dijo rodeado por las caras sonrientes de un centenar de chicos.
Años más tarde se toparía en su camino con la obra de Anatole France, que depositaría en él la semilla de la pasión literaria. Luego de obtener los títulos de maestro y bachiller, se recibió de abogado; profesión que ejerció durante algunos años pero que luego abandonó para dedicarse plenamente a la literatura. A 1940 se lo podría marcar como el año de inicio de su trabajo literario ya que publicó un ensayo e investigación sobre Anatole France y el libro de poemas Bajo el Naranjo.
Gastón Gori es considerado uno de los escritores más representativos de la pampa gringa y todo el tejido de su obra está atravesado por la problemática de la política de inmigración, el régimen de propiedad de la tierra y sus consecuencias políticas y sociales en Argentina. La mayoría de sus personajes son inmigrantes europeos (alemanes, italianos, suizos, etc.) que llegaron para poblar las tierras de la provincia. Allí describe las dificultades que tuvieron estos hombres para insertarse en el nuevo territorio y sus disputas con los criollos que no terminaban de aceptarlos ya que los consideraban extraños que venían a usurparles lo que les pertenecía por derecho natural.
En trabajos como El camino de las nutrias (Editorial Colmegna, cuentos 1949) o El desierto tiene dueño (Editorial Doble P, novela 1958), Gori presenta una panorama realista y crudo de la colonización, desmitificando la versión idealizada del proceso inmigratorio en la provincia de Santa Fe. De esta manera, su obra trasciende el campo de la literatura y adquiere un imprescindible valor histórico y educativo.
Entre las innumerables cualidades de sus trabajos, se destaca un sentido profundamente humanista y una coherencia -característica escasa en el campo intelectual por estos días- entre vida y obra. En esa línea de constante búsqueda de verdad y de justicia, se erige La Forestal, tragedia del quebracho colorado (Editorial Platina, investigación, 1965), que es considerada como su obra cumbre.
Un cuarto de siglo le insumió esta investigación que dejó al desnudó el accionar de la compañía extranjera que compró a un valor irrisorio territorios de las provincias de Santa Fe, Chaco y Santiago del Estero y creó su propio "estado" dentro del Estado Nacional, contando con la complicidad de numerosos funcionarios argentinos.
Gori expone aquí, con la precisión de las cifras, un claro ejemplo de explotación capitalista que termina depredando el quebracho colorado sin ningún tipo de beneficio para el país y dejando solamente tierra arrasada. Años más tarde, en 1998, retomará el tema de las explotaciones forestales en su libro La agonía del quebracho colorado, donde relata el proceso de destrucción de los bosques de la provincia en pos de una necesidad industrial y de un supuesto progreso.
De la vasta obra de este imprescindible autor se pueden nombrar entre otras, El pan nuestro, Nicanor y las aguas furiosas, Vagos y malentretenidos, El arado y el desierto, etc. Lo mismo puede decirse de los reconocimientos y premios que cosechó a lo largo de su vida como una prueba de su honestidad intelectual.
En 1990 recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores y fue distinguido como Profesor Honorario de la Universidad Nacional del Litoral y ciudadano ilustre de Esperanza y Santa Fe.
A lo largo de su vida Gori escribió, publicó y le reeditaron un total de 87 libros. Alguna vez, en una entrevista, el escritor deslizó la idea de vivir hasta los 90 años y que el último libro que le reeditaran fuese La pluma incesante, publicado en 1984. En ese mismo reportaje buscó en los pájaros una metáfora de la muerte. "Miles de hectáreas habré caminado por los campos, pero nunca encontré un pájaro muerto. Cuando mueren en las jaulas siempre dicen que mueren de tristeza, pero no es que mueren de tristeza, es que el final de la muerte es una muerte de tristeza, para el ser humano también. Agonía es la tristeza de morir, todos morimos tristes cuando morimos por cosas naturales".
Decir que Gastón Gori ya no está entre los vivos es una definición ridícula, absurda. Su legado está en los libros, en sus palabras y sea en el lugar que sea, su pluma nunca cesará de escribir.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.