Cinco años después de la publicación de su debut, Requiem rústico, Sikarios acaba de lanzar Entreveros y desmanes a través de un ghetto, una producción independiente en la que el trío --Ezequiel Salanitro en guitarra y voz, Ariel Díaz en bajo y Lisandro Hedin en batería-- deja plasmada su madurez. Sin perder la línea más visceral de aquella primera realización, la banda amplía ahora el rango estilístico, dejando también espacio para canciones más relajadas, y proponiendo líricas que siguen sosteniendo su costado oscuro, pero se abren a nuevas búsquedas poéticas.

Producido por el trío junto a Francisco Pesado, y masterizado por el histórico Mario Breuer, el disco será presentado formalmente mañana a las 21 en el Galpón 11, donde el grupo ofrecerá una puesta escénica de alto nivel, que incluirá la proyección del documental sobre las Madres de Plaza de Mayo de Rosario, Arderá la memoria, que el grupo musicalizó. También actuarán las bandas soporte Gesshoku y Jardín eléctrico, y una producción audiovisual que acompañará a cada una de las más de veinte canciones que los Sikarios recorrerán junto a invitados especiales.

Después de la publicación de Requiem rústico, Sikarios comenzó a darle forma a nuevas obras. Sin embargo, la apuesta del trío no pasa por la acumulación de canciones, sino más bien por el trabajo intensivo sobre un conjunto más reducido de composiciones. "Generalmente hacemos diez, once temas, y tratamos de ir a fórmulas distintas, buscamos trabajar de distintas maneras. Eso implica cierta producción desde el punto de vista estético, creativo", explicó Salanitro. En ese sentido, Hedin completó: "El hecho de poder grabar en el estudio de Ariel hizo posible que trabajemos mucho sobre los temas. Si empezamos a indagar en los archivos nos podemos encontrar con versiones totalmente distintas a las que después grabamos para el disco, aunque ya había un boceto, una idea".

A partir de la decisión del trío de sumar a Francisco Pesado como productor, se concluyeron los procesos de preproducción y se avanzó en el registro de la placa. Logrando, además, el cierre de una etapa, según apuntó el cantante y compositor: "Cuando uno graba las canciones las encarcela, las pone presas en una etapa. Después cuando uno toca tiene la posibilidad de darle una pintita más. Es como si un pintor retocara sus cuadros antes de cada exposición. Pero el pintor vende su cuadro y se lo saca de encima. Nosotros tenemos la doble posibilidad de dejar que las canciones queden cerradas en un tiempo y espacio, pero que después se modifiquen en el vivo, que se modifiquen con el azar de ese momento. La improvisación genera ésa libertad".

En esa misma línea, Díaz consideró que "el disco es un nuevo punto de partida, es el cierre de una etapa y la posibilidad de empezar a viajar, de sacar la banda. La expectativa es que esa semilla se la lleve el viento y vaya prendiendo en algunos lugares". En tanto, el bajista reconoció la ampliación estética evidenciada por el grupo en este nuevo material, donde a la potencia del debut se suman ahora nuevos matices: "Para nosotros fue un hallazgo el hecho de presentarnos en algunos lugares con limitaciones de volumen y decidirnos a hacer formatos acústicos. Nos dimos cuenta que había cosas interesantes para explorar".

"Tiene que ver con la dinámica --agregó Salanitro--. Y hay una evolución lógica que se nota en este segundo disco. Algo que tiene que ver también con el trabajo que hicimos con Francisco Pesado, que vino de México para la grabación. Después en la edición y tratamiento de audio laburó muchísimo, y le agregó sintetizadores a algunos temas, trabajando desde lo que dice el texto. Es un trabajo muy sutil el que hizo. Y a nosotros nos sirvió porque somos tres tipos que pensamos distinto, que nos pasamos investigando un montón de cosas, entonces está bueno que venga alguien de afuera a dar su mirada. Por éso hicimos un pacto y le hicimos caso".

En relación a las líricas, si en Requiem rústico resaltaba la intención de construir desde la rima, aquí la búsqueda corre por otros carriles. "Trato de armar las canciones buscando palabras que tengan una resonancia distinta --apuntó finalmente Salanitro--. Hay una intención de no ir a las fórmulas. Estaba tratando de encontrar una búsqueda compositiva distinta, y éso me parece que es lo que nos mantiene haciendo cosas con alegría. Me parecía además que si adentro de eso había una actitud rockera, podía funcionar. Buscando algo que rompa ciertas estructuras, porque el rock no es la falopa, no pasa por ahí. A eso me refiero con la actitud rockera, a la esencia que tiene que ver con la parte cultural del rock. Después las temáticas de las letras tienen que ver con puntos de vista que vamos teniendo todos: ante la injusticia supongo que todos reaccionamos de la misma forma. Con menor o mayor intensidad".