Sábado, 22 de junio de 2013 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › SE PRESENTA HOY LA DIMENSIóN DESCOCADA, SERIE DE 25 PERFORMANCES DE HUMOR ABSURDO
El show tiene guión del propio dibujante, que junto al performer Rodolfo Marusich promete para hoy "carteles pintados, objetos y acting out". El dúo comparte cartel con Linaje, una banda tecno que integra entre otros Roxana Feldman.
Por Beatriz Vignoli
Hoy sábado 22 a las 22 en Bon Scott Bar (Richieri 131) se presenta una nueva función del espectáculo de "números cómicos de variedades". La dimensión descocada es una serie de 25 performances de humor absurdo de un minuto de duración cada una que dos artistas rosarinos, el reconocido dibujante Max Cachimba y el performer Rodolfo Marusich, vienen mostrando cada dos meses en bares rosarinos desde hace varias temporadas. Con guión de Max Cachimba, la velada promete "carteles pintados, objetos y acting out". Esta noche, el dúo comparte cartel con Linaje, la banda tecno que integra entre otros Roxana Feldman y que navega con elegancia entre el lounge, el house, el rap y la melodía. "Roxana y Jason regresaron de su exilio por España hace un tiempo y esta es la primera vez que tocan en Rosario", anuncia Marusich, formado en el teatro underground, discípulo consecuente de Fernando Noy y Omar Serra, y amigo de Max Cachimba desde hace años.
En los 90 se había fundido la revista Fierro donde Max Cachimba (nacido como Juan Pablo González en 1969) había iniciado su carrera como historietista. Tuvo que buscar nuevos espacios: el dibujo animado fue una posibilidad y así, desarrollando algunos cortometrajes junto a Pablo Rodríguez Jáuregui, Cachimba se sumó a la legendaria productora El Sótano Cartoons, un espacio literalmente underground que funcionaba en el antiguo taller subterráneo del cineasta artesanal Luis Bras (en calle San Lorenzo, debajo del bar My Glass). Ya fallecido Bras y una vez desmantelada la productora, Cachimba siguió alquilando el sótano, que tenía pegado en el cielorraso un decorado de casitas de cartón.
Puede haber sido allí o en la casa taller de Cachimba en Fisherton donde él, Marusich y David Nahón convinieron en denominar "Ernesto" a una calabaza seca puesta sobre un envase de plástico, formando la cabeza y el cuerpo de un personaje por lo demás inmaterial. Cachimba, que no sabe tocar la guitarra, tocaba la guitarra; Nahón hacía lo mismo con el bajo, y Marusich leía textos. La banda, que se llamó Ernesto y su conjunto, se completaba con Fernando González (hermano de Cachimba) en bajo y guitarra, Roxana Feldman en batería y Carlos Lucchesse en percusión. Este último se tuvo que ir porque se tomaba la música completamente en serio, a diferencia del resto del grupo, que más bien jugaban seriamente a ser músicos. Existía a veces una sección de vientos integrada por Rosana Sánchez o por Cecilia Lenardón en clarinete y por Eduardo Vignoli en trompeta, alternando los músicos invitados. Lo más divertido de sus presentaciones eran los diversos objetos, generalmente juguetes en forma de animales, que Cachimba y Marusich ponían en escena, como si fueran ellos los verdaderos actores, en parte manipulándolos ellos mismos con torpeza deliberada y en parte aprovechando los movimientos y ruiditos originales de cada pieza; los ruidos interactuaban con la música de los instrumentos y el efecto, ya gracioso de por sí, ganaba en comicidad gracias a los carteles dibujados por Cachimba con su caligrafía característica, en los que presentaba cada "número". Los carteles también subían a escena. También se usaba un tocadiscos a manera de calesita, carcajadas grabadas y una serie de huevos duros, anunciados como acróbatas de proezas circenses. Con un creativo manejo del micrófono, la voz de Marusich es capaz tanto de fingir una solemnidad de locutor al describir su relación con un osito de peluche, como de parodiar las órdenes asesinas emitidas por las voces satánicas que el folklore urbano cree oír al pasar rock duro al revés.
En You Tube pueden verse 10 videoclips de Ernesto y su conjunto. Algunos de estos números se repiten en La dimensión descocada, que agrega chistes nuevos. "Esta noche compartimos la velada con Linaje, la banda de Roxanita [Feldman] y Jason, lo que implica una especie de reencuentro de antiguos compañeros de Ernesto", anuncia Marusich. Reacio al principio a mostrar los videos grabados por los fans para no arruinar la sorpresa de los chistes, Marusich aceptó subir uno: La cocina motoquera. Este universo de situaciones disparatadas es hijo dilecto del humor absurdo local, que tuvo expresiones como la poesía de Francisco Gandolfo (de quien Cachimba es lector y de quien justamente hoy a las 6 de la tarde se presenta un libro póstumo en el Club Editorial Río Paraná, Vélez Sarsfield esquina Rawson) o como el grupo Cucaño, fundado por Lucchesse. O como la obra gráfica del propio Max Cachimba, que inició una carrera de ediciones internacionales a partir de sus primeras tiras cómicas, Humor idiota, en el diario Perfil. Luego vinieron las series para Los Inrockuptibles y sus pinturas al óleo. En cualquier medio (dibujo, animación, pintura o performance con objetos) el humor de Max Cachimba es el mismo. Inefable, indefinible, tierno y zafado a la vez, pertenece al terreno del enigma: a aquel modo particular de la significación ante el cual resulta imposible decidir si uno se encuentra ante un lenguaje raro del cual no maneja el código, o ante el más maravilloso sinsentido.
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