Miércoles, 11 de septiembre de 2013 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › TARDE ABEDUL DE ALEJANDRA MENDEZ
Por Beatriz Vignoli
Un tono coherente de alta lírica; una lengua literaria capaz de transmitir una genuina experiencia poética lindante con la experiencia mística, y la búsqueda de raíces a las que aferrarse caracterizan el esperado primer libro de Alejandra Mendez, Tarde Abedul, recién salido de imprenta en Rosario por el sello independiente La pulga renga, que coordinan Federico Rodríguez, Mario Castells y Abel Franzen.
Nacida en 1979 en San Cristóbal (provincia de Santa Fe), Alejandra Mendez vive en Rosario, donde coordinó el ciclo de poesía Poetas del tercer mundo. Leandro Llull, su colaborador de entonces, presentará el libro, este viernes 13 a las 20 en Bienvenida Casandra Arte Bar (Sarmiento 1490). Además tocará la banda Cool Confusion, de Matías Moro y Tomás Boasso.
Tarde Abedul se divide en cuatro partes, que remiten a las de un árbol. Como círculos concéntricos en la veta, comienza por lo más íntimo: la genealogía familiar. El título remite (según contó la autora) a la hora en que la melancolía se ahonda y al árbol típico de la Polonia natal de uno de sus ancestros. Lo que impulsa al verbo son preguntas vitales en torno al yo y al otro, que sólo hallan respuesta desde una palabra articulada más acá de la norma: "Tú, cuando todo tú, es otro", dice, con una sintaxis violenta que evoca la prosa de Lacan.
"El color de la tierra húmeda criatura corva/ del verde olor a mujeres derramadas./ Un pueblo que huele a lluvia de verano./ La lumbre, el horizonte como flecha/ Que lanza el viento. No sentir otro ritmo sino/ el del azaroso camino a los álamos./ Esa fe en la tibieza de un tiempo/ haciendo pan o torneando materia/ que luego olvidamos. La estación final:/ que detiene al mundo,/ que nos recuerda lo que somos", describe Mendez en "Criatura".
Componen sus paisajes crepusculares (poetizados en lenguaje modernista) una flora gigantesca y una fauna minúscula de hormigas, que simbolizan el legado político de dos padres muertos: el poeta Aldo Oliva y el militante Claudio "Pocho" Lepratti, nacido en 1966 y asesinado por la policía el 19 de diciembre de 2001. No parece haber, entre los precursores de Mendez, nadie vivo con quien dialogar con honestidad.
¿Será esta orfandad una marca de la generación de los hijos de desaparecidos, más allá de toda peripecia individual? "Pedaleando la vida en tambores/ toda una tribu danza./ Porque el Quijote en bicicleta/ no ha muerto", escribe. La foto de tapa por Pilar Almagro Paz y el epílogo de Marta Ortiz redondean el sentido.
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