Martes, 5 de noviembre de 2013 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. LA PREPONDERANCIA DE LO PEQUEñO EN EL HISTóRICO PROVINCIAL
Miniaturas de la colección del Marc con piezas contemporáneas en pequeño formato y diversas técnicas, creadas por veinte artistas de la Galería de Bolsillo, se combinan en la muestra. Además, se inauguraron salas sobre Manuel Belgrano.
Por Beatriz Vignoli
"No sabemos de quién es el hueso", comenta la curadora Michele Siquot ante un relicario anónimo barroco del siglo XVIII, que contiene un fragmento óseo humano primorosamente unido a un almohadoncito mediante una cinta de seda; todo el conjunto está orlado por rosetas artificiales y provoca una singular fascinación. El relicario comparte vitrina con unos exvotos contemporáneos del siglo XXI, por la artista rosarina Virginia Negri, alusivos a la práctica mágica del gualicho.
La vitrina es la número 8 de La preponderancia de lo pequeño, una muestra en el Museo Histórico Provincial Dr. Julio Marc (Parque Independencia). Esta combina miniaturas de la colección del Museo Marc con piezas contemporáneas en pequeño formato y en diversas técnicas, que son obra de veinte artistas de la Galería de Bolsillo BOGA. La vitrina descrita comparte sala con un altar barroco colonial y con retablos de ese período que representan a la Virgen María, en imágenes que evocan figuras sagradas equivalentes de los pueblos originarios. Los textos didácticos de sala que se refieren a la devoción mariana se dejan leer ahora con atención flotante: se ven relativizados por la "pequeña" intervención aunque no haya sido esa la intención de las curadoras.
Las artistas Michele Siquot y Angeles Ascúa dirigen BOGA, Galería de Bolsillo, "un espacio de acción portátil dedicado a la exposición de obras de arte de autores contemporáneos", fundado por ellas en 2002 con la colaboración de Agustín González. Cuenta Siquot que la idea de enmarcar pequeñas obras bidimensionales en tarjeteros y llevarlas encima para mostrarlas a sus conocidos se le ocurrió a ella en España, adonde había llegado luego de la crisis económica del año 2001. Empezó con dibujos y collages propios, no mayores de 10x5 centímetros. Luego sumó acuarelas de Max Cachimba, que tanto los españoles conocedores de sus publicaciones como los argentinos exiliados manifestaron interés en comprar. El improvisado muestrario mochilero devino al fin en galería portátil: "Un dispositivo constantemente disponible que puede ser trasladado en el bolsillo de un sitio para otro y se adapta para ser mostrado en cualquier oportunidad que la merezca, como la inauguración de otra exposición, transformándola en este caso en una galería parásito, o presentada de ocasión ya sea en un restobar, parque, ómnibus o avión", explican Siquot y Ascúa.
El jueves pasado, con La preponderancia de lo pequeño, se inauguraron conjuntamente en el Marc las nuevas salas sobre Manuel Belgrano, donde el Museo Histórico exhibe piezas de su colección que retratan la historia de la creación de la Bandera argentina en las barrancas de Rosario. El guión curatorial plantea un atractivo recorrido de la epopeya belgraniana a través de documentos, pinturas, banderas, grabados y medallas. Todo esto es posible porque en la primera mitad del siglo XIX la pintura y el bajorrelieve neoclásicos poseían un valor documental de crónica visual, comparable al de la obra actual de los reporteros gráficos. Las vívidas acuarelas de diversos autores de la época que representan a Belgrano con sus tropas compiten por la atención con las vitrinas anaranjadas de la muestra de miniaturas y de pequeños dibujos y objetos, estratégicamente ubicadas.
Allí, al aguzar la mirada, por ese efecto de superposición y cruce de los dos relatos (el de la muestra histórica épica y el de la muestra artística intimista) se alcanza a ver aquello que el veterano de Vietnam y novelista estadounidense Tim O'Brien llamó (en su libro de ese título) "las cosas que llevaban los hombres que pelearon". Y se contaminan interesantemente ambas muestras, ya que la exposición histórica también incluye diminutos objetos y retratos portátiles.
Según Siquot y Ascúa, los retratos en miniatura (que abundan en la parte histórica de ambas muestras y que la gente de siglos pasados llevaba encima, como hoy se llevan fotos en la billetera o el celular) "ilustran una posible historia de los sentimientos o las relaciones singulares, del amor o la amistad, de lo íntimo y lo ordinario. Son estos retratos en miniatura celosamente guardados en los estuches, donde es posible llegar a lo subterráneo de los afectos". Estuches, marfiles, pastilleros, mini bronces y otros objetos completan la saga.
"Tuvimos la oportunidad de conocer la colección de miniaturas, verdadero tesoro, visitando el depósito del museo", rememoran las curadoras. Siquot recuerda que quien les mostró el depósito hace un año fue el historiador Pablo Montini, quien trabaja en el Museo Marc. Luego asumió como director el arquitecto Raúl D'Amelio, quien había realizado junto al poeta Fabricio Simeoni una experiencia parecida de recuperación y exhibición de objetos en depósito, desde su cargo anterior como director del Museo de la Ciudad. Las versiones sobre el rol de D'Amelio en la muestra de miniaturas difieren notablemente; no queda claro si la iniciativa provino de la galería BOGA o del Museo. Como sea, en la doble inauguración estuvieron todos muy contentos.
Sobre todo, los artistas. Además de los mencionados, se expone obra de Francisca Bosio S, Joaquín Boz, Claudia del Río, Lola Goldstein, María Guerrieri, Fabiana Imola, Florencia Laorden, Mimi Laquidara, Cecilia Lenardón, Silvia Lenardón, Maximiliano Massuelli, Renata Minoldo, Georgina Ricci, Maxi Rossini, Mario Scorzelli y Florencia Caterina, fallecida en la explosión del 6 de agosto último.
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