Miércoles, 26 de marzo de 2014 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. LLUEVE SOBRE LOS RIELES, DE ALEJANDRO HUGOLINI
Realismo mágico o ciencia ficción? Esa intriga es la que despierta la obra de Hugolini, que con su talento para acumular detalles de otros tiempos logra revivir un pasado olvidado, proponiendo bellas imágenes casi cinematográficas.
Por Beatriz Vignoli
Llueve sobre los rieles (Baltasara Editora, 2014), la primera novela de Alejandro Hugolini, se presenta mañana a las 19.30 en el bar La Fávrika (Tucumán 1816). Acompañarán al autor la directora de Baltasara Editora, Liliana Ruiz, y Marcelo Scalona, autor del prólogo. Hugolini (Rosario, 1965) es licenciado en periodismo por la UNR, y ha colaborado en Rosario/12 con contratapas literarias y notas sobre cine. Su novela trata del poder en el sentido más elemental del término: el poder de hacer llover. El demiurgo de esta historia no usa encantamientos sino una máquina. Magia, ciencia y tecnología se superponen en su práctica enigmática, de seductor misterio. Todo un mundo olvidado revive al conjuro del talento de Hugolini para acumular detalles de tiempos pasados. Hay realmente algo de magia en esta novela, y es del orden de aquello que los alquimistas llamaban palingenesia: el arte de hacer resurgir desde las cenizas. Realismo mágico o ciencia ficción?
Sólo los advertidos descubren que Llueve sobre los rieles se basa en un caso increíble pero real. Su protagonista, el ingeniero entrerriano Antonio Bruschi, alias "el Mago", es una recreación imaginativa libre de una figura célebre de su época: el inverosímil ingeniero entrerriano Juan Baigorri, que decía haber inventado una máquina de hacer llover, casi descubierta por azar, en 1926, mientras trabajaba en Bolivia en la búsqueda de minerales. Llegó a desafiar a los incrédulos, prometiendo una lluvia que cayó puntualmente. El gobierno de Perón lo llamaba cuando había sequía. Nadie supo cómo funcionaba el aparato, que sólo él podía manejar. Baigorri murió en Buenos Aires en 1972, pobre y olvidado. Se llevó a la tumba el secreto. Seguramente él mismo nunca lo supo.
En la novela de Hugolini (que en una versión anterior llevaba el título de "El Mago regresa"), Bruschi vuelve a Ibarluxea, su pueblo natal. Se imagina regresando en tren, convocado para traer la lluvia. "Y una vez que el tren partiese, cruzaría las vías entre los últimos humos blancos de la locomotora y los primeros vapores de la escarcha derritiéndose. Después sólo le quedaría caminar hasta la plaza y esperar a que el bar abriese sus puertas". Las bellas imágenes casi cinematográficas del tren en movimiento, el alba y el cambio de estado del agua le sirven al Mago de carta de presentación ante el lector.
A lo largo del relato se revelan los motivos por los que el Mago tuvo que abandonar el pueblo, hacia 1955. El relato retrocede hasta esa época para llevarlo a reencontrarse con escenas épicas de hombres ordinarios ante circunstancias extraordinarias, en la tradición de lo mejor de Osvaldo Soriano. Hay una trama sentimental, y a partir de un sombrero que rueda en el viento se construye una escena que nada tiene que envidiarle a Casablanca o al cine de Fellini. Los personajes secundarios poseen cada cual su propia dignidad, su propio espesor trágico. Hasta los perros son novelescos. La poesía atraviesa literalmente la prosa de ficción a través de citas textuales de versos del sacerdote, escritor y crítico arequitense Rogelio Barufaldi.
La música también será parte de la presentación del libro, con la participación de Amalia Puig en voz, Matías Somariva en guitarra y voz y Pablo Rodríguez en percusión. No se suspende por lluvia.
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