Dos trabajos locales - junto a la reposición diaria de Bienvenido, León de Francia, de Néstor Zapata- tendrán cabida en la cartelera de El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120). Por un lado, la oportunidad de redescubrir Cinematónica. Apuntes sobre un comunismo sónico (2012), de Diego Fidalgo, hoy a las 22.30; por el otro, el estreno de Historias breves 9 (2014), mañana a las 20.30, en donde se inscribe el cortometraje El pez ha muerto, de Judith Battaglia.

Cinematónica suma la música, preocupaciones y devaneos del grupo Aguas tónicas al ciclo de cine y rock que la sala viene programando desde el mes pasado. Conformado por Mariano Conti (guitarra y voz), Esteban Manino (bajo), Santiago Martínez (batería), Jorge Capriotti (guitarra) y Mauro Cuffaro (teclados y guitarra), Aguas tónicas aporta un mundo asumidamente personal, de vida de rock, a la película de Fidalgo. O también, es el realizador quien imbrica su vida de cine a las melodías de la banda.

De esta manera, el film se estructura desde varias posibilidades: un diario de viaje, un abanico de recuerdos, un examen minucioso de cada uno de los instrumentos protagónicos, o un diálogo entre ambas artes. Así como ese mismo intercambio de notas que los músicos dicen sentir cuando comparten lo que saben. El blues, explican, está entre lo que les motiva, como raíz añeja que aparece en letras y música repartidas entre giras, grabaciones, ensayos, presentaciones.

El film de Fidalgo -de quien ya se exhibiera la notable El origen del pudor- da cuenta de las canciones de Aguas tónicas y de su devenir (cuyo primer disco data de 2007); pero en verdad, es algo más profundo lo que se atreve a delinear. Así, poco importan las explicaciones, que resultan en meras anécdotas (como el origen casi espontáneo del nombre) sino, antes bien, el dejarse atravesar por lo que sucede mientras hay música. El tiempo, parte intrínseca también del cine, parece allí volverse maleable, dúctil a la percepción de cada quien. En esos momentos, Cinematónica es lo que su título provoca, mientras fusiona una experiencia dual que es todavía más, al completarse de manera particular en la sensibilidad de cada espectador.

En otro orden, el estreno de Historias breves 9 es de relieve, porque permitirá disfrutar de la más reciente realización de Judith Battaglia (Grito sagrado; Mary Terán, la tenista del pueblo), cuyo cortometraje El pez ha muerto resultara ganador en este ya tradicional concurso del Incaa. Desde el protagónico de una niña (interpretada por Valentina Falcón) que espera su primera comunión, Battaglia dibuja una familia del litoral, en donde el abuelo tiene el respirar desgastado, y papá y mamá sus trabajos a la par de las preocupaciones. Sin perder el punto de vista de su personaje, la cámara de Battaglia (cuyo DF es Mauricio Riccio) mira con la niña y desde ella, mientras busca insectos, escucha a los adultos, o lee la Biblia para los niños.

¿Qué es lo que pasa por la cabeza de una pequeña mientras pregunta por el sabor de la hostia, mira morir peces en la red, y lee? Tal vez un momento límite, bisagra con lo que habrá de ser. Allí cuando lo aprendido sea puesto a prueba. A ver si las palabras son mágicas de verdad. Y si la infancia, al fin y al cabo, no habrá de ser un cuento que rememorar de allí en más.

El pez ha muerto cierra su relato de la misma manera que lo abre, como un ciclo que concluye, un círculo que se cierra porque otra vez inicia. No sólo hay una comprensión vital de cara a la niña, sino también una mirada crítica sobre los mandatos heredados. Ritos y ceremonias tendientes a moldear a quien recién aparece, de cara a quienes están, para ser como ya quienes no estarán. Acá también un ciclo, pero rutinario y nada distinto. El plano final, en cambio, elige augurarle a la niña algo mucho mejor. El sol la espera.