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Martes, 8 de agosto de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › PINTOR, ARQUITECTO, GRABADOR Y DIBUJANTE

Sobre un moderno clásico

 Por B. V.

El público amplio conoce al pintor, arquitecto, grabador y dibujante Juan Carlos Castagnino (1908-﷓1972) por sus ilustraciones para la edición de Eudeba del Martín Fierro a comienzos de los 60. El vigor de aquellos trazos comenzó a tomar forma en sus tiempos de estudiante en la Escuela Superior "Ernesto de la Cárcova", en la Mutualidad de Estudiantes de Bellas Artes y en los talleres de sus maestros: el de Lino E. Spilimbergo en Buenos Aires, los de Victorica y Gómez Cornet, el de André Lhote en París en 1939.

Sus estudios con Lhote se vieron interrumpidos por la 2ª Guerra Mundial. Ese y otros viajes de estudio por Europa (hubo uno más en 1948, año en que obtuvo el Premio Nacional de Pintura) lo pusieron en contacto directo con las grandes obras de los maestros renacentistas; un recorrido por Europa Oriental y la Unión Soviética, que lo llevó hasta China, le permitió compenetrarse de la técnica de aguada sobre papel de arroz húmedo en este país. Esta técnica, que exige una velocidad extrema en la ejecución y no admite pentimentos ni correcciones, influyó sobre su característica manera "abierta" de dibujar. En 1933, bajo la dirección del artista mexicano David Alfaro Siqueiros, y junto a su maestro Spilimbergo y a Antonio Berni, realizó los murales de la quinta de Natalio Botana, el director del diario Crítica. Esta obra retrata el ambiente de conflicto social que se desarrolló en el pasado inmediato en el país. También pintó, en 1945, junto a Berni, Spilimbergo, Urruchúa y Colmeiro, los famosos murales de las Galerías Pacífico que fueron restaurados a comienzos de los años noventa.

Son poderosas sus imágenes de campesinos y obreros. Es acertado pero insuficiente, sin embargo, definir a Juan Carlos Castagnino como un realista social. También se destacan sus paisajes llenos de energía, donde capta el expresivo dinamismo del mar y la vitalidad de las caballadas en su característica paleta de tonos cálidos. En una entrevista de 1993, su marchand Eduardo Cassara lo evocaba "dibujando constantemente" en su estudio en Camet. Comunista y ateo, Castagnino adoptó además una personal visión social, humanista, de los temas artísticos de origen religioso, especialmente las maternidades y las crucifixiones. En estas últimas, se aparta de su célebre gama cálida y se vuelca a los tonos más fríos y oscuros de sus comienzos. Titulada Sudario, esta magnífica serie está inspirada, según Cassara, en el altar que pintó Mathias Grunewald en Colmar; su tema es el dolor humano. Una curiosidad que señalaba su marchand es que Castagnino sólo pintó, a lo largo de su productiva carrera, naturalezas muertas. Respaldadas por una sólida composición y una precisa anatomía, las intensas pinceladas de Castagnino expresan una urgencia moderna, de algún modo atemperada por la dignidad clásica de sus figuras.

Castagnino expuso en todo el mundo y obtuvo en vida un importante reconocimiento. Falleció en abril de 1972, a los 64 años.

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