Miércoles, 16 de diciembre de 2015 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. SE RELANZAN EL ESPANTAPáJAROS Y SALóN DE BILLARES
Las obras de Jorge Riestra pueden considerarse como fundantes para la literatura rosarina. La reedición a través de UNR Editora marca el lanzamiento de un proyecto que se propone publicar toda la obra del escritor en su 90 aniversario.
Por Beatriz Vignoli
Mañana a las 19.30, en el Centro Cultural de Avenida San Martín y San Juan que él mismo dirigió en la segunda mitad de los años 80, se presentan dos novelas de Jorge Riestra, reeditadas por la editorial de la Universidad Nacional de Rosario, UNR Editora: El espantapájaros y Salón de billares. La presentación constituirá el lanzamiento de un proyecto de la editorial que se propone reeditar toda su obra, y será un homenaje en vida en el nonagésimo cumpleaños de este gran escritor rosarino. Lo acompañarán el rector de la UNR, Héctor Floriani, y el ex rector Darío Maiorana; la crítica literaria Inés Santa Cruz, Nadia Amalevi (directora de UNR Editora) y Nicolás Manzi (editor de UNR Editora), y una muestra de fotografías por Daniel Fernández Lamothe.
"Esta mañana, 1 de junio de 2011 (...) me acordé que, apenas 62 años atrás, estaba escribiendo El espantapájaros", dijo Riestra en su primera alocución en el Salón de Actos de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, con siete décadas de oficio literario y un Premio Nacional de Literatura (en 1988, por El Opus) encima, en las Primeras Jornadas de Literatura de Rosario, que organizaba la Escuela de Letras. "Tenía 22 años y, con mucha garra, con mucha fuerza, trabajaba todas las tardes entre las tres de la tarde y las seis", evocó.
Dos de aquellos organizadores eran el actual editor de la colección, Manzi, y el prologuista de la nueva edición de Salón de billares, Federico Ferrogiaro. El espantapájaros fue prologada por el poeta Eduardo D'Anna. Cada libro incluye una foto de la tapa de su primera edición y reproduce (en la tapa y en el interior) un grabado en madera por un artista de la región, cercanos en tiempo y tema a cada novela: El espantapájaros (1959), de Mele Bruniard, y Billares (1970), de Carlos Torrallardona. Cada tapa es a un color, bien alusivo: el amarillo oro de los trigales, el verde esmeralda del paño.
Primer libro publicado de su autor, cuarto título de los Cuadernos del Interior que dirigía Rodolfo Vinacua, El espantapájaros (1950) le siguió en la colección a un par de primeras obras en prosa por Iván Hernández Larguía y por Felipe Aldana. La breve novela de Riestra se destaca en la serie por la madurez de su escritura y la coherencia de su planteo compositivo. Podría haber sido una de aquellas novelas de solitarios nihilistas de la posguerra, ocupando un digno lugar en la biblioteca de contemporáneos de su tiempo junto a El lobo estepario de Hermann Hesse, La caída de Albert Camus o Un hombre que duerme, de Georges Perec. Porque al igual que el apático veterano de guerra (en Perec), el pensionista sin lazos familiares ni pasado a la vista (en Hesse) o el abogado desgraciado (en Camus), "Lázaro Terpi había cavado un hueco de soledad en el seno del mundo civilizado. Su soledad había hecho nido en medio de la gente", escribe el rosarino.
Lázaro un buen día se va al campo, se abraza a un espantapájaros y se metamorfosea en él, sin explicación, en una escena de mitología. Desde allí, de pie pero paralizado, será una conciencia contemplativa monologando ensimismada: limitación de movimientos y protagonismo del lenguaje que remiten a otro grande de su tiempo, Samuel Beckett. Pero el estilo, muy consistente en su tono, es todavía rígido y formal. No será en esta nota donde se anticipe cómo termina este amante abstracto de la humanidad y la naturaleza, idealizador de las labores rurales preindustriales y fugitivo de una sociedad a la que acusa de gozar perversamente de él, en suma: un discípulo de Jean Jacques Rousseau, que padece de las mismas contradicciones que el pedagogo ginebrino.
"Entre el 50 y el 60, entre El espantapájaros y Salón de billares, escribo cinco libros en total silencio. Un libro cada dos años. No había editoriales, nada", recordó Riestra en 2011. "Yo de muchacho iba al Café de Billares", contó el autor, quien rompió el silencio al enviar al Concurso de la Compañía General Fabril Editora su novela inédita inspirada en aquella experiencia y que (gracias a la mención que le otorgó un jurado integrado por Norah Lange, Aldo Pellegrini, Marco Denevi y otros) se publicó en noviembre de 1960. Según Inés Santa Cruz, esta novela inaugura un "decir rosarino". A aquella edición siguieron otras y la obra fue libro de texto escolar.
Salón de billares inaugura además una década de utopías y de esfuerzos por asociarse entre pares. Entre otros, Javier Rojas, el forastero Kurt Pachman, Santiago ("el Viejo") Aristo, el joven Rubio, Anselmo ("el Zurdo") Morán, el irlandés O'Malley, el villano Márquez y el abogado Haroldo Coll Flynn (posiblemente llamado así en honor a Haroldo Conti) protagonizan una saga colectiva que transcurre íntegramente dentro del salón de billares "Nuevo Sol". Allí se enfrentan los parroquianos de "la vieja guardia" del casín (variante del billar que requiere gran precisión y destreza) contra "el maldito mundo de afuera" que los condena moralmente por vagos y pretende destruir ese que para ellos es el ámbito privilegiado de sociabilidad.
Para cuidar su espacio y su cultura, unos hombres del pueblo organizan una cooperativa independiente, asumiendo responsabilidades. De eso trata Salón de billares. No otra cosa hacían los fundadores de la Biblioteca Vigil (donde Riestra fue asesor) por la época de la escritura de ese libro. Aislarse solo ya no era una opción: vivir al margen de la burguesía empezaba a requerir una construcción colectiva.
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