Jueves, 28 de abril de 2016 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › DIEGO PéREZ, DE TONOLEC, TRAE A ROSARIO SU NUEVO PROYECTO
Por Edgardo Pérez Castillo
Convertido en adorno por la cultura del consumo, para los pueblos del Altiplano (y, particularmente, los aymara) el Ekeko sigue respetándose como una deidad vinculada a la fertilidad y la buena fortuna. Según su leyenda, Iqiqu fue un hombre sabio, generoso y alegre, considerado como una amenaza para la inseminación religiosa de los conquistadores europeos que determinaron su muerte y, tras descuartizarlo, diseminaron su cuerpo por distintos puntos geográficos. Aún hoy, para los aymaras, la reunión del cuerpo de Ekeko significará el renacimiento de su cultura.
Por estos días, en tiempos de impeachments y golpes blandos, la leyenda del Ekeko cobra una vigencia inquietante. Y así lo entiende también Diego Pérez, uno de los creadores de Tonolec (el sorprendente dúo que completa Charo Bogarín, y que logra un fantástico punto de encuentro entre la música de pueblos originarios argentinos y la electrónica), que a mediados de 2015 presentó La danza, el primer disco de su proyecto Nación Ekeko, donde el compositor amplía el espectro geográfico de su búsqueda y pone el acento en el baile como rito. "Creo que esa historia del Ekeko tiene más actualidad que nunca. Esa simbología de la unión de las partes creo que sucede con Latinoamérica, esta cuestión de que queremos juntarnos y desde afuera (y algunos también desde adentro) quieren que estemos separados. A la vez escuchás voces de diferentes regiones y ves que tienen factores comunes, e históricos, muy fuertes que nos unen. Es un hecho la unidad, el tema es que las partes están dispersas. Nos quieren descuartizar, como al Ekeko, pero a la vez hay una fuerza muy grande que no quiere que eso suceda", analiza el músico en diálogo con Rosario/12.
Acompañado por Juampi Francisconi (percusionista La Bomba de Tiempo) y Fermín Etcheveste (trompeta), esta noche Pérez llegará por primera vez a Rosario con su nueva propuesta, en un encuentro que se desarrollará desde las 21 en Distrito Siete (Ovidio Lagos 790), y sobre el que adelanta: "La idea es generar un entorno, que no sea un simple recital de una banda sino que la gente pueda escuchar música en vivo y olvidarse un poco de lo que trae de lo cotidiano, entrar en un ámbito más ceremonial".
- Naturalmente parte del público que se acercará a este primer show de Nación Ekeko provendrá del vínculo construido con Tonolec, entendiendo que entre ambos proyectos hay un código compartido, una base de interacción musical y cultural que se sostiene.
- Sí, digamos que el factor común, que es un poco mi materia, es la mezcla de la música de la tierra con lo electrónico, lo contemporáneo. Ese es el factor común con Tonolec. Después las diferencias tienen que ver con la cuestión de la danza como parte de un ritual, algo que está más representado en Nación Ekeko. También la cuestión rítmica y la improvisación: en vivo jugamos con loops, interactuando con lo que pasa en el momento, generando climas nuevos siempre. De acuerdo con lo que está pasando interactuamos con la gente y con los músicos invitados, que en este caso serán Carlo Seminara y Manu Corvalán.
Esas formaciones variables, con sus correspondientes cambios de sonoridades, invitan a experimentaciones constantes. "Lo bueno de éso es que va mutando --coincide Pérez--. El Ekeko es un personaje de la cultura andina que también incorpora cuestiones de la zona a la que llega. Nosotros vamos con nuestra mochila cargada de cosas, pero también incorporamos elementos del lugar que nos modifican".
En Nación Ekeko hay además un factor performático potenciado por la utilización de un instrumento creado por Pérez junto a un programador, que consiste en el uso de linternas que generan sonidos. "La idea es poder tocar la música con las manos en el aire. Me puedo mover entre la gente tocando, después seguir improvisando en el escenario, a su vez con pedaleras que me permiten modificar la estructura de cada canción, disparar loops con esas voces que vengo grabando en mis recorridos por Latinoamérica. De eso se trata también el disco, es un recorrido que comienza en la pampa con la voz de Atahualpa Yupanqui y termina en México con la voz de un niño de Chiapas recitando la poesía 'Zapatista'. Ese es el cosmos de Ekeko".
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